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El colonialismo no es el origen de la alta desigualdad en América Latina

La desigualdad de ingresos en América Latina es terriblemente alta, ya que el 10% más rico de la población controla el 54% de la renta nacional. Según el Informe Regional de Desarrollo Humano 2021 «Atrapados por la alta desigualdad y el bajo crecimiento en América Latina y el Caribe», publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, los países latinoamericanos registran una mayor desigualdad y peores indicadores sociales que los países de otras regiones con niveles de desarrollo similares. Sin embargo, la historia de la desigualdad en América Latina no ha sido un relato desolador de la fatalidad, ya que el coeficiente medio de Gini disminuyó de 0,534 en 2002 a 0,499 en 2010.

Pero a algunos les preocupa que estas ganancias puedan verse mermadas por los choques externos y las recesiones económicas derivadas del covid-19. De hecho, los investigadores señalan que el covid-19 ha aumentado el crecimiento de la desigualdad al empeorar las oportunidades económicas. Los efectos de covid-19 que inducen a la desigualdad han llevado la persistencia de la desigualdad en América Latina al primer plano del discurso académico. Muchos atribuyen la flagrante desigualdad de América Latina a la época colonial. Escribiendo en esta línea, Sergio Costa y Francesc Badia I Dalmalse plantean que las administraciones de izquierdas fueron elegidas «bajo la premisa de revertir las desigualdades acumuladas desde el periodo colonial».

Aunque los vicios de América Latina suelen atribuirse al colonialismo, la cuestión es más complicada. El conocimiento popular es que los españoles operaron una empresa extractiva en las Américas destinada a obtener recursos para la metrópoli. La empresa española en las Américas conllevaba un alto nivel de regulación, por lo que no podemos designarla como promercado. Sin embargo, las andanzas del Imperio español son en gran medida un adorno de la historia, según Henry Kamen en su lúcido texto Spain’s Road to Empire. La administración de múltiples territorios resultó ser costosa y al coste del imperio se sumó el pago de intereses. España dependía de la ayuda de los acreedores para financiar los proyectos imperiales, por lo que los costes administrativos y los pagos externos redujeron el tamaño de sus arcas. Lo cierto es que la mayor parte de la riqueza creada en el Nuevo Mundo no llegó a España, sino que sirvió para pagar la deuda y los gastos militares.

Además, en un estudio de 2008, Regina Grafe y Alejandra Irigoin socavan el argumento de que el Imperio español era extractivo al sostener que el modelo de participación de España ofrecía una mayor aportación a las élites locales en la gestión de los ingresos. Grafe e Irigoin explican:

La economía política del Imperio español no era la que nos cuenta el libro de texto. Los estudios sobre la recaudación de ingresos han demostrado que había muy poca tendencia centralizadora y que la extracción hacia la metrópoli era limitada.... En cambio, parece perfectamente racional si asumimos que la Corona española trató de maximizar el engrandecimiento del Imperio y la retención del vínculo imperial más que la simple renta.... El precio de esta estrategia fue la necesidad de cooptar a las élites coloniales. El medio de cooptación era mantener la mayor parte de los ingresos en América y permitir a los comerciantes locales una participación significativa en su recaudación y gasto. Visto el funcionamiento del sistema fiscal y, más concretamente, la forma en que el Imperio español gastaba su dinero, hay muy pocas pruebas de coerción o de un estado depredador. Era una forma barata de dirigir un Imperio y el gobierno era muy eficiente en el sentido de que casi no había desafíos directos hacia el gobierno español desde dentro».

Además, otros han opinado que, a pesar de las imperfecciones, las instituciones ibéricas no pueden cargar con la culpa de la situación de América Latina. Según un estudio de Leandro Prados de la Escosura, titulado «Independencia colonial y atraso económico en América Latina», las instituciones españolas redujeron los costes de transacción, a pesar de las ineficiencias. Revela los impactos beneficiosos de estas instituciones:

El imperio colonial proporcionaba protección (seguridad y justicia) a un coste no demasiado elevado. Con la independencia, surgieron nuevos proveedores de protección, pero con menor capacidad que la metrópoli. Los costes de transacción aumentaron a medida que las instituciones políticas y económicas atravesaban un periodo de agitación y redefinición, mientras que la continua violencia entre los países y dentro de ellos también contribuyó a que los derechos de propiedad estuvieran menos definidos. Estos costes fueron mayores para las nuevas repúblicas debido a la fragmentación y a la pérdida de economías de escala.

En pocas palabras, la conclusión es que la independencia dio lugar a una panoplia de Estados divididos que carecían de la capacidad de legitimar la autoridad institucional, lo que disminuyó las tasas de crecimiento.

Como explicación, el colonialismo no capta cómo las debilidades institucionales han conducido a la desigualdad y al bajo rendimiento económico en América Latina. Dado que hemos explorado el legado institucional del colonialismo, analizaremos los datos que miden la desigualdad de ingresos en la época colonial. Rafael Dobado González y Héctor García Montero en «¿Orígenes coloniales de la desigualdad en Hispanoamérica? Algunas reflexiones basadas en nuevas evidencias empíricas», refutan la afirmación de que la desigualdad tiene su génesis en el colonialismo. Utilizando datos antropométricos y estimaciones salariales, los investigadores sostienen que el bienestar material de los plebeyos de México y Venezuela durante el colonialismo era comparable al de los europeos contemporáneos.

Asimismo, la leyenda económica Jeffrey Williamson corrobora los resultados de González y Montero en su artículo de 2015, poniendo en duda los orígenes coloniales de la desigualdad de ingresos. El profesor Williamson afirma que la aceleración de la desigualdad de ingresos se produjo debido a las fuerzas antiglobalización: «La historia de la desigualdad que convirtió a América Latina en la región más desigual de la actualidad no es la que ocurrió durante los tres siglos de colonialismo, o el medio siglo de la primera independencia republicana, o incluso el boom de las materias primas de la belle époque. La historia que importa es la época antiglobalización de 1913 a 1970. América Latina no compartió la omnipresente Gran Nivelación Igualitaria, sino que continuó el ascenso de la belle époque».

Invariablemente, las pruebas indican que las fuerzas antimercado contribuyen más a la desigualdad que el colonialismo. Aunque el colonialismo tiene una reputación negativa, y en algunos casos, merecida, asignar acríticamente al colonialismo como la razón principal de los predicamentos en América Latina y en otros lugares indica un pensamiento superficial. El colonialismo es sólo un elemento de un rompecabezas multidimensional.

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Image Source: Getty
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