[Este artículo es el original al que la articulista Marta Hidalgo estaba respondiendo en su artículo “Una visión libertaria española de la independencia de Cataluña”]
¿Debería Cataluña ser independiente?
Indudablemente los catalanes, y nadie más, deben responder a la pregunta. Algunos catalanes se consideran españoles y algunos no. Muchos españoles consideran a Cataluña parte de España, mientras que otros no. Pero está claro que un número importante de catalanes se sienten políticamente conquistados y lo lamentan. ¿Por qué deberían vivir bajo un gobierno español, cuando su historia cultura e idioma no son españoles?
Es una pregunta justa, para la que las democracias occidentales no tienen una respuesta fácil. Si el voto democrático es sagrado, ¿son también sagrados los resultados, sean cuales sean? ¿Los demócratas realmente quieren democracia?
Ludwig von Mises resumía sucintamente el problema en Liberalismo:1
La situación de tener que pertenecer a un estado al que uno no quiere pertenecer no es menos onerosa si es el resultado de una votación que si debe soportarse como consecuencia de una conquista militar.
Indudablemente, muchos votantes de Hillary Clinton en EEUU se sienten así hoy. No consideran a Trump un presidente legítimo (incluso aparte del asunto del colegio electoral) y no están particularmente interesados en respetar los resultados de las elecciones o las opiniones de los votantes de Trump. Sienten que “su” gobierno no solo no les representa, sino que es activamente hostil hacia ellos.
En resumen, se sienten como muchos catalanes.
Entender la política e historia local de cualquier región es siempre un asunto peligroso para quien está fuera. Cataluña tiene un pasado confuso y complejo, remontándose a finales del siglo XV y el naciente Reino de España. El impulso para la independencia de Madrid aumento lo largo del siglo XX, culminando en el referéndum de 2014 que el gobierno central español trató de bloquear en los tribunales. Más del 80% de los votantes apoyaron la independencia, pero solo aproximadamente un tercio de los catalanes participaron en la votación. No está claro si se producirá la votación prevista de un nuevo referéndum el 1 de octubre, dada la posibilidad de cargos penales contra los políticos catalanes detrás de él.
¿Debería permitirse la secesión a los grupos con los que estamos en desacuerdo?
Hay asimismo preguntas muy serias acerca de lo que significaría una Cataluña independiente, no solo para la económicamente tambaleante España, sino también para la vecina Francia y la UE.
Marta Hidalgo, consultora financiera española y graduada en la Universidad Mises 2017, argumenta que Cataluña es España. Cuestiona las reclamaciones históricas de independencia de la región, argumentando que el nacionalismo catalán ha cargado la propaganda para tratar de crear movimiento político a partir de un sentimiento minoritario. También señala que España es el principal mercado de Cataluña, favoreciendo la economía catalana a través de impuestos y aranceles sobre las (por otro lado) importaciones mejores y más baratas de Inglaterra o Alemania. Y destaca que las encuestas demuestran que solo en torno a 2 millones de 7,5 millones de catalanes apoyan la secesión.
Pero estos argumentos no se ocupan del asunto subyacente esencial de la autodeterminación. ¿Debería permitirse a los catalanes tomar sus propias decisiones, aunque estas decisiones sean “malas” y nosotros (o España o la UE) estemos en desacuerdo con ellas?
Sí, algunas personas estarían peor bajo un estado catalán independiente (suponiendo que Hidalgo tenga razón). Pero, por la misma razón, algunos españoles pueden estar objetivamente mejor como resultado de librarse políticamente de Cataluña. Es una cuestión factual compleja y ambos bandos tienen argumentos.
Pero el que una Cataluña independiente sea mejor o peor es algo muy subjetivo y sencillamente no tenemos que decidir nosotros.
La autodeterminación es el fin político más importante
Para los libertarios, la autodeterminación es el fin político más importante. En términos políticos, la autodeterminación es libertad. En un mundo ideal, la autodeterminación se extiende hasta el individuo, que disfruta de una completa soberanía política a lo largo de su vida. El término, a menudo mal usado, para este grado de autodeterminación completa es anarquía.
Sin embargo, en un mundo imperfecto, los libertarios deberían apoyar gobiernos más pequeños y más descentralizados como un paso pragmático hacia una mayor libertad. Nuestro objetivo sería hacer retroceder el poder político siempre que sea posible, haciendo a los estados menos poderosos y más fáciles de evitar. Barcelona es menos ominosa que Madrid. La asamblea legislativa de un estado de EEUU es menos temible que el Congreso de Washington. Las bandas callejeras son malas, pero pueden evitarse de maneras que no pueden usarse con el Tío Sam.
En último término, el argumento a favor de la independencia de Cataluña repite el argumento para la independencia escocesa en 2014:
Algunos (…) libertarios, afirmaron que deberíamos oponernos al referéndum debido a que crearía un nuevo gobierno y por tanto existirían dos estados en lugar de uno. Pero reducir el tamaño y ámbito de cualquier dominio estatal es sano para la libertad, porque nos acerca al objetivo final de la autodeterminación a nivel individual, a concedernos a cada uno soberanía sobre nuestras vidas. Siempre es bueno reducir el número de personas sobre las que cualquier gobierno afirma su autoridad.
Además, algunos conservadores argumentan que no deberíamos apoyar movimientos de secesión en los que el movimiento independentista es probable que cree un gobierno más “liberal” que el que reemplaza. Este fue el caso de Escocia, donde los escoceses más jóvenes que apoyaron el referéndum de independencia en gran número esperaban crear lazos fuertes con el parlamento de la UE en Bruselas y crear un estado de bienestar al estilo escandinavo dirigido desde Holyrood (¡no importa que los tories en Londres estuvieran encantados ante la perspectiva de deshacerse de un enorme número de partidarios del laborismo!)
Pero si el principio de autodeterminación tiene que tener algún significado, debe permitir a los demás tomar decisiones con las que estemos en desacuerdo. La competencia política solo puede beneficiarnos a todos. Lo que no entienden ni progresistas ni conservadores (o, lo que es peor, sí entienden) es que la secesión ofrece un mecanismo para la diversidad real, un mundo en el que no estamos todos unidos al mismo yugo. Ofrece una forma para la gente con opiniones e intereses ampliamente divergentes de vivir pacíficamente como vecinos en lugar de sufrir bajo un gobierno central que dé órdenes que lancen a unos contra otros.
Así que dejemos que Cataluña se vaya, si así lo decide.
- 1Curiosamente, Mises criticaba al diplomático español y ostensible liberal Salvador de Madariaga por oponerse a la independencia de Cataluña.