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Conectando los puntos: El caso del historiador perdido

La historia es una asignatura fácil de enseñar si eres intelectualmente vago. Es la asignatura más complicada de enseñar si tienes una gran memoria, lees mucho y te preocupa entender causas y efectos.

Estás constantemente teniendo que reescribir tus explicaciones para dar el mismo número de lecciones cada año. El tiempo pasa.

Si hacen esquemas de tus clases, no es un gran problema. Si escribes las lecciones con detalle, debes renovar material que creías que era esencial.

Tu distrito escolar te proporcionará una nueva edición cada pocos años. Enseña el texto, el aburrido texto preestablecido.

Casi cualquiera con una buena memoria puede conseguir un grado universitario en historia. Luego puede enseñar historia a alumnos de instituto. Los institutos estadounidenses han usado entrenadores para enseñar historia a estudiantes aburridos durante un siglo. Los entrenadores ganadores son importantes para alumnos, parientes y votantes locales. Pero tienen que justificar su presencia en una nómina académica. Los profesores de historia de instituto son una ocurrencia tardía. ¡Presto! Una oportunidad de carrera para los entrenadores.

Hay una razón por la que los alumnos de instituto han odiado la historia. Sus maestros eran un fraude. Los libros de texto o después de la Segunda Guerra Mundial bajaron al nivel.

Sobre enseñar historia

La historia es un desafío a enseñar a lo largo de una carrera. Ya he dicho por qué. Supongamos que eres un maestro brillante y recién certificado con 22 años (para instituto) o hasta 28 o 29 (para la universidad). Creas tú plan de lecciones (instituto) o lo improvisas (universidad). Se te entrega un libro de texto (instituto o y universidad de bajo nivel). No eliges el tuyo. Un comité eligió un libro de texto o que fue revisado por al menos dos comités: editores y consejos estatales. En Estados Unidos, esto significa comités en cuatro estados: Nueva York, Illinois, California y Texas. Un veto por cualquiera de ellos eliminada un nuevo libro de texto.

Si eres un fraude, enseñas el libro de texto. Tus lecciones apenas cambian, año tras año. Pero no mucho. Tienen que cambiar un poco. Porque siguen pasando cosas. Si enseñas durante 40 años, tienes que integrar 40 años más de acontecimientos.

Supongamos que enseñas el curso de presentación de historia estadounidense. El libro de texto incluye algo acerca de los indios, también conocidos como americanos nativos. (Nota: nunca jamás nativos americanos). Pero como no dejaron registros escritos, esta sección es sobre todo adivinanzas y ocurrencias antropológicas. Puede haber un párrafo sobre un asentamiento vikingo en Canadá Oriental en algún momento alrededor de 1100. Puede haber algo acerca de España, México, Florida y el Suroeste Español. Pero la historia de la colonización inglesa de América es la historia principal. Empieza en Virginia y Nueva Inglaterra a principios del siglo XVII. Esto continúa hasta que termina el libro de texto hace un Presidente.

[Aquí pasa algo raro que no advertí hasta que di mi primer curso genérico de historia estadounidense en 2016 para el Programa Ron Paul. No hay ningún libro de texto en inglés sobre la historia de Norteamérica: México, Estados Unidos y Canadá. Tenemos dos fronteras que pueden servir como indicadoras para importantes estudios sociológicos de culturas diferentes: dos culturas diferentes, no tres. Bueno, tal vez 2,1 culturas. Una frontera apenas está patrullada en algunos tramos. Es difícil apreciar la frontera entre la Columbia Británica y el estado de Washington, como demuestra este vídeo de un aficionado. En el otro lado de ambas naciones, esta frontera pasa por en medio de una biblioteca que atiende a residentes de ambas naciones. No hay agentes de aduanas en el interior. La otra frontera es un hervidero político. Trump fue elegido porque prometió construir un muro a lo largo de ella. Sabemos exactamente cuándo hemos cruzado esta frontera. Las culturas son muy distintas. ¿Por qué? ¿Why? Necesitamos una historia de Norteamérica. (Tal vez la sección de la historia canadiense podría estar escrita por los hermanos McKenzie. Yo la leería)].

El maestro empieza enseñando los hechos memorizados y regurgitados. Me refiero a él, no los estudiantes. Si enseña el libro de texto, regurgita. Dedica 40 años a regurgitar si es un fraude. No tiene impacto sobre las vidas de los estudiantes. No recuerdan su nombre, no digamos los hechos que enseñaba, dos décadas después o tal vez antes. No deja ninguna huella.

¿Qué pasa si es un investigador? ¿Qué pasa si sigue leyendo después de la universidad? ¿Qué pasa si incorpora este material a sus lecciones? ¿Qué pasa si va más allá del libro de texto? Entonces se enfrenta a un problema enorme. En unos 180 periodos escolares, da a los alumnos los hechos e interpretaciones. Pero para mantenerse al día de los acontecimientos de toda su vida, debe eliminar material. Algunos de los hechos que se deben conocer en un primer año de enseñanza deben eliminarse. Deben incorporarse nuevos hechos que se deben conocer a su curso.

¿Qué hechos deberían eliminarse? ¿Qué hechos deben sustituirse? Esta es la tarea esencial de un historiador serio.

Es peor a nivel universitario. Si hay tres clases de 50 minutos por semana para 15 semanas, lo que significa un total de 45 clases, es un total de 90 clases para un curso de un año. Restad las horas de exámenes. Es la mitad de las clases de un curso de instituto. Así que el profesor asigna más lecturas. Se espera que los alumnos realicen estas lecturas. La expresión “se espera que” tiene un sentido pasivo. Es adecuado. Pasivos es exactamente lo que son los alumnos de primer año de historia. Más que en la mayoría de los cursos, los alumnos pueden írselas arreglando. Tratan de ponerse al día antes de un examen de mitad de curso o del final. La mayoría se las arregla así. Por el contrario, nadie que no sea un genio puede hacer esto con éxito en matemáticas, física o química. La filosofía es demasiado rigurosa. Hay mucho que leer en inglés. Tal vez un estudiante pueda hacer esto en sociología. No es tan difícil de hacer en educación.

En sociología y educación, un maestro puede sustituir cualquier nuevo material que quiera, o ninguno, año tras año. No supondría académicamente ninguna diferencia. Nadie se daría cuenta. No pasa eso con los cursos de historia que cubren acontecimientos recientes. Las cosas siguen pasando. ¿Qué incluir? ¿Qué eliminar?

Historiadores serios

La mayoría de los historiadores son maestros de clase. No puedes ganarte la vida como historiador si no eres maestro de clase, salvo que seas alguien como Paul Johnson, que no tenía un doctorado y que se ganaba la vida con los derechos de sus libros, o Bruce Catton, que tampoco tenía un doctorado y era un autor superventas. No tenía ni siquiera un grado universitario. Ambos fueron antes periodistas. Se parecían mucho a Henry Hazlitt en economía. Hay pocos hombres que hagan esto. Hablo desde la experiencia. No tratéis de imitarme. Hay maneras más fáciles de ganarse la vida.

Tengo un doctorado en historia, pero me considero un historiador a tiempo parcial. No me he concentrado en un estudio histórico sistemático. Solo he escrito dos libros serios de historia: una historia en mil páginas de la iglesia presbiteriana de EEUU, 1720-1936 (1996) y una historia de la Convención Constitucional (1989/2013). Enseñé mi primer curso introductorio de historia estadounidense para el Programa Ron Paul. Eso fue en 2016. Yo tenía 74 años cuando empecé a enseñarlo.

Un historiador serio se dedica a investigar fuentes primarias y también secundarias, es decir, libros. Hay un toma y daca entre leer los puntos y conectarlos, por usar una analogía conocida, que son normalmente mejores que las analogías nuevas.

Debido a la Red, la oferta de fuentes primarias se está convirtiendo en casi exponencial. Ya no es necesario tener acceso a una gran biblioteca de investigación. Los préstamos entre bibliotecas proporcionan a todos monografías sin coste. El servicio se usa poco y por eso sigue disponible. Un investigador serio ya no necesita dinero para viajes. Ya no necesita vivir cerca de una biblioteca universitaria con tres millones de tomos o más. Yo lo hice, 1977-79. Iba a Duke. Era maravilloso, pero esporádico. Ya no es necesario. A un historiador le falta tiempo y le sobran datos. Tiene muchos más puntos a conectar.

Esto tiene dos aspectos: identificar los puntos que merece la pena conectar y crear una narrativa apropiada sin el número exponencialmente creciente de puntos disponibles.

El historiador no puede ignorar la narrativa predominante. Es su punto de contacto con sus lectores, desde los estudiantes de primero a los investigadores. No puede ignorar los acontecimientos políticos. No es posible escribir una historia de Estados Unidos sin indicar las elecciones presidenciales. Por eso es tan difícil escribir historia colonial prerrevolucionaria. Hay muchos menos acontecimientos nacionales. Por eso Concebida en libertad, de Murray Rothbard es un libro tan notable. Aunque era un genio, no lo hizo solo. Los puntos los había conectado un notable historiador que no escribió prácticamente nada: Leonard Liggio.

Uno de los problemas que tienen los hombres con memorias fotográficas es que son incapaces de descartar las enormes cantidades de hechos que conocen demasiado bien. Una vez acudí a un curso de historia medieval de un hombre así: Ernst Ekman. La historia medieval no era su especialidad. Su conocimiento era enciclopédico. No escribió casi nada a lo largo de su carrera. Murió con 54 años. Si hubiera vivido hasta los 94 no habría escrito más de lo que escribió.

No quiero molestar a nadie que siga vivo, pero puedo pensar en dos maestros de los datos históricos que han limitado su producción a los artículos. Se resisten a poner lo que saben en forma narrativa. Podrían convertirse en grandes editores académicos con bajos salarios. Hay poca demanda de esos servicios de edición. Las editoriales universitarias están pasando problemas. Las universidades ya no compran tantos libros. No hay suficiente espacio en las estanterías. Los presupuestos se están recortando. La época dorada de las bibliotecas regionales de investigación universitaria, de 1920 a 2000, es está acabando. (No estoy hablando de Cambridge y Oxford, los modelos).

La Red está haciendo posible a los aficionados con capacidad y dedicación presentar sus narrativas. La historia revisionista está creciendo a toda máquina. El escepticismo público con respecto a todas las narrativas recientes de los grandes acontecimientos actúa a favor del revisionismo. Ya no se requieren cursos de historia en muchos institutos ni en la mayoría de las universidades. La narrativa oficial cada vez es menos conocida entre los lectores. Por eso fiché a Tom Woods para enseñar dos años de Civilización Occidental para el Programa Ron Paul. Los graduados conocerán la historia mucho mejor que sus iguales.

Casi nadie recuerda a David Saville Muzzey. Fue el historiador estadounidense más vendido de todos los tiempos. Su libro de texto de instituto sobre historia estadounidense fue dominante desde 1911 hasta 1965. Aun así, pocas personas, incluso historiadores, sabían quién era en su momento. Era un presbiteriano teológicamente liberal con un doctorado en historia en Columbia y un grado del cercano Seminario Teológico de la Unión. Era un nacionalista. Nunca hubo un historiador con tantos lectores como él: una enorme audiencia cautiva durante medio siglo. Murió en 1970. Está muy presente en la monografía de Francis FitzGerald que se ocupa de los libros de texto de historia en la escuela pública estadounidense, America Revised (1979). Su libro se olvidó hace mucho.

Hay un creciente mercado de escuela en el hogar para libros de texto en competencia sobre historia estadounidense. Probablemente yo debería haber escrito uno. Pero tenía otros proyectos, otras vocaciones.

Conclusión

La narrativa es más importante que los puntos. Pero sus márgenes deben revisarse continuamente para hacer un uso eficaz de puntos recién descubiertos. Como toda narrativa tiene que revisarse continuamente al llenar los acontecimientos el tiempo asignado para la narrativa, es una tarea de una vida.

Si el narrador del texto puede además narrar eficazmente, mucho mejor. Si también puede escribir monografías revolucionarias, todavía mejor.

Llevamos mucho tiempo esperando a este narrador.

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Image Source: iStock
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