Guerra y política exterior

Los que actualmente abogan por nuevas intervenciones en Siria y Venezuela tienen poco interés en confrontar honestamente los costos reales de la intervención. Todo lo que ven son las ventajas políticas de decir que «hicieron algo», incluso si esas cosas resultaran ser desastrosas.

Una de las dictaduras islámicas más militaristas del mundo, Arabia Saudita, ejerce presión en Washington para aumentar el gasto militar de los Estados Unidos, y los saudíes son recompensados generosamente por sus esfuerzos.

El general Dwight D. Eisenhower, jefe de los detractores, dijo: “Estaba en contra (del uso de la bomba atómica) por dos motivos. Primero, los japoneses estaban listos para rendirse y no era necesario golpearlos con esa cosa horrible”.

El difunto George H. W. Bush fue decisivo en la creación de nuestro mundo de interminables guerras contra Estados extranjeros que no son amenaza para los Estados Unidos.

Desde hace un siglo, la ideología de Woodrow Wilson de democratización forzada y guerra ideológica continúa dominando la política exterior estadounidense.

Estados Unidos fue a la guerra hace 100 años sin ninguna buena razón e indudablemente no por el “interés general” de la seguridad nacional

Las hostilidades en el norte del Atlántico proporcionaron el contexto (o más bien, el pretexto) para la participación de Estados Unidos

El gobierno de los EE. UU. utilizó la ayuda externa para difundir una política de esterilización teñida con eugenesia en Perú a fines de los años noventa.

Trump ha propuesto la "Fuerza Espacial" como una nueva y costosa rama militar y burocracia. La reacción a su plan ayuda a ilustrar la complejidad de la política militar en Washington.

La economía austriaca en particular proporciona al historiador un aparato teórico que le dota de la capacidad de hacer que las estadísticas incorpóreas cuenten una historia coherente y precisa.