Power & Market

Un giro multipolar con perturbaciones en la energía y el dólar

Resumen ejecutivo

  • A corto plazo, la reapertura de China y la compra de crudo ESPO erosionarían probablemente el papel del Brent y los índices energéticos
  • Los países del Golfo prevén que el alcance del petroyuan esté a la altura de las demandas de bienes y transferencia de tecnología chinos
  • El aumento de los pagos en yuanes por la energía rusa y el incremento del comercio bilateral China-Golfo implican un futuro descenso de la demanda de dólares
  • A largo plazo, el aumento de las liquidaciones comerciales en moneda local erosionaría los flujos en dólares y la influencia de la Reserva Federal

El crudo ruso en yuanes rivaliza con las importaciones saudíes

En 2021, China importó 79,6 millones de toneladas de crudo de Rusia (1,6 millones de barriles diarios) frente a 87,6 millones de toneladas de Arabia Saudí (1,8 millones de barriles diarios). Estos dos productores representaron respectivamente el 15,5% y el 17,1% de la importación total de crudo de China, con 513,2 millones de toneladas (10,3 millones de barriles diarios), cifra cercana a la producción total de Arabia Saudí en 2021, de 515 millones de toneladas. Con la demanda actual, China es el principal cliente energético tanto de Arabia Saudí como de Rusia:

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Tras el inicio de la guerra en Europa, el aumento de las exportaciones de crudo ruso denominado en yuanes y la omisión del crudo ruso de grado Siberia Oriental Océano Pacífico (ESPO) de los índices de materias primas más amplios probablemente erosionarían el papel del crudo Brent como referencia petrolera mundial. Los inversores que se centran únicamente en el Brent pueden pasar por alto los principales cambios del mercado.

La demanda de energía de China fue moderada en 2021 y 2022 debido a las restricciones por la pandemia, y una reapertura económica más amplia probablemente aceleraría la demanda de productos energéticos tanto rusos como saudíes (en más de 2 millones de barriles al día). Sin embargo, el Brent sólo reflejaría parte del aumento de la demanda debido al envío de ESPO y a los flujos directos de los oleoductos ruso-chinos. En 2022, la venta de crudo ruso por oleoducto a China ascendió a 33,3 millones de toneladas en octubre (casi la mitad de los flujos rusos a China durante el periodo). Dado que los oleoductos de crudo no utilizarían los servicios de seguro de la UE o del G7, los productos se comercializarían a precios sin tope hasta 2023.

Mientras tanto, el crudo ESPO transportado por vía marítima cotizó a 79 dólares por barril en los mercados asiáticos tras la entrada en vigor del tope de precios del G7 + UE a 60 dólares por barril, debido a la presencia de una flota rusa de petroleros que utiliza su propio seguro.

El Bloomberg Commodity Index, así como sus instrumentos de futuros, utiliza crudo WTI y Brent para construir sus componentes de crudo, y subrepresentaría la evolución del mercado energético en Asia si el ESPO se desvincula del Brent:

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En la actualidad, las compras de crudo ruso denominadas en yuanes utilizan un sistema casi de trueque: Los compradores chinos liquidarían las compras de crudo ruso en yuanes, y Rusia utilizaría posteriormente los yuanes para adquirir productos tecnológicos chinos.

Es el mismo modelo de petroyuanes que se discutió en la Cumbre China-Saudí.

Cumbre China-Saudí e impactos a largo plazo

Uno de los puntos clave del mercado en la cumbre saudí-china a la que asistieron el príncipe heredero Bin Salman y el presidente Xi fue el petroyuan. Xi propuso hacer «pleno uso de la Bolsa Nacional de Petróleo y Gas de Shanghái como plataforma para llevar a cabo la liquidación en yuanes del comercio de petróleo y gas». Una fuente saudí dijo anteriormente que la decisión de vender pequeñas cantidades de petróleo en yuanes a China podría tener sentido para pagar directamente las importaciones chinas, pero «todavía no es el momento adecuado» para dar el paso.

Esta postura ambigua preservó la opción política del Reino, ya que los saudíes no ven en el yuan una moneda de reserva alternativa como Rusia. Riad, al igual que Hong Kong, vincula su moneda al dólar, y necesitaría una amplia reserva de dólares para defender el riyal. Mientras persista este sistema, Arabia Saudí utilizaría el petrodólar como fuente de liquidez y reinvertiría las reservas en activos denominados en dólares que devenguen intereses, como títulos del Tesoro de EEUU o bonos corporativos. Esto apoya al dólar y contribuye a facilitar las condiciones financieras basadas en el dólar al impulsar los precios de los activos en dólares. En última instancia, el sistema del petrodólar desempeña un papel para elevar a la Reserva Federal como banco central del sistema del dólar que afecta a los costes de financiación mundiales.

Sin embargo, la disposición de Arabia Saudí a considerar un sistema modelado según el comercio de crudo ruso basado en yuanes refleja sus consideraciones pragmáticas: crea un incentivo para que Pekín amplíe los lazos económicos con Riad. Cuanto mayor sea el comercio bilateral global en yuanes, mayor será la demanda de renminbi por parte del reino para pagar bienes y tecnología chinos, y el petroyuan cumpliría un propósito similar al del petrodólar para suministrar a Riad una moneda de facturación distinta del dólar.

Con el tiempo, cuanto mayor sea el comercio bilateral entre Arabia Saudí y China, mayor será la probabilidad de que más transacciones de crudo se liquiden en yuanes, reduciéndose así el papel del dólar (y de la política de la Reserva Federal) en los mercados mundiales de activos. Aunque el petroyuan difícilmente sustituiría al petrodólar dado su limitado alcance, una menor presencia del dólar en la liquidación de materias primas se traduciría en una menor reinversión de las reservas en dólares en activos en dólares. Esto tiene ramificaciones desde la política fiscal de los EEUU (menor demanda de deuda en dólares) hasta los mercados de los EEUU de renta fija y variable.

Combinado con el trabajo de India en las transacciones en rupias con Rusia, un lento avance hacia un mundo multipolar (fragmentado) probablemente debilitaría el dólar y erosionaría los paradigmas existentes de correlación de activos para crear nuevas oportunidades de mercado.

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