Power & Market

Trump nombra otro candidato a la Reserva Federal aprobado por Obama

Poder y mercado Tho Bishop

En ningún campo ha diferido más el presidente Trump de su retórica de campaña que en el de la política monetaria. Ayer Trump anunció los nombramientos de Richard Clarida y Michelle Bowman al Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal, ocupando el primero el papel de vicepresidente. La nominación de Clarida en particular ejemplifica lo poco inspirados que han sido los nombramientos de Trump, ya que fue uno de los finalistas para la presidencia de la Fed bajo Obama hasta que pidió que no se considerara su nombre. Es curioso, ya que eso hizo que Jay Powell, el nuevo presidente de la Fed de Trump, ocupara su puesto.

Richard Clarida, antiguo cargo del Tesoro de Bush, trabaja actualmente como profesor en la Universidad de Columbia y asesor de Pacific Investment Management Co.  Es un neokeynesiano que ha publicado mucho sobre “política monetaria óptima”. (Guido Zimmerman tiene un interesante artículo en QJAE sobre el tema con referencias a algunos trabajos de Clarida).

En relación con sus opiniones sobre políticas, ofrece un interesante contraste con su compañero Marvin Goodfriend, cuya nominación se ha paralizado el Senado. A favor de Clarida, rechaza el apoyo de Goodfriend a los tipos negativos de interés, llegando a cuestionar su legalidad por parte de la Fed. En su papel de asesor en Pimco, su análisis ha cuestionado la eficacia del activismo monetario contemporáneo. Como coescribió en un análisis de junio del 2016:

En años recientes hemos descrito “cabalgar una ola” de intervenciones del banco central mientras se han ido desarrollando en distintos países diversas políticas no convencionales, generando retornos en los precios de los activos. Esta cabalgada ha funcionado bien en el pasado. Sin embargo, mirando por encima del horizonte, los retornos decrecientes en las intervenciones del banco central (y el potencial de activismo político para hacer más mal que bien, notablemente en el caso de la política de tipos negativos) se aconseja ir en contra de esa postura.

Por supuesto, también disiente en un área en la que Goodfriend piensa bien: el uso del balance de la Fed. Goodfriend ha advertido que la compra de activos que no son del Tesoro por parte de la Fed, como los títulos con respaldo hipotecario, la ponen en el negocio del asignación del capital. Por el contrario, Clarida piensa que la Fed fue demasiado moderada en la compra de activos tras la crisis financiera.

Como señala Matthew C. Klein, de Barron’s:

Clarida pensaba que la Fed podría haber respondido eficazmente a las recesiones comprometiéndose a comprar tantos bonos (incluyendo bonos hipotecarios y bonos corporativos) como fuera necesario para “limitar” los tipos de interés a los niveles que hubiera querido:

“Mucha de la literatura existente o se equivoca completamente o infravalora lo robusto que puede ser un programa de compra de activos a gran escala para rebajar los rendimientos de los bonos y/o los diferenciales de crédito (…) un banco central puede siempre y en todo lugar poner un mínimo a cualquier precio de un activo nominal (o serie de precios de activos nominales) durante tanto tiempo como quiera (…) Mientras el banco central esté dispuesto a comprar un volumen ilimitado de esos bonos (incluyendo potencialmente todos los valores existentes) al tipo de interés al que quiera poner un máximo, tendrá éxito. Y por supuesto, el razonamiento anterior también se aplica directamente a un programa de compra de activos a gran escala dirigido hacia los bonos corporativos o valores con respaldo hipotecario”.

La Fed tuvo éxito en poner un máximo en los costes de los préstamos al gobierno de Estados Unidos en la década de 1940 y esta experiencia fue citada por el personal de la Fed a mediados de 2003. Aunque la idea no consiguió atraer a los legisladores estadounidenses, el Banco de Japón ha usado con éxito el “control de la curva de rendimientos” para limitar los rendimientos de los bonos públicos japoneses desde 2016. La postura de Clarida en 2010 sugiere que le gustaría algo similar, tal vez incluyendo también bonos hipotecarios y bonos corporativos, si estuviera en la Fed en la próxima recesión.

En lo que se refiere a la reforma de la Fed, probablemente Clarida sea un aliado para los republicanos de la Cámara que han presionado para que la Fed adopte un marco de política monetaria basada en reglas. Clarida lleva mucho tiempo escribiendo acerca de las ventajas de un marco basado en normas e incluso tiene su propia versión “mirando al futuro” de la regla de Taylor.

Como miembro con voto de la Fed, Michelle Bowman también tendrá importancia sobre el futuro de la política monetaria, pero, hasta donde yo sé, no ha hecho ningún comentario público sobre el tema. En lugar de ser una economista, es una jurista que tuvo una larga carrera de Washington. Trabajó con el senador Bob Dole, el Comité de Transporte de la Cámara, el Comité de Supervisión de la Cámara, la FEMA y el secretario de seguridad nacional, Tom Ridge. No es el mejor currículo para secar el pantano.

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