El profesor Philipp Bagus ha publicado un notable artículo en el que defiende el desarrollo de una economía política que nos ayude a entender el coronavirus de 2020 y otros sucesos similares propensos a la histeria colectiva.
El artículo, titulado «COVID-19 y la economía política de la histeria colectiva»1 aparece en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health. Afortunadamente, está disponible en línea en su totalidad a través de la empresa suiza MDPI (que está comprometida con la publicación académica de acceso abierto frente a los persistentes y absurdos muros de pago del siglo XX para la mayoría de las revistas académicas). Bagus, junto con los coautores José Antonio Peña-Ramos y Antonio Sánchez-Bayón, sostienen que los medios digitales potencian y convierten en arma la información proporcionada por fuentes estatales autorizadas en tiempos de crisis.
La invocación de la «salud pública» tiende a suspender la capacidad de incredulidad del público; después de todo, ¿quién quiere enfermarse de una enfermedad que no respeta fronteras ni estratos sociales? ¿Y por qué iban a mentir los políticos o los medios de comunicación sobre un nuevo y extraño virus procedente de China? También tiende a suspender las objeciones del público a las medidas extralegales claramente ilegales o dudosas, como el cierre de empresas y de escuelas. Nos hace olvidar las compensaciones y alternativas, al menos temporalmente, porque la vida, o al menos nuestra salud, está en juego. Esto es especialmente cierto en los primeros meses de una crisis, lo que podríamos llamar la «niebla de guerra».
Pero como aclaran Bagus y compañía, las realidades políticas y económicas no desaparecen mágicamente durante una pandemia. De hecho, las tensiones duraderas entre la economía y la política son cada vez mayores cuando los Estados adoptan medidas agresivas para mantener a los ciudadanos en casa y sustituyen la actividad económica por estímulos fiscales o monetarios. La salud pública y el estado de bienestar más amplio—especialmente los sistemas de salud pública—no pueden separarse claramente. Y cuanto más grande es el gobierno, más profunda es la magnitud de los errores políticos. Los políticos, según Hans-Hermann Hoppe, tienen una tendencia permanente a pensar a corto plazo por su propia naturaleza. Y están en su peor momento cuando los poderes de emergencia son arrebatados a un público dispuesto y desinteresado en los procesos legislativos.
El marco de Bagus para la economía política del covid surge cuando empezamos a entender la política y la economía de forma realista y en conjunto. La histeria de masas impone tremendos costes en toda la sociedad, tanto en términos humanos como económicos. Las compensaciones no pueden evitarse, aunque no se discutan mucho en los medios de comunicación populares. El alcoholismo, los suicidios, las enfermedades no tratadas y los enormes daños psicológicos deben tenerse en cuenta, además de los asombrosos y casi desconocidos costes financieros de los confinamientos. La histeria lo empeora todo. El documento señala que las instituciones políticas, los propios políticos y los medios de comunicación se han confabulado para intensificar el grado de histeria de la sociedad respecto al covid durante el pasado año:
- Los Estados prohibieron o limitaron actividades como cenar, hacer deporte y socializar;
- Los Estados abordaron la amenaza percibida del virus de forma centralizada;
- Los medios de comunicación fuertemente politizados y con licencia estatal tendieron a promover los puntos de vista proporcionados por los funcionarios del gobierno;
- Las noticias negativas se veían reforzadas cuando eran proporcionadas por funcionarios de salud pública aparentemente autorizados;
- Los políticos bien pueden haberse beneficiado al infundir miedo en la población; y
- Los políticos tenían todos los incentivos para exagerar la amenaza del virus, ya que no asumen los costes
El estrecho nexo entre los actores políticos y las plataformas mediáticas dominantes crea un entorno propicio para la histeria del covid, simplemente porque los incentivos y las herramientas son muy adecuados para ello. Como dicen los autores:
Los políticos interesados se enfrentan a una recompensa asimétrica. Subestimar una amenaza y no actuar tiene un gran coste político, ya que los políticos serán considerados responsables del desastre causado por la amenaza que subestimaron. Por el contrario, la exageración o incluso la invención de una amenaza y la intervención audaz del Estado son políticamente más atractivas. Si la amenaza existencial alegada por los políticos resulta ser realmente un peligro tan grande, pueden ser celebrados como héroes si promulgan medidas audaces. Si al final los costes de estas medidas resultan ser excesivos en comparación con el peligro real, los políticos no tienen que asumir el coste de la decisión equivocada, sino que pueden trasladarlo al resto de la población. Por lo tanto, los políticos que disfrutan de una renta garantizada tienen un incentivo para exagerar un peligro e imponer medidas exageradas, lo que también se denomina sobrerreacción política, que favorece la aparición y el crecimiento de la histeria colectiva.
En resumen, los derechos de propiedad tienden a no ser límites eficaces para frenar la histeria colectiva en un estado de bienestar. Además, el Estado puede inhibir los mecanismos naturales que reducen el estrés y la histeria. La naturaleza centralizada del Estado aumenta las presiones de grupo y de conformidad. Los medios de comunicación politizados y los mensajes negativos de los organismos oficiales del Estado pueden aumentar aún más la presión psicológica. Por último, el Estado puede querer aumentar intencionadamente la ansiedad, y los políticos tienen el incentivo de tomar decisiones audaces y exagerar la amenaza.
El gran gobierno y los grandes medios de comunicación van de la mano, de ahí la reacción exagerada del público ante el covid. Al fin y al cabo, los colectivos, por su propia naturaleza, no permiten una variedad de puntos de vista o enfoques de los problemas. Bagus y sus coautores nos han dado una exposición maravillosa y original, una nueva forma de ver el viejo concepto de Edward Bernay de «fabricar el consentimiento». También nos han dado la solución: incentivos de mercado, derechos de propiedad y mecanismos descentralizados de descubrimiento. La política de arriba a abajo no puede producir una competencia por las soluciones, sino que actúa como un instrumento contundente e ineficiente de la mala política.
O como afirman los autores, «existen límites importantes para que una histeria de masas perjudique la vida y la libertad en un Estado mínimo».
- 1Philipp Bagus, José Antonio Peña-Ramos, y Antonio Sánchez-Bayón, «COVID-19 and the Political Economy of Mass Hysteria» International Journal of Environmental Research and Public Health 18, no. 4 (2021): 1376, https://doi.org/10.3390/ijerph18041376.