La solución REAL a la próxima crisis económica

Mi artículo anterior demostró cómo el libre mercado resuelve una crisis de auge y caída y es la única solución, su eficacia depende de la magnitud de la crisis y, lo que es más importante, de cuánto intervenga el gobierno en respuesta. Cuanto mayor sea el problema creado por la Fed, mayor será la crisis y más intervendrá el gobierno, y más lenta será la recuperación de la economía.

Cómo el dinero fácil avivó el colapso cripto FTX

El colapso de la bolsa cripto FTX puede resultar ser un canario en la mina de carbón de las burbujas cripto alimentadas por el dinero fácil. El colapso de FTX ha puesto de manifiesto la escasa diligencia de los inversores, que aparentemente están dispuestos a invertir grandes cantidades de dinero en cualquier lugar que parezca ser la novedad más importante y que prometa —sin pruebas convincentes— grandes beneficios.

Fedcoin: comienza con un lanzamiento de prueba

Una sociedad sin efectivo sería el clavo en el ataúd de la libertad, ofreciendo una centralización con la que Marx sólo podía soñar. La existencia de una puerta trasera del gobierno o de un programa espía se convierte en una posibilidad real, y dado el historial del Estado, en una probabilidad real. Entonces, por supuesto, la capacidad de rastrear, congelar e incluso establecer fechas de caducidad del dinero, se comercializará como «características» para proteger al público.

¿Ganaron los constitucionalistas en las últimas elecciones?

Lo que importa en cada elección es el progreso de los constitucionalistas.

Los votantes y políticos constitucionalistas tienen enormes dificultades para conseguir que los constitucionalistas superen a los progresistas Republicanos. Los progresistas se ven favorecidos por los procesos de primarias estatales, las normas y prácticas de los partidos, la compra de medios de comunicación por parte de amiguetes y el apoyo de los medios de comunicación heredados.

¿Son falibles los «expertos» progresistas? Sí, pero no se lo digas a ellos

Se puede argumentar que el mundo ha llegado al lamentable estado en el que se encuentra hoy en día en gran medida porque los académicos, los políticos, los «distinguidos expertos» y las «reconocidas autoridades» no tuvieron la humildad de admitir sus propios errores o de reconocer al menos los límites de sus conocimientos. Por supuesto, esto no es ni mucho menos una aflicción nueva en las sociedades y los sistemas políticos.