Una crítica habitual contra el sistema capitalista es que los recursos se priorizan sobre la capacidad de pago. Los ricos son capaces de competir mejor por recursos, comparados con los pobres, creando una distribución desigual de recursos a favor de los ricos. Una solución que se presenta habitualmente a este supuesto problema es pasar a una sociedad socialista, donde el estado es responsable de aprovisionar y distribuir los bienes. Lo que dice el argumento es que, si el gobierno es responsable de este aprovisionamiento, se resolverá el problema de la distribución desigual y todos tendrán acceso a todo. Por ejemplo, esta fue la justificación detrás de la creación del sistema de atención universal de Canadá y otros sistemas similares en todo el planeta. Al eliminar el motivo del beneficio, eso dice la argumentación, los servicios médicos ya no se venderán al que ofrezca más, sino a quienes más lo necesiten, la letanía habitual del comunismo.
Sin embargo, la realidad es una cruel amante. Debido al concepto de los recursos escasos, incluso el idealizado comunismo tendría que discriminar sobre quién obtiene el primer uso de los recursos disponibles. Antes explicar esto, es importante entender cómo distribuye los bienes un sistema económico.
Tiempo y coste de oportunidad
Independientemente del sistema económico, todos los sistemas utilizan un sistema de intercambio. Lo que se intercambia puede ser de naturaleza material, como es habitual en los sistemas de trueque, monetario, como en los sistemas modernos de inclinación capitalista, o, bajo estructuras socialistas y comunistas, el activo más básico, el tiempo.
El tiempo es en sí mismo el componente base en toda producción de recursos. En cualquier momento del día, el tiempo se gasta en una actividad y no puede recuperarse. Una hora usada ha desaparecido para siempre. Este es el motivador clave detrás del concepto de los costes de oportunidad. Decidas lo que decidas hacer en esa hora de tiempo, renuncias a multitud de otras opciones que podrías llevar a cabo con esa misma hora. Una hora gastada en la oficina es una hora que ya no hay disponible para pintar la casa o pasear por el bosque (aunque no una hora perdida en viajar a Marte, ya que eso actualmente no es posible, así que las opciones perdidas no son infinitas).
Cuando se evalúan los distintos sistemas económicos, hay que tener siempre en cuenta este coste de oportunidad. Todos los sistemas mezclan tierra, trabajo y capital dentro de este marco del coste de oportunidad. Incluso una hipotética sociedad comunista pura tendría que utilizar tiempo para acumular capital, ya que no es posible producir grandes recursos sin construir primero estructuras de apoyo, como una fábrica, para hacerlo.
Bajo el capitalismo moderno, esta contribución temporal es capaz de almacenarse y ahorrarse en forma de dinero. El dinero (con excepciones, como sistemas de compinches y salarios para funcionarios involuntarios: pensad en el salario de un senador) normalmente representa la contribución de una persona a la sociedad. El dinero permite a las personas producir un bien o servicio y luego guardarse ese intercambio para recibir a cambio algún bien o servicio futuro no especificado. Cuantas más unidades de este dinero posea una persona, mayor contribución a la sociedad habrá proporcionado esa persona.
Cómo discrimina el capitalismo depende de la calidad del tiempo y de la puja individual sobre activos en el mercado. Si dos personas están dispuestas a renunciar a una hora de su tiempo a cambio de un bien concreto, la persona que es capaz de ganar 30$ en una hora concreta tiene una clara ventaja sobre la persona que gana 7$. En otras palabras, el que gana 7$ necesita toda una hora para comprar un objeto de 7$, mientras que el que gana 30$ solo necesita 14 minutos. Lo que significa esto es que el coste de oportunidad de gastar una unidad de moneda es más bajo para el que gana 30$ la hora que para el que gana 7$ la hora. Lo que significa esto es que el que gana 30$ está dispuesto y es capaz de ofrecer más que el que gana 7$.
Para mejorar la capacidad de puja por bienes en una economía capitalista, una persona tiene que aumentar la calidad de una hora de trabajo. Si el que gana 7$ quiere competir de igual a igual con el que gana 30$, tiene que aumentar su propia productividad hasta 30$ la hora. Esto se hace en a través de varias vías: formación, educación y emprendimiento son las principales. Bajo este sistema, competir por nuevos recursos crea un beneficio reforzado para otros actores del mercado. Cuando el que gana 7$ aumenta su valor productivo a 30$, todos los demás actores en el mercado también se benefician de esto. Pues un trabajador más productivo produce más bienes de manera más barata, reduciendo así el coste de la vida de todos y aumentando la calidad de la vida. Ahora la existencia neta de recursos entre los dos actores habría aumentado de 37$ la hora a 60$ la hora. Si el actor original de 30$ quiere mantener su posición, debe aumentar aún más su productividad en el mercado, incrementando más los recursos netos disponibles. Por esto las economías capitalistas competitivas continúan enriqueciéndose con el paso del tiempo.
Bajo una economía socialista, todas las unidades de tiempo se convierten en iguales. La hora de una persona que proporciona mucho a la sociedad es igual a la de alguien que no proporciona nada. Lo que hace un sistema en el que las cosas se entregan “gratis” es ahora favorecer a aquellos con más horas disponibles para comerciar. En otras palabras, cuanto menos valioso es el tiempo para el actor individual, mayor es la ventaja competitiva de este actor para lograr bienes y servicios. Por ejemplo, si la comida es proporcionada por el estado, se forman naturalmente colas por el pan. Para conseguir el acceso a los recursos bajo un sistema socialista, los que son capaces de pagar más en horas, es decir, aquellos que estén más tiempo en la cola, serán los que tengan mayores posibilidades de recibir los recursos escasos. Con el paso del tiempo, los bienes disponibles se aproximan al infinito, haciendo cada vez mayor lo que puede lograrse en una hora, beneficiando a todos los actores, incluso a aquellos que tengan menos productividad.
Bajo este sistema, las motivaciones y los elementos de refuerzo son los contrarios de la estructura capitalista. Para aumentar la competitividad sobre los recursos, una persona debe reducir todas sus demás obligaciones. La hora gastada en la panadería fabricando el pan es una hora que pierde haciendo cola en algún otro lugar para conseguir el pan. Así que el panadero tiene que elegir entre contribuir materialmente a la sociedad o renunciar a esta productividad para evitar perder en la distribución del recurso. Cuantas más personas renuncien a la actividad productiva, más aumenta la cantidad de tiempo requerida para obtener recursos cada vez más escasos, convenciendo a su vez a más personas a renunciar a la fábrica y quedarse en las colas de distribución. Este ciclo acaba llevando a un colapso económico total, como se ha visto en prácticamente todas las naciones que han intentado acercarse al comunismo puro. Con el paso del tiempo, los recursos disponibles se aproximan a cero, requiriendo cada vez mayores cantidades de tiempo en las colas.
El ejemplo de la medicina socializada
Incluso en sistemas híbridos como Reino Unido todavía se ven estos problemas y desde un ángulo distinto. En el sistema sanitario nacional (NHS), el tiempo es la moneda clave para conseguir servicios. Las personas que son capaces de estar pronto en la cola, consiguiendo camas de hospital mucho antes de la prestación de los servicios, están mejor posicionadas para obtener dichos servicios. Lo que ha conseguido esto es favorecer los servicios de baja urgencia por encima de los de alta urgencia. Los que buscan operaciones de baja urgencia están dispuestos a esperar grandes cantidades de tiempo en una cola para obtener servicios, mientras que alguien con necesidad médica más urgente no tiene tiempo disponible para esperar en cola. Así que, los de bajas urgencias y los jóvenes son “ricos en tiempo” comparados con los enfermos y ancianos, que son pobres en tiempo.
Por ejemplo, el NHS tienen muy malas tasas de supervivencia al cáncer, que requiere una rápida identificación y tratamiento para sobrevivir, mientras que medicina general, cirujanos y camas de hospital para restauración quirúrgica de la virginidad son capaces de conseguir un rápido puesto en la cola. Alguien normalmente no planea tener un cáncer con 18 semanas de adelanto, mientras que alguien pueda hacerlo con un procedimiento de reparación de himen. Un sistema capitalista haría que la persona en busca de un tratamiento contra el cáncer fuera capaz de pujar por encima de la persona que busca una restauración de virginidad, ya que la obtención del tratamiento de cáncer se pagaría muy por encima de la restauración de virginidad.
Ningún sistema económico es capaz de escapar a la realidad de los recursos escasos y la asignación de recursos debe realizarse con cierto nivel de discriminación. Debido a esto, la elección del sistema económico debe tener en consideración las motivaciones para alcanzar los recursos. Sin sistema recompensa la productividad y el valor, como haría un hipotético mercado libre puro, entonces la motivación es producir un mayor valor. Si el sistema recompensa la capacidad de estar en una larga cola durante horas o semanas cada vez, entonces el sistema motivará a la gente a esperar en la cola y a ser improductiva, produciendo así menos valor.
En cualquier sistema los bienes que se consuman deben pagarse. Ni siquiera bajo la hipotética utopía comunista, nada es gratis.