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Del leninismo a la socialdemocracia: guía de modelos socialistas

Debatir sobre el socialismo es difícil, no sólo por las muchas variedades diferentes que se han propuesto, sino también porque su definición es muy maleable. En los debates, los socialistas cambian a menudo entre diferentes interpretaciones —a veces haciendo hincapié en el control estatal, otras centrándose en las cooperativas de trabajadores o en las redes de seguridad social— dependiendo de lo que mejor se adapte a sus argumentos en cada momento. A grandes rasgos, sin embargo, las distintas versiones del socialismo pueden clasificarse como sigue:

Planificación centralizada

Control estatal de la producción y la economía

Democracias laborales

Control de los trabajadores sobre la producción y la gestión

Basado en el capitalismoMantiene los mecanismos de mercado
Socialismo de Estado
Propiedad estatal de los medios de producción y planificación económica centralizada.

Ejemplo: La Unión Soviética bajo Lenin y Stalin.

Marxismo-leninismo
Planificación central por un partido de vanguardia, donde el Estado controla la economía en nombre del proletariado.

Ejemplos: La Unión Soviética, la China maoísta, la Cuba castrista.

Socialismo revolucionario
El control estatal centralizado durante el periodo de transición posterior a la revolución.

Ejemplo: La Revolución Rusa bajo Lenin.

Centralismo democrático
Toma de decisiones centralizada sujeta a una aportación democrática limitada; una variante del marxismo-leninismo.

Ejemplo: La Unión Soviética, donde el Partido Comunista permitía el debate interno nominal pero imponía un estricto control de arriba abajo.

Estalinismo

Planificación central autoritaria con control estatal de toda la vida económica y política.

Ejemplo: La Unión Soviética bajo Stalin, caracterizada por la propiedad estatal, la economía dirigida y la represión política.


Democracias obreras

 

Socialismo libertario I

También llamado «anarquismo», el socialismo libertario se basa en comunidades y cooperativas descentralizadas, sin Estado y gestionadas por los trabajadores, sin autoridad central.

Ejemplo: La Revolución española (1936-1940), sobre todo en Cataluña, donde los trabajadores controlaban las fábricas y las granjas colectivas.

Socialismo gremialControl obrero de las industrias mediante gremios democráticos que gestionan la producción y la planificación económica.
Socialismo democráticoPropiedad social y control democrático de industrias clave, a menudo dentro de un sistema político multipartidista.
Socialismo feministaEstructuras cooperativas democráticas diseñadas para garantizar la igualdad de género y la justicia económica, normalmente a través del control de los trabajadores.
Consejo Comunismo

Control directo de los trabajadores a través de consejos, rechazando tanto el sistema estatal como el de mercado.

Ejemplo: La Revolución Alemana (1918-1919), en la que los consejos obreros intentaron sustituir tanto al Estado como al capitalismo.

SindicalismoControl obrero de las industrias a través de sindicatos o gremios, eliminando tanto el control central como los mecanismos de mercado.
Economía participativaUn sistema en el que todos los ciudadanos participan directamente en la planificación económica y la toma de decisiones.

 

Basado en el capitalismo

 

Socialismo de mercado

Propiedad social de los medios de producción conservando algunos mecanismos de mercado.

Ejemplo: Yugoslavia (de 1950 a 1980) en la que las empresas gestionadas por los trabajadores funcionaban bajo una planificación dirigida por el Estado.

Socialdemocracia

Amplia regulación de los mercados junto con redes de seguridad social y redistribución de la riqueza.

Ejemplos: Suecia, Noruega y Dinamarca, donde el capitalismo coexiste con importantes programas de bienestar, protecciones laborales e intervención gubernamental en el mercado.

EcosocialismoUn sistema que incorpore mecanismos de mercado alineados con los objetivos de sostenibilidad medioambiental y justicia social.
Socialismo cristianoLa propiedad cooperativa se ajusta a las enseñanzas éticas cristianas y a la responsabilidad social, al tiempo que conserva elementos capitalistas.
Socialismo de tercera víaUna economía mixta que combine mecanismos de mercado con una fuerte protección social.
Socialismo empresarial

Las empresas conservan la propiedad de la producción, pero están obligadas a promover objetivos sociales como la educación y la sanidad.

Ejemplo: Subvenciones, rescates e incentivos fiscales a las empresas de los EEUU.

Socialismo libertario IILos mercados funcionan bajo estrictas directrices o supervisión comunitaria.

 

Otros

Socialismo utópicoPropiedad comunal y cooperación, independientes tanto de la planificación central como de los sistemas de mercado.
ComunalismoComunidades autónomas y democráticas que hacen hincapié en la propiedad comunitaria y rechazan tanto el control estatal como el capitalismo.
MutualismoPropiedad cooperativa de los recursos e intercambio recíproco.
Socialismo verdeUna economía descentralizada y sostenible que no esté dirigida puramente por el mercado ni por el Estado.

Análisis

Las economías de planificación centralizada —y, en menor medida, las economías mixtas de base capitalista— se enfrentan a importantes problemas de conocimiento e incentivos. Sin precios de mercado libres (o cuando los precios están muy distorsionados por la regulación y la intervención), la gente tiene dificultades para determinar la demanda, el riesgo y la incertidumbre, los costes de oportunidad, la disponibilidad de recursos y el valor relativo de los bienes y servicios. Del mismo modo, sin incentivos de lucros (o cuando los incentivos están desalineados por subvenciones y mandatos), los trabajadores tienen poca motivación para producir eficientemente, y los funcionarios del gobierno tienen pocas razones para priorizar el bienestar social sobre sus propios intereses personales o políticos.

Las democracias de los trabajadores se enfrentan a problemas de coordinación. Mientras que las cooperativas de trabajo asociado individuales operan con éxito dentro de un marco capitalista de precios de libre mercado y Estado de Ley, los defensores quieren eliminar este marco. Sin él, no tienen forma de alinear sus planes democráticamente determinados con los de otras cooperativas ni de satisfacer la demanda de los consumidores.

Algunos proponen federaciones representativas para coordinar la producción, pero el tamaño y la complejidad de las economías modernas plantean un reto abrumador. Sólo los EEUU tiene más de un cuarto de millón de fábricas, muchas de las cuales producen componentes que otros necesitan. ¿Cómo podrían las federaciones garantizar una coordinación fluida sin dejar de respetar las opciones democráticas de cada cooperativa? Inevitablemente, se verían obligadas a dirigir la producción, pasando por encima de las decisiones individuales de los trabajadores. Para imponer su cumplimiento, necesitarían autoridad y poder coercitivo, reduciendo finalmente el sistema a una tiranía de planificación centralizada.

Y las fábricas son la parte fácil —producen bienes tangibles mediante procesos mensurables. Pero menos del 8% de los trabajadores americanos trabajan hoy en la industria manufacturera. Desde mediados de la década de 1950, los EEUU es una economía de servicios, en la que la cantidad y la calidad de la producción son mucho más difíciles de medir.

Conclusión

La gran variedad de modelos socialistas refleja la tensión entre la coordinación económica y la autonomía individual. Si los socialistas lograran su revolución, ¿qué versión del socialismo prevalecería? Históricamente, la respuesta ha sido quien tiene más poder o quien es más despiadado en el uso del poder. Las visiones utópicas de un socialismo descentralizado suelen dar paso a un control centralizado, ya que las facciones rivales luchan por el dominio. En ausencia de fuerzas de mercado, la planificación económica requiere coerción, y el poder acaba en manos de quienes están dispuestos a utilizarlo. El sueño de la democracia dirigida por los trabajadores suele acabar en autoritarismo.

En última instancia, los experimentos socialistas deben enfrentarse al mismo dilema: sin señales de mercado, la planificación es difícil; con mercados, el socialismo se convierte en capitalismo en todo menos en el nombre.

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