La religión fue una de las principales características que distinguieron a las colonias del norte de las del sur. En el sur, la Iglesia de Inglaterra establecida por el Estado tendía ser dominante, pero las colonias del norte estaban en buena parte colonizadas por miembros de iglesias disidentes de la iglesia establecida. Estos disidentes llegaron a Estados Unidos en buena medida debido a su deseo de crear comunidades en las que poder practicar sus creencias sin perturbaciones.
La Reforma protestante del siglo XVI había tomado dos caminos muy diferentes. En el auge de las monarquías absolutas de Europa, el estado obtuvo el control sobre la iglesia dentro de la nación (ya fuera protestante o católica) y encontraba más consonante con su propio poder mantener el sistema episcopal. Por otro lado, ciudades y provincias independientes y centralizadas, como Suiza y Holanda, eran hogares de reformas mucho más intensas en la doctrina y estructura religiosas. En estos países (calvinistas), se eliminó a los obispos y los ministros los nombraba directamente el Estado.
En Inglaterra, la iglesia, creada como iglesia del Estado por la Corona, no solo mantuvo el episcopado, sino que estaba más lejos de los luteranos que de la doctrina y práctica de la iglesia católica romana. Las reformas protestantes se introdujeron al principio en la iglesia, pero la Iglesia Católica durante el reinado de la Reina María expulsó a los reformistas más radicales a Holanda y a otros centros continentales de teología y práctica protestantes más avanzadas. Cuando se restableció la Iglesia de Inglaterra bajo Isabel en 1559, los reformistas que volvieron encontraron a la iglesia anglicana aún menos reformada que antes de ir al exilio. Ahora se concentraron en buscar una purificación de las ceremonias religiosas dentro de la Iglesia anglicana y por tanto se les llamó puritanos. Los puritanos llegaron a ocupar importantes puestos en la iglesia y la universidad y a ejercitar una fuerte influencia en el gobierno y el Parlamento, pero pronto el gobierno les expulsó sumariamente de sus puestos. La persecución polarizó a los puritanos, que empezaron a defender la purificación de la organización de la iglesia (que había bloqueado la purificación de los ritos) eliminando el papel de los obispos. Algunos de los reformistas (los separatistas o congregacionistas) dudaban de la posibilidad de reformar la iglesia del estado desde dentro y renunciaron ilegalmente a acudir a la iglesia para organizar iglesias reformadas independientes, otorgando un control autónomo en cada congregación.
Sin embargo, la mayoría de los puritanos estaban influidos por la forma calvinista o presbiteriana de la organización eclesial dominante en Holanda y parte de Suiza, donde sus líderes habían vivido en el exilio. En el sistema presbiteriano, establecido por primera vez en Ginebra, cada iglesia o congregación era, en realidad, dirigida por consejeros (el consejero predicador, o ministro, y el consejero director, o lego principal). Pero para prevenir la diversidad de doctrina, la congregación seleccionaba el ministro y consejero solo con el consejo y consentimiento de un sínodo o consistorio de los ministros y consejeros de las iglesias del distrito. Aunque el papel de los consejeros legos era importante en la iglesia, los puestos de funcionario de Ginebra estaban reservados a los miembros de la iglesia, y esto limitaba la selección de magistrados a los legos que estaban bajo la influencia de los ministros. Así que, en contraste con el anglicanismo, el control de la iglesia era parcialmente reemplazado por el control del estado por la iglesia. Este método presbiteriano de organización eclesial, negando los papeles del rey y los obispos, tendía a apelar a los ministros y a los oligarcas de la comunidad local—nobles, mercaderes— cuyos poderes sobre el pueblo se verían así aumentados a costa de su oposición política, los reyes y sus funcionarios. En Francia, Inglaterra, Escocia y Holanda, una buena parte de los líderes políticos locales se convertirían en calvinistas y presbiterianos.
Como el gobierno inglés castigaba severamente a los sospechosos de calvinismo, la organización presbiteriana no se introdujo directamente en Inglaterra y los puritanos, ayudados por su centro intelectual en la Universidad de Cambridge, extendieron sus creencias desde el interior de la iglesia anglicana, mediante la cual influyeron en los grupos importantes y las poblaciones industriales de Londres, East Anglia y el West Country.
Cuando Jacobo I sucedió a Isabel en 1603, uno de sus primeros problemas era afrontar las reclamaciones puritanas de una reforma de la Iglesia anglicana. La Petición milenaria, firmada por alrededor de un millar de ministros puritanos de la Iglesia de Inglaterra (alrededor de una décima parte de todos los clérigos de esa iglesia), reclamaba modificaciones en las ceremonias eclesiásticas y protección ante la persecución del gobierno. Debido a sus matices presbiterianos, la petición fue rechazada unos 300 clérigos puritanos fueron expulsados de sus puestos en la Iglesia de Inglaterra. Sin embargo, la mayoría de los clérigos puritanos continuaron practicando aparentemente las ceremonias de la iglesia anglicana, para continuar sin obstáculos su movimiento de reforma. Por el contrario, algunos de los separatistas o congregacionistas que ya habían abandonado la Iglesia de Inglaterra decidieron que ya no podían soportar la persecución y huyeron de Inglaterra. Como peregrinos, fueron a Holanda en 1608.
Volvamos ahora a la colonización a principios del siglo XVII. Recordamos que el primer asentamiento inglés en Estados Unidos lo fundó la Compañía de Londres, o del «Sur de Virginia» en 1606. A la Compañía del «Norte de Virginia», o de Plymouth se le había concedido el territorio americano que iba del paralelo 41º al 45º. La Compañía de Plymouth había arribado con una expedición a Maine en 1607, pero se vio obligada a volver a casa a año siguiente y luego se sumió en el desistimiento. En 1620, Sir Ferdinando Gorges, favorito del rey Jacobo, estaba ansioso por conseguir un monopolio de las pesquerías de la costa norte de América. Para ello, Gorges obtuvo del rey una nueva concesión. A la Compañía de Plymouth la reemplazó el Consejo de Nueva Inglaterra, ahora completamente independiente de Virginia, y el territorio realmente concedido a la compañía se extendió enormemente para incluir del paralelo 40º al 48º. El presidente del Consejo era el Duque de Buckingham, un favorito impopular del rey Jacobo, y los miembros principales eran Sir Ferdinando Gorges y los condes de Pembroke, Lenox y Southampton. Al Consejo se le otorgaron poderes para gobernar, subconceder terrenos en el territorio y un monopolio de navegación en las costas de Nueva Inglaterra y, por tanto, implícitamente, un monopolio de los derechos pesqueros.
La mera concesión de terrenos por la Corona no creó aún un asentamiento. El primer asentamiento con éxito en Nueva Inglaterra fue por accidente. En 1617, los peregrinos habían decidido abandonar Holanda, donde supuestamente sus jóvenes estaban siendo corrompidos por la«licenciosidad» de incluso los calvinistas holandeses, quienes, por ejemplo, persistían en disfrutar de sábado como una fiesta en lugar de considerarlo una penitencia. Decididos a establecerse en América, a los Peregrinos se les ofreció una oportunidad de establecerse en Nueva Holanda, pero prefirieron buscar una licencia de la Compañía del Sur de Virginia, que proporcionaría una atmósfera inglesa en la que criar a sus hijos.
Poco más de 100 colonos partieron de Inglaterra en el Mayflower en septiembre de 1620. De éstos, solo 41 eran Peregrinos, de Leyden, Holanda; 18 eran sirvientes contratados, considerados como esclavos de sus amos durante siete años y los demás eran principalmente anglicanos de Inglaterra, buscando oportunidades económicas en el Nuevo Mundo.
Dirigiéndose supuestamente a la desembocadura del Río Hudson, el Mayflower decidió por el contrario atracar en lo que hoy es la costa de Massachussets—fuera del territorio de Virginia. Algunos de los siervos contratados empezaron a mostrar descontento, manteniendo lógicamente que como no iba a realizarse el asentamiento en el territorio de Virginia, como se había acordado, debería dispensárseles de sus contratos. «Usarían su propia libertad, pues nadie tenía poder para darles órdenes». Para acabar con esta rebelión contra la servidumbre, la mayoría de los colonos, y especialmente los Peregrinos, decidieron establecer inmediatamente un gobierno, incluso ya en el barco. Los colonos no iban a consentir ningún periodo sin gobierno. La minoría de los Peregrinos se convirtió de inmediato en un «cuerpo político» en el barco, lo que les permitía perpetuar su gobierno sobre la mayoría de los colonos. Así que la primera forma de gobierno en el Nuevo Mundo establecida por los propios colonos no fue en modo alguno y gesto de independencia de Inglaterra: fue una medida de emergencia para que los Peregrinos mantuvieran el control sobre siervos y otros colonos.
Este artículo es un extracto de Concebido en libertad (1975), capítulos 17 y 18.