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Ni una política monetaria flexible ni una política fiscal de grandes gastos pueden hacer crecer una economía. Todo lo que estas políticas pueden hacer es redistribuir un determinado conjunto de ahorros reales de los generadores de riqueza hacia actividades que no generan riqueza.

Los economistas clásicos también eran nacionalistas y consideraban el libre comercio como uno de los medios más importantes para promover la seguridad, la prosperidad y los logros culturales de sus propias naciones.

El impulso Puritano por la reforma social produjo un control social que ha sido secularizado, centralizado y ha logrado una especie de permanencia dentro de la burocracia gubernamental.

Las grandes diferencias entre las economías de Irlanda y Portugal ilustran cómo el diseño de la eurozona no encaja con las realidades económicas modernas.

La duración, la escala y el alcance de estas contracciones se expanden considerablemente bajo un sistema de expansión del crédito fiat.

La vieja manera estadounidense de hacer las cosas llegó a su fin con los ataques del 11 de septiembre. En ese momento, la rama de seguridad nacional del gobierno federal adoptó muchos de los mismos poderes que el régimen comunista chino, y sin ninguna enmienda a la Constitución.

Un grupo utiliza los recursos naturales para aumentar la riqueza humana por medios pacíficos. Y luego otros usan el poder del estado para robar parte de esa riqueza para sí mismos.

Los socialdemócratas están comprometidos a destruir las relaciones voluntarias y naturales que se desarrollan en el mercado entre los seres humanos que consienten. Lo hacen a través de implacables programas de redistribución de la riqueza.

El dólar estadounidense sigue gozando de la confianza de los mercados, los gobiernos y los bancos centrales. Pero la fe en el dólar estadounidense se está debilitando, y muchos están tratando de ayudar al proceso.

La economía de la eurozona se está desacelerando. La solución no son más estímulos fiscales y monetarios.