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Si EEUU quiere vencer a China, ¿por qué copia el socialismo chino?

Mises Wire Mihai Macovei

Bajo el gobierno de Biden, los EEUU siguieron intensificando las fricciones económicas y geopolíticas con China. En la reciente cumbre del G7 celebrada en Carbis Bay, el presidente Biden trató de reunir un «frente unido» contra China con los aliados tradicionales del G7 y otros nuevos como Australia, India, Corea del Sur y Sudáfrica, y reprendió a China por sus políticas económicas, los derechos humanos y las tensiones en los mares de China Oriental y Meridional. Los EEUU también convencieron a sus aliados del G7 para que respaldaran un enorme paquete de ayudas a las infraestructuras de los países en desarrollo. La llamada Build Back Better World Partnership (B3W) es un rival de facto de la Belt and Road Initiative (BRI por sus siglas en inglés) de China. Pero no es nada evidente lo que Occidente puede ganar emulando la exorbitante y muy controvertida «Ruta de la Seda» moderna de China.

El ambicioso plan de infraestructuras globales de Estados Unidos

El B3W quiere movilizar «cientos de miles de millones de dólares de inversión en infraestructuras» para reducir una necesidad de infraestructuras estimada en más de 40 billones de dólares en el mundo en desarrollo. Se espera que la financiación del B3W provenga de instrumentos presupuestarios de EEUU, como la Corporación Financiera de Desarrollo y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID); de bancos multilaterales de desarrollo (BMD), como el Banco Mundial; y del sector privado y los socios del G7. Dado que el B3W pretende desafiar el proyecto de China, esperamos que al menos iguale la dotación financiera china, estimada habitualmente en más de 1 billón de dólares en compromisos de inversión y préstamo hasta la fecha.1 Esta cifra es más de ocho veces superior a los casi 113.000 millones de dólares en ayuda oficial al desarrollo y los 22.000 millones de dólares en inversión del sector privado aportados por los países del G7 para proyectos de infraestructuras en el extranjero durante 2015-19 (gráfico 1).

Graph 1: G7 Infrastructure Development Assistance

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G7 infrastructure development assistance

Fuente: Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS por sus siglas en inglés).

Para superar a China, la B3W pretende tener una mayor cobertura geográfica, un enfoque más amplio y una mejor gobernanza y normas para los proyectos. La BRI comprende un «Cinturón Económico de la Ruta de la Seda» que intenta unir a China con Asia, Rusia y Europa por tierra, y una «Ruta de la Seda Marítima», que conecta las regiones costeras de China con Asia, el Pacífico Sur, África y Europa, pero su contrincante occidental pretende tener un alcance global. Mientras que la iniciativa china se centra en proyectos de infraestructuras tradicionales—autopistas, ferrocarriles, puertos y centrales eléctricas—la B3W quiere invertir también en clima, salud y tecnología digital. Y dado que los proyectos chinos han sido muy criticados por la falta de transparencia, la corrupción, la deuda insostenible y los impactos ambientales y sociales adversos, la B3W se anuncia como «una asociación de infraestructuras impulsada por valores, de alto nivel y transparente, dirigida por las principales democracias».

Agujeros en la «ruta de la seda» de China

Desde su anuncio en 2013, el proyecto de megainfraestructuras de China ha sido recibido con recelo en Occidente. Sobre todo, se temía que China tuviera ambiciones geoestratégicas para poner a los socios más pequeños de la BRI bajo su esfera de influencia. También se afirmaba que China perseguía una «diplomacia de la deuda» para hacerse con activos estratégicos clave como las redes eléctricas y los puertos, mientras que estos últimos podrían utilizarse también con fines militares.

Con el tiempo, muchos analistas se dieron cuenta de que muchas de estas críticas eran exageradas. En primer lugar, casi 140 países han firmado la BRI en el momento de escribir este artículo, de los cuales dieciocho son de la UE, lo que demuestra que muchos gobiernos consideran beneficioso el acuerdo chino. Y aunque China no ha financiado en su totalidad el billón de dólares prometido en proyectos hasta ahora, realizó inversiones por valor de 190.000 millones de dólares y obras de construcción por valor de 390.000 millones de dólares (financiadas por préstamos chinos en general) durante 2014-18. Esto es más que los 467.000 millones de dólares de préstamos para el desarrollo proporcionados por el Banco Mundial durante 2008-19. En segundo lugar, aunque el número de solicitudes de renegociación y alivio de la deuda ha aumentado, rara vez se han producido embargos de activos en el extranjero. En tercer lugar, muchos expertos coinciden en que los puertos de la BRI están diseñados comercialmente y son casi imposibles de emplear militarmente.

Es innegable que China ha tratado de aumentar su influencia política a través de la BRI, y ahora es percibida como el actor económico más influyente en el Sudeste Asiático y África. Pero los resentimientos por algunos proyectos onerosos, los escándalos de corrupción y el aumento de la carga de la deuda significan que tales ganancias podrían revertirse fácilmente, y China ha comenzado a mejorar sus estándares de préstamo e inversión. El enfoque de la BRI se ha ampliado de la infraestructura tradicional a las telecomunicaciones, la tecnología digital y la tecnología financiera. Y China también ha ampliado el objetivo general de la BRI para ayudar a construir una zona de libre comercio e inversión que acelere el crecimiento económico de todos los países asociados.2

Pero los beneficios económicos de la BRI están sesgados a favor de las empresas constructoras chinas a expensas de los contribuyentes. La BRI supuso un gran negocio para el desbordado sector de la construcción chino tras el fin del estímulo interno que siguió a la Gran Recesión. Casi el 90 por ciento de las obras de construcción financiadas en el marco de la BRI fueron a parar a contratistas chinos, lo que alimentó las críticas de que la BRI crea ventajas injustas para las empresas chinas, que se han convertido en líderes mundiales. Siete de las diez mayores empresas de construcción del mundo por ingresos eran chinas en 2017. Al mismo tiempo, si China quería tender una trampa de deuda con el BRI, parece que es el país que ha caído en ella. La pandemia ha acelerado los ya crecientes impagos y renegociaciones de la deuda y se estima que 94.000 millones de dólares, o una cuarta parte de los préstamos chinos en el extranjero, han sido renegociados hasta ahora (gráfico 2). Esto demuestra que los prestamistas más importantes de la BRI, es decir, los dos principales bancos políticos de China—el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación de China—han hecho un mal trabajo a la hora de financiar proyectos viables, por los que es probable que el contribuyente chino acabe pagando la factura.3 Además, dada la considerable cantidad de inversiones suspendidas, reducidas o canceladas, y la escasa participación de los prestamistas privados, es obvio que los gobiernos participantes en la BRI también han tomado varias decisiones de inversión equivocadas.

Gráfico 2: Casos de renegociación de la deuda de China

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debt rengotiation

Fuente: Rhodium Group Research.

Durante el periodo 2013-17, la BRI parecía bastante exitosa y crecía rápidamente en términos de contratos firmados y préstamos. Tras la cancelación de contratos de alto nivel y el aumento de la renegociación de la deuda, el proyecto perdió fuelle. Los grandes bancos chinos empezaron a replantearse y a reducir sus préstamos en el extranjero y el número de contratos de construcción también disminuyó (gráfico 3). Esto también fue impulsado por el desapalancamiento de los bancos chinos después de la gran expansión del crédito tras la crisis financiera mundial. Los grandes estímulos al crecimiento interno de China debilitaron su competitividad exterior y redujeron los superávits por cuenta corriente y las salidas de IED (inversión extranjera directa). La crisis de la balanza de pagos de 2015-16, que vino acompañada de una caída de las reservas internacionales de más de un billón de dólares y de la imposición de controles de capital, redujo la capacidad de China para financiar la enorme demanda exterior de proyectos de infraestructuras e inversión. Además, las voces nacionales comenzaron a cuestionar por qué el pueblo chino, también relativamente pobre, debía subvencionar inversiones de capital no rentables en el extranjero.

Gráfico 3: Contratos de construcción en el extranjero de China

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overseas contracts

¿Debe Occidente seguir el camino de China?

Antes de invertir dinero en B3W, Estados Unidos debería tener en cuenta importantes lecciones de la iniciativa BRI de China y de su propio pasado. En primer lugar, tratar de cubrir el déficit de infraestructuras de más de 40 billones de dólares en el mundo en desarrollo requiere una enorme cantidad de recursos. No bastará con imprimir billones de dólares, porque el ahorro real, es decir, los bienes y servicios, deberán transferirse al extranjero en forma de superávit por cuenta corriente. Para llevar a cabo los gigantescos proyectos de la BRI, China registró grandes superávits por cuenta corriente y recurrió a sus enormes reservas internacionales. Las empresas japonesas también tienen un largo historial de construcción de infraestructuras en todo el Sudeste Asiático, que también estuvo respaldado por importantes superávits por cuenta corriente durante varias décadas. En cambio, tanto Estados Unidos como el Reino Unido han registrado déficits crónicos por cuenta corriente, mientras que la zona del euro empezó a registrar pequeños superávits hace sólo unos años (gráfico 4).

Gráfico 4: Saldos por cuenta corriente

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current account balances

Fuente: Estadísticas de la OCDE.

Además, tanto EEUU como la UE están a punto de poner en marcha grandes estímulos al crecimiento interno, incluidas importantes inversiones ecológicas y digitales, que probablemente tensarán aún más su débil ahorro real interno. Por otra parte, la agenda económica del presidente Biden incluye importantes medidas, como subidas de impuestos y del salario mínimo y un mayor gasto social, que probablemente aumenten el consumo al tiempo que deprimen la actividad económica y el ahorro. Por último, la inversión como porcentaje del PIB ya es relativamente baja tanto en EEUU como en la UE, lo que pone en tela de juicio la justificación económica de una transferencia de capital al extranjero dirigida por el gobierno (gráfico 5).

Gráfico 5: Ratios de inversión interna

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investment to GDP

Fuente: Datos del Banco Mundial.

La segunda lección es que la BRI se ralentizó no sólo cuando disminuyeron los recursos nacionales, sino también cuando se hicieron visibles los proyectos despilfarradores y las deudas incobrables. Estados Unidos y sus aliados parecen convencidos de que, a diferencia del BRI, sus proyectos serán rentables y transparentes. Pero esto no es lo que nos dice la historia. Jeffrey Tucker muestra que la verdadera intención del tan aclamado Plan Marshall no era ayudar a los países extranjeros, sino internacionalizar el New Deal y que el contribuyente americano subvencionara a las empresas de su país. El plan drenó el capital privado de la economía de EEUU, y el país cayó en recesión poco después. También contribuyó a afianzar el sindicalismo, los estados de bienestar y las fuertes regulaciones en Europa. Según Ryan McMaken, la historia de la construcción de ferrocarriles transcontinentales en Estados Unidos también está plagada de capitalismo de amiguetes y corrupción. El historial de los préstamos condicionados para el desarrollo del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras instituciones que se supone que respaldan el B3W tampoco es impecable. Estas instituciones rara vez son capaces de apoyar proyectos viables y la liberalización económica: dado su papel de prestamistas globales de último recurso, deben apuntalar a gobiernos extranjeros que suelen ser excesivamente burocráticos y corruptos.

En conclusión, si Estados Unidos quiere reforzar su posición económica y geoestratégica frente a China, necesita aplicar los mismos principios de libre mercado que le hicieron próspero y poderoso en primer lugar. El lanzamiento de un segundo Plan Marshall, que refleja el despilfarro de la BRI de China, sólo consolidará el gran gobierno, el capitalismo de amiguetes y la corrupción, erosionando el capital social y la competitividad de la economía americana.

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