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El índice de miseria de EEUU muestra cuán débil es esta recuperación

Mises Wire Daniel Lacalle

La confianza de los consumidores de Estados Unidos se ha desplomado en noviembre a su nivel más bajo de la década. El índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan cayó a 66,8 en noviembre, lo que supone un fuerte descenso con respecto al dato de octubre, de 71,7, y muy por debajo de las previsiones de consenso, de 72,4. La inflación está perjudicando a los consumidores y el impacto en las compras diarias es más grave de lo que la Reserva Federal y las estimaciones de consenso quieren hacer creer.

El Índice de Miseria, que suma la inflación y el desempleo, está en el 10,80%, la lectura más alta en una década si excluimos el pico de los confinamientos por el covid-19, cuando el Índice de Miseria alcanzó el 15,13%. Se trata de niveles de la época de Carter para el Índice de Miseria y señales de alerta de estanflación.

La llamada recuperación ha cambiado el desempleo por la inflación, dejando a los consumidores luchando por llegar a fin de mes a pesar del crecimiento del empleo.

Los intervencionistas dicen que la inflación no es un problema porque está en función del alto crecimiento y señalan el aumento de los salarios como factor atenuante. Para ellos, la gente gana más, por lo que puede permitirse lo mismo y seguir consumiendo.

El problema es que es una mentira. Según los datos de la Reserva Federal de San Luis recopilados por FRED, el salario semanal medio real de los ciudadanos con empleo a tiempo completo no está aumentando, sino que está cayendo drásticamente.

La mediana de los salarios reales ha bajado, el desempleo está bajando pero sigue estando muy por encima del nivel pre-pandémico, y 35 millones de trabajadores han dejado sus empleos porque o bien esperan más cheques del gobierno o simplemente no pueden pagar la guardería, el transporte y otros gastos. Por eso la tasa de participación laboral lleva once meses estancada en un pobre 61,6%. Se trata de una recuperación en la que los ciudadanos no pueden aceptar un trabajo porque no pueden permitirse los costes y en la que las empresas se esfuerzan por conseguir trabajadores pero no pueden aumentar los salarios porque los márgenes se debilitan debido al aumento de los precios de los insumos.

La inflación está perjudicando a las empresas, erosionando sus márgenes en una economía supuestamente fuerte, y los consumidores no pueden llegar a fin de mes con la caída de los salarios medios reales. Esta no es una economía fuerte, es un desastre a punto de ocurrir, ya que la inflación sigue siendo elevada. Incluso la Reserva Federal admite ahora que las presiones inflacionistas son «persistentes».

La economía de Estados Unidos vive de prestado. En un reciente informe especial de JP Morgan (The 2022 US Economic Outlook: Help Wanted), el banco de inversión estima un sólido crecimiento del gasto de los consumidores para 2022, basado en la reducción de lo que denominan «exceso de ahorro»—pregúntele a cualquier familia trabajadora si ahorra demasiado—y la reducción del desempleo.

Sin embargo, lo que la actual desaceleración económica está mostrando es que esta supuesta recuperación tiene muchos elementos de crisis. La erosión del poder adquisitivo, el aumento del Índice de Miseria y la pérdida general de bienestar mientras se agotan los ahorros.

La confianza de los consumidores sería aún peor si el nivel de ahorro hubiera caído más rápido. Pero ahora la tasa de ahorro está cerca de los niveles pre-pandémicos. Los consumidores han estado utilizando sus ahorros para llegar a fin de mes y ahora se encuentran con un mercado laboral peligrosamente débil, una inflación creciente y escasas perspectivas de mejora. Además, las pequeñas empresas se ven asfixiadas por los precios de los insumos, ya que sus ventas aumentan pero los márgenes y los beneficios se desploman. Las pequeñas empresas están asistiendo a una recuperación en la que las ventas mejoran pero la situación financiera empeora. Y las empresas están consumiendo rápidamente sus ahorros y créditos.

Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos, aconsejado por los teóricos que creen que una unidad de déficit es una unidad de ingreso para el sector privado, algo que es sencillamente falso, sigue gastando y aumentando la deuda, que es monetizada casi en su totalidad por la Reserva Federal, perpetuando la inflación y los cuellos de botella con un gasto innecesario tras un choque de oferta. Ningún gobierno serio se lanza a gastar masivamente por el lado de la demanda para hacer frente a un choque de oferta.

Los consumidores de Estados Unidos han podido aguantar este periodo gracias a la prudencia en el ahorro y a la moderación del consumo, pero los colchones que les han permitido pasar estos meses se están desvaneciendo. Es hora de poner fin a la locura del gasto, el déficit y la impresión, o la estanflación de los años setenta no será un riesgo, sino una realidad.

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