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El «Gran Reinicio» y los planes para una guerra global contra el ahorro

Se espera que la deuda mundial se eleve a un récord de 277 billones de dólares para finales de año, según el Instituto de Finanzas Internacionales. La deuda total de los mercados desarrollados —gobierno, empresas y hogares— se disparó al 432 por ciento del PIB en el tercer trimestre. La deuda de los mercados emergentes con respecto al PIB alcanzó casi el 250 por ciento en el tercer trimestre, con China alcanzando el 335 por ciento, y para el año se espera que la proporción alcance alrededor del 365 por ciento del PIB mundial. La mayor parte de este aumento masivo de 15 billones de dólares en un año proviene de la respuesta del gobierno y las empresas a la pandemia. Sin embargo, debemos recordar que la cifra total de la deuda ya había alcanzado máximos históricos en 2019, antes de cualquier pandemia y en un período de crecimiento.

El principal problema es que la mayor parte de esta deuda es deuda improductiva. Los gobiernos están utilizando el espacio fiscal sin precedentes para perpetuar el hinchado gasto corriente, que no genera ningún rendimiento económico real, por lo que el resultado probable es que la deuda siga aumentando después de que termine la crisis de la pandemia y que el nivel de crecimiento y productividad alcanzado no sea suficiente para reducir la carga financiera de las cuentas públicas.

En este contexto, el Foro Económico Mundial ha presentado una hoja de ruta para lo que se ha llamado «el Gran Reinicio». Es un plan que pretende aprovechar la oportunidad actual para «dar forma a una recuperación económica y a la futura dirección de las relaciones, economías y prioridades globales». Según el Foro Económico Mundial, el mundo también debe adaptarse a la realidad actual «dirigiendo el mercado hacia resultados más justos, asegurando que las inversiones estén dirigidas al progreso mutuo, incluyendo la aceleración de las inversiones ecológicas, e [iniciando] una cuarta revolución industrial, creando una economía digital e infraestructura pública». Estos objetivos son obviamente compartidos por todos nosotros, y la realidad muestra que el sector privado ya está implementando estas ideas, ya que vemos que la tecnología, las inversiones renovables y los planes de sostenibilidad prosperan en todo el mundo.

Estamos siendo testigos en tiempo real de la prueba de que las empresas se adaptan rápidamente y proporcionan mejores bienes y servicios a precios asequibles para todos, logrando un nivel de progreso en los objetivos ambientales y de bienestar que sería impensable si los gobiernos estuvieran a cargo.

Esta crisis demuestra que el mundo ha escapado del riesgo de escasez e hiperinflación gracias a un sector privado que ha superado todas las expectativas en una crisis aparentemente insuperable.

El mensaje general del Foro Económico Mundial suena prometedor. Sólo tres palabras estropean todo el mensaje positivo: «Dirigir el mercado». El riesgo de que los gobiernos tomen estas ideas para promover un intervencionismo masivo no es pequeño. La idea del Gran Reinicio ha sido rápidamente adoptada por las economías más burocráticas e intervenidas por el gobierno como una validación de la creciente implicación del gobierno en la economía. Sin embargo, esto es incorrecto.

La idea de que los gobiernos promuevan un sistema económico que reduzca la inflación, mejore la competencia, y empodere a los ciudadanos es más que descabellada. Como tal, el Foro Económico Mundial no puede ignorar el riesgo de la intervención gubernamental dentro de esta idea de un Gran Reinicio que no necesita ser aplicado, como ya ha estado en vigor durante años.

La tecnología, la competencia y los mercados abiertos harán más por la sostenibilidad, el bienestar social y el medio ambiente que la acción gubernamental, porque incluso los gobiernos con mejores intenciones tratarán de defender a toda costa tres cosas que van en contra de los mensajes bienintencionados del Foro Económico Mundial: los gobiernos seguirán tratando de defender a sus campeones nacionales, el aumento de la inflación y un mayor control de la economía. Esas tres cosas van en contra de la idea de un nuevo mundo con bienes y servicios mejores y más asequibles para todos, con mejor bienestar, menos desempleo y un sector privado próspero y de alta productividad.

Siempre debemos preocuparnos por las ideas bien intencionadas cuando los primeros en abrazarlas son los que están en contra de la libertad y la competencia.

Hay una parte aún más oscura. Muchos intervencionistas han acogido esta propuesta como una oportunidad para eliminar la deuda. Todo suena bien hasta que entendemos lo que realmente implica. Existe un enorme riesgo de que los gobiernos usen la excusa de cancelar parte de su deuda con la decisión de cancelar una gran parte de nuestros ahorros. Debemos recordar que esto no es ni siquiera una teoría de conspiración. La mayoría de los proponentes de la teoría monetaria moderna comienzan su premisa afirmando que los déficits del gobierno se igualan con los ahorros de los hogares y del sector privado, por lo que no hay ningún problema... Bueno, el único problema menor (nótese la ironía) es igualar la deuda de uno con los ahorros de otro. Si entendemos el sistema monetario mundial, comprenderemos entonces que borrar trillones de deuda pública también significaría borrar trillones de ahorros de los ciudadanos.

La idea de un sistema económico más sostenible, más limpio y social no es nueva, y no necesita que los gobiernos la impongan. Está sucediendo mientras hablamos gracias a la competencia y la tecnología. No se debe permitir que los gobiernos reduzcan y limiten la libertad, los ahorros y los salarios reales de los ciudadanos, ni siquiera por una promesa bienintencionada. La mejor manera de asegurar que los gobiernos o las grandes empresas no van a utilizar esta excusa para eliminar la libertad y los derechos individuales es promoviendo los mercados libres y una mayor competencia. Las inversiones con visión de futuro y las ideas de mejora del bienestar no necesitan ser impulsadas o impuestas; los consumidores ya están haciendo que las empresas de todo el mundo apliquen políticas cada vez más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Este enfoque orientado al mercado tiene más éxito que dejar que se imponga el riesgo de intervencionismo y de intromisión gubernamental, porque una vez que ocurre es casi imposible de deshacer.

Si queremos un mundo más sostenible, tenemos que defender políticas monetarias sólidas y menos intervención gubernamental. Los mercados libres, no los gobiernos, harán que este mundo sea mejor para todos.

La misma intervención gubernamental masiva que nos trajo aquí no nos va a sacar de aquí.

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Image Source: Getty
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