La Bidenomía es otra versión de la fracasada política industrial
El presidente Biden anunció recientemente a bombo y platillo que su administración transformará la economía de EEUU mediante la planificación central. Esto no acaba bien.
El presidente Biden anunció recientemente a bombo y platillo que su administración transformará la economía de EEUU mediante la planificación central. Esto no acaba bien.
Legisladores de Pensilvania no afirman estar dejando a la gente sin trabajo o acabando con las oportunidades laborales. Afirman que sólo quieren que los trabajadores ganen más.
La Alemania de posguerra estaba ocupada, en ruinas, con una economía sumida en el caos. Los alemanes se vieron obligados a utilizar como moneda los cigarrillos suministrados por los soldados americanos.
La Comisión Federal de Comercio está tratando imprudentemente de bloquear una fusión entre Microsoft y Activision. Se trata de la misma estrategia equivocada que el gobierno utilizó para bloquear otra fusión hace casi sesenta años.
Se supone que la presencia de un «monopolio natural» es razón suficiente para que el gobierno intervenga en la economía. Pero, ¿y si realmente no existe el «monopolio natural»?
Los teóricos «distributistas» Chesterton y Belloc imaginaron que el intervencionismo económico podría hacer la vida más fácil y más libre. Sin embargo, el sistema que proponen no es ni moral ni práctico.
El dólar de EEUU fiat, aunque sigue siendo la moneda de «reserva» del mundo, está en peligro por las imprudentes acciones de las autoridades monetarias. Otros países están tomando nota y actuando.
Con cada iteración de la crisis bancaria, el Sistema de la Reserva Federal y los reguladores federales ganan en poder y autoridad. Quizá la crisis bancaria no sea un accidente.
Socialistas como Bernie Sanders y los editores de Jacobin han denunciado el posible impago de la deuda de gobierno de EEUU. Marx y Lenin habrían estado en total desacuerdo.
En su afán por hacer que la teoría económica emule a las ciencias físicas, los economistas crean modelos que no reflejan la auténtica acción humana.