Medios y cultura

Quizás la reportera Michelle Kosinski no es consciente de que el secretismo de la era Trump que ella denuncia floreció poderosamente gracias a la querida administración Obama. La mentalidad de Kosinski también ayuda a explicar por qué la confianza de los americanos en los medios de comunicación se ha derrumbado.

Es absurdo decir que queremos acabar con la religión, la educación, la propiedad, el trabajo y las artes simplemente porque nos oponemos a las subvenciones del gobierno. Más bien, nos oponemos simplemente a robar a un grupo de ciudadanos y entregar su riqueza a otros.

El senador Hawley quiere que el gobierno regule las redes sociales, e insiste en que las empresas de redes sociales están de alguna manera controlando y manipulando a la gente. Pero Hawley se equivoca. Uno tiene libre albedrío incluso cuando usa Facebook.

Las ideas de la teoría crítica de la raza y de los estudios críticos sobre los blancos protegen a una élite gobernante de la venganza al intentar convertir a la masa de blancos en el chivo expiatorio de sus propios crímenes.

Desgraciadamente, la prensa corporativa y los funcionarios de salud pública han determinado que para responder al coronavirus es necesario un gobierno de un solo hombre por decreto ejecutivo, sin que lo impida ninguna concepción de la libertad individual.

Los socialistas han diseñado una revolución semántica al convertir el significado de los términos en su contrario.

El Estado no sólo pretende suplantar a las instituciones religiosas usurpando sus funciones mundanas, sino también sus funciones espirituales. Las instituciones cristianas estadounidenses constituyen tanto una religión rival como un polo de poder social en competencia.

En lugar de representar la «supremacía blanca», la evolución de las matemáticas ha sido una colaboración de avances que abarca todo el mundo, razas y culturas, un desarrollo continuo de herramientas más eficaces para que cualquiera pueda utilizarlas.

Las primeras páginas de la nueva década parecen una combinación de 1984 de George Orwell y Delirios populares extraordinarios y la locura de las masas de Charles Mackay.

A medida que más personas son censuradas o eliminadas de la plataforma, más voces destacadas buscan alternativas que están en las primeras etapas y no censuran tan fuertemente. La fragmentación empieza a hacer que el servicio sea menos útil e interesante en lugar de ser una fuente de afirmación y buenas sensaciones.