Albert Einstein y la locura de las simpatías marxistas
Cuando los grandes se equivocan, suelen equivocarse mucho. Tal fue el caso de Albert Einstein, que dominaba la física cuántica pero cuya visión de la economía era, bueno, poco científica.
Cuando los grandes se equivocan, suelen equivocarse mucho. Tal fue el caso de Albert Einstein, que dominaba la física cuántica pero cuya visión de la economía era, bueno, poco científica.
El filósofo del Derecho Jeremy Waldron cuestiona en su libro The Rule of Law and the Measure of Property la visión lockeana de la propiedad legítima. David Gordon arroja luz sobre las confusas posturas de Waldron.
Frederic Bastiat fue un conocido y elocuente defensor de la libertad y la economía de libre mercado. También era un católico devoto que buscaba vincular su fe a sus creencias económicas y políticas.
El nombre de Einstein es sinónimo de brillantez, pero su gran inteligencia no se tradujo en un pensamiento económico lógico. En su lugar, Einstein abrazó el socialismo, pensando que se podía guiar una economía como se guía una ecuación matemática.
Aunque Henri Bergson no orientó su capacidad intelectual hacia la política, hombres de menor rango y sin escrúpulos se apropiaron de sus ideas para promover sus propias ideologías colectivistas.
El espíritu político es abrazar el proteccionismo, lo que lleva a algunos partidarios del libre comercio a abrazar las fronteras.
No satisfechas con la captura de la mayoría de nuestras instituciones, las élites gobernantes se han puesto en plan Orwell al redefinir el término «derechos humanos». Es su propia versión de la neolengua.
La creencia generalizada que la esclavitud consistía en obtener «mano de obra barata», pero es lejos de la realidad. La esclavitud conlleva altos costos de oportunidad, por la cual los propietarios de esclavos dependían normativas gubernamentales para subvencionar su «peculiar institución.»
Se entiende que las teorías de Marx se apoyan enteramente en su Teoría del Trabajo del Valor. Si se desacredita esa teoría, también se desacredita el escenario que conduce al inevitable triunfo del comunismo. Ese hecho, sin embargo, no impide que los discípulos de Marx empleen otras falacias.
¿Cuál es la fuente de nuestros derechos, el Derecho natural o el Estado? Desgraciadamente, demasiadas personas que deberían saberlo eligen esta última opción. David Gordon expone sus contradicciones internas.