Ascenso y caída del buen dinero: un relato del mercado y el Estado
Érase una vez, los EEUU tenía un dinero sólido y fiable. Entonces, un pequeño grupo de personas «realmente inteligentes» decidieron «mejorarlo». Conocemos el resto de la historia.
Érase una vez, los EEUU tenía un dinero sólido y fiable. Entonces, un pequeño grupo de personas «realmente inteligentes» decidieron «mejorarlo». Conocemos el resto de la historia.
El paso del feudalismo a las sociedades capitalistas relativamente libres se produjo lentamente, a partir de la aparición de las ciudades-Estado en la Italia de la Europa medieval.
A pesar de todas las «reformas» políticas que se barajan, la verdad es que el gobierno está estrangulando lentamente la vida de nuestra sociedad.
Gloria Steinem declaró: «Lo personal es político». Hoy en día, la política ha llegado a la vida familiar e incluso a la propia procreación, una tendencia infeliz para gente infeliz.
Las élites políticas americanas y europeas parecen querer que la guerra Rusia-Ucrania se prolongue hasta el último ucraniano y no han hecho nada para lograr la paz. Es hora de cambiar.
Australia es famosa por su cultura relajada y por haber sido fundada por convictos británicos. También debería ser famosa por su emprendimiento.
Los americanos gastan miles de millones de dólares en el tratamiento de enfermedades cardiacas. La prevención es más barata, pero gracias a los perversos incentivos gubernamentales, la prevención de las cardiopatías pasa a un segundo plano frente al gasto médico.
Cuando la Unión Soviética se derrumbó hace más de treinta años, las élites políticas de EEUU y europeas trataron de aislar y amenazar a Rusia. El resultado ha sido guerra, destrucción y muerte, ninguna de ellas necesaria.
Nos gusta pensar en el «Estado profundo» como una entidad conspirativa. En realidad, el término describe gran parte de lo que el gobierno federal hace a plena luz del día.
La historia popular dice que el gasto gubernamental masivo —posible gracias al fin del patrón oro— puso fin a la Gran Depresión. Como de costumbre, la historia popular está equivocada.