Los ambientalistas radicales han convencido a la gente de que estamos condenados si seguimos utilizando combustibles fósiles. Estamos condenados si dejamos de utilizarlos.
Las corporaciones americanas están prodigando miles de millones de dólares a grupos de izquierda en nombre de la «equidad». Pero muchas de ellas también hacen donaciones a personas y causas aún más cuestionables.
Servicio de mala calidad, averías periódicas y, encima, por encima del presupuesto. Hay una razón por la que los proyectos financiados por los gobiernos siempre derrochan recursos.
La administración Biden ha decidido que el problema REAL de la vivienda es que las personas equivocadas están ahorrando dinero y pagando puntualmente sus hipotecas. Hay que castigarles.
Como tantas otras tribus indias, los cheroquis descubrieron que el gobierno de EEUU tiene la manía de incumplir sus propios tratados.
Una de las grandes ficciones de la historia de los EEUU es que la política exterior de los EUA se basó en el no intervencionismo hasta que la nación se vio obligada a entrar en la Segunda Guerra Mundial.
Desde el punto de vista económico, el gobierno de EEUU está en bancarrota, aunque el gobierno no admita lo que es obvio. Pero, ¿cómo sería un procedimiento de bancarrota real?
Los gobiernos progresistas, en nombre de la equidad, piden que se graven las plusvalías. En realidad están exigiendo la destrucción del capital a través del consumo de capital.
A pesar de la palabrería tranquilizadora de la Casa Blanca y los funcionarios de la Fed, el sistema financiero es cada vez más frágil e inestable. Quizá toda esa intervención de la última década no fue acertada.
La cultura moderna tiene prejuicios contra los ricos, aunque dependa de la riqueza que han creado los empresarios exitosos.
