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La «independencia» del chip americano: proteccionismo con otro nombre

Prácticamente todos los aspectos de la vida moderna, interconectada y digitalizada, dependen de las capacidades de procesamiento y memoria de los avanzados chips informáticos semiconductores. Los dispositivos electrónicos, incluidos los teléfonos inteligentes, las consolas de juegos, los coches, los televisores, los electrodomésticos, el hardware militar y los equipos médicos, dependen de estas diminutas obleas planas de silicio fabricadas asombrosamente con arena fundida. Los Estados Unidos ha centrado sus esfuerzos en este bien esencial para presionar a China a medida que se precipitan las tensiones entre las superpotencias rivales. Sin embargo, desde el principio, las medidas de EEUU perjudicarán a los consumidores y a las empresas americanas.

¿Una victoria pírrica?

Ambos países han aplicado a lo largo de los años políticas sobre estos semiconductores avanzados como parte de su competencia económica más amplia. Aunque las medidas de los EEUU se dirigen a China, las empresas americanas y las alineadas con Occidente han sentido irónicamente el aumento de la presión, ya que China constituye una parte importante de su mercado y fabricación.

Los precios de las acciones de las empresas americanas Intel, Micron, Nvidia, AMD, Applied Materials y Lam Research han caído entre un 50% y un 70% desde sus máximos de cincuenta y dos semanas. La holandesa ASML y la japonesa Tokyo Electron también han experimentado estos descensos en el precio de sus acciones. Es posible que aún no se haya tocado fondo con la aparición de nuevas restricciones comerciales por parte de Washington a medida que se calienta la guerra de los chips.

El 7 de octubre, el Departamento de Comercio de EEUU amplió los requisitos de concesión de licencias para las exportaciones de semiconductores avanzados y los equipos utilizados para fabricarlos. A diferencia de la anterior prohibición de envíos a empresas concretas de China, la nueva política abarca todos los envíos relacionados con la industria de los chips a China. Se calcula que cortar el acceso de China a las importaciones extranjeras relacionadas con los chips supondría un retraso de años para la industria china de los chips. Especialmente en el ámbito de los chips más avanzados, China se ha quedado atrás con respecto a los países alineados con EEUU, ya que los métodos altamente técnicos siguen estando fuera de su alcance sin importaciones.

Sin embargo, algunos se han apresurado a señalar las consecuencias imprevistas más amplias que tendrán para los EEUU las nuevas normas contra China. Willy Shih, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard especializado en tecnología y fabricación, describe este tipo de control de las exportaciones como «un instrumento un poco contundente», señalando que impedir a China la capacidad de fabricar los chips de gama más alta podría empujar a las empresas de ese país a recurrir a la producción de más chips de gama baja, lo que a su vez haría bajar los precios de ese segmento del mercado y dificultaría la competencia de las fábricas de los EEUU y occidentales. Esto volvería a hacer que los compradores occidentales de esos chips dependieran de los proveedores chinos. Estos chips menos avanzados se utilizan habitualmente en dispositivos más sencillos, pero también forman parte de automóviles e incluso de algunos equipos militares.

Esta escalada de las restricciones de los EEUU en el mercado de chips, aunque desestabiliza a corto plazo a su rival, puede actuar como combustible para acelerar el impulso de China para lograr la autosuficiencia en la fabricación de chips a largo plazo. Así ha ocurrido con muchas tecnologías, como con el desarrollo del ferrocarril de alta velocidad en China tras la ventaja inicial de Japón. Sólo un par de meses antes de las últimas medidas de los EEUU, se informó de que el principal fabricante de chips de China, Semiconductor Manufacturing International Corp (SMIC), había alcanzado un avance tecnológico clave que permitía producir chips de siete nanómetros a la altura de los mejores fabricantes del mundo. ¿Puede EEUU ganar realmente una guerra de chips con este tipo de política restrictiva o acabará siendo un tiro al blanco?

Respuestas en el extranjero

En respuesta a la prohibición general del gobierno de EEUU contra el comercio y la cooperación con China, el fabricante de chips chino Yangtze Memory Technologies Corp despidió a los empleados americanos que ocupaban los principales puestos tecnológicos, en un esfuerzo más amplio de las empresas chinas de semiconductores por dirigir líneas de fabricación «libres de EEUU» y por «desamericanizar» los equipos. Muchos empleados extranjeros de los EEUU o de países alineados con los EEUU que trabajan en la industria de fabricación de chips han abandonado o planean abandonar China, ya que las empresas se esfuerzan por evaluar sus planes futuros.

Las nuevas restricciones comerciales conceden a las empresas no-EEUU con sedes operativas en China un periodo de gracia de un año en el que todavía se puede enviar material a China. Esto sumerge a estas empresas en una zona gris en la que deben adivinar las perspectivas de sus vínculos con el mercado chino. La surcoreana SK Hynix, uno de los principales fabricantes de chips de memoria del mundo, ha declarado que la empresa podría vender su enorme planta de Wuxi (China) en el caso extremo de que no pueda mantener las instalaciones de forma sostenible. En este caso, las últimas medidas de los EEUU suponen una gran carga para la economía de un país amigo, una carga que nunca pidieron soportar.

La atención geopolítica prestada a Taiwán este año se ha visto alimentada en gran medida por esta misma cuestión. Taiwán representa en la actualidad cerca del 20% de la capacidad mundial de semiconductores y produce la friolera del 92% de los chips más avanzados, sobre todo la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC). La dependencia de la producción extranjera para estos importantes componentes ha empujado a los EEUU a impulsar los esfuerzos para aumentar la fabricación nacional de chips. Sin embargo, las perspectivas no son ampliamente optimistas. Un informe reciente menciona que el fundador de TSMC, Morris Chang, ha dicho «que los esfuerzos de los EEUU por reconstituir su producción nacional de semiconductores están condenados al fracaso».

Fuego amigo

Las últimas restricciones parecen apuntar no sólo a una mayor desvinculación entre los EEUU y China, sino que también podrían crear fisuras en la relación de los EEUU con los países alineados con importantes industrias de fabricación de chips. Las nuevas restricciones de los EEUU están destinadas a crear escasez, no abundancia. Como ocurre con tantas políticas comerciales restrictivas, los consumidores y las empresas verán menos opciones entre los productos que utilizan chips de silicio y las empresas experimentarán una caída en la producción de esos productos que tanto han elevado el nivel de vida general en la modernidad. El efecto puede comenzar lentamente con el aumento de los precios de los productos electrónicos, puede haber escasez o largos retrasos en el suministro, y puede terminar con la completa falta de disponibilidad de muchos de los productos que aportan eficiencia y comodidad a la vida moderna.

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