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El giro político hacia la izquierda de Nueva York: por qué la migración es la verdadera fuerza electoral

El 4 de noviembre, Nueva York eligió a su nuevo alcalde, Zohran Mamdani. A sus treinta y cuatro años, Mamdani se identifica como «socialista democrático». Su victoria supone un nuevo giro hacia la izquierda en el centro de gravedad político de Nueva York. Su programa de gobierno va más allá de las políticas tradicionales del Partido Demócrata y se orienta hacia un programa más radical y «equitativo».

El tema central de la campaña de Mamdani fue la crisis del costo de la vida a la que se enfrenta la clase trabajadora de Nueva York. Su promesa era «hacer que Nueva York vuelva a ser asequible». En consecuencia, su programa incluía: una congelación de los alquileres que prohíbe a los propietarios subirlos; transporte público y guarderías gratuitos; y aumentos sustanciales de los impuestos a las personas con altos ingresos y a los hogares ricos.

También propone aumentar el salario mínimo y construir 200 000 viviendas asequibles en un plazo de diez años. Para contrarrestar el rápido aumento de los precios de los alimentos y reducir los gastos de los hogares, Mamdani tiene la intención de crear tiendas de comestibles gestionadas por la ciudad. Estas tiendas serían entidades sin ánimo de lucro exentas del pago de impuestos sobre la propiedad y del alquiler. En resumen, su objetivo es crear una «red minorista de economía planificada gestionada por el Estado» al estilo de Nueva York en aras del bienestar público.

Está claro que la visión de Mamdani de una «comuna neoyorquina» se basa en una fuerte regulación e intervención. Pretende abordar lo que él denomina «desigualdad económica» mediante una agresiva redistribución de la riqueza y una mayor participación del Estado en el mercado. Sin embargo, los críticos, entre ellos su compañero demócrata y antiguo candidato Cuomo, advierten de que estas políticas provocarán un éxodo de empresas y residentes con altos ingresos.

Estas advertencias no son infundadas. Según una encuesta de J.L. Partners citada por el Daily Mail, entre los 8,4 millones de residentes de la ciudad de Nueva York, el 9 % —unas 765 000 personas— afirmó que «definitivamente» se marcharía si Mamdani ganara. Otro 25 %, aproximadamente 2,12 millones, afirmó que «consideraría» marcharse. Entre los hogares con ingresos superiores a 250 000 dólares al año, el 7 % declaró explícitamente que se trasladaría.

Esta encuesta no es solo una muestra estadística, sino una reacción directa a la agenda del próximo gobierno. Aquellos que se consideran los principales objetivos de las políticas de Mamdani —es decir, las personas con altos ingresos y los grupos sujetos a impuestos elevados— están indicando con sus respuestas que se están preparando para «votar con los pies». Como se diría en chino: «Si no puedo permitirme luchar contra esto, al menos puedo evitarlo».

Tras la victoria de Mamdani, el expresidente Barack Obama publicó en X: «Enhorabuena a todos los candidatos demócratas que han ganado esta noche. Es un recordatorio de que cuando nos unimos en torno a líderes fuertes y con visión de futuro que se preocupan por los temas importantes, podemos ganar. Todavía nos queda mucho trabajo por hacer, pero el futuro parece un poco más brillante».

Obama considera claramente que su administración —y, en términos más generales, el gobierno demócrata— ha sido un éxito y es esperanzador. Pero si este optimismo está justificado es discutible. Uno de los indicadores más reveladores proviene de los datos sobre migración interestatal en los Estados Unidos.

La lógica es simple: la gente busca lugares mejores. Si la economía, la política, la educación o la cultura de un estado se vuelven intolerables, la respuesta natural es marcharse. En este sentido, «votar con los pies» es la forma más auténtica de votar. De hecho, votar con los pies suele ser más sincero que votar con la papeleta.

Teniendo esto en cuenta, consideremos los datos sobre la migración interna en los Estados Unidos. Según las estadísticas de migración interna neta de la Oficina del Censo de los EEUU entre julio de 2023 y julio de 2024 —definida como los residentes entrantes menos los residentes salientes, excluyendo la migración internacional y el cambio natural de la población—, el contraste es sorprendente.

 

Los estados con mayores pérdidas de población fueron todos «estados azules»:
• California: –239 575
• Nueva York: –120 917
• Illinois: –56 235
• Nueva Jersey: –35 554
• Massachusetts: –27 480

Por el contrario, los estados con mayor crecimiento demográfico fueron en su mayoría estados republicanos o de tendencia conservadora:
• Texas: +85 267
• Carolina del Norte: +82 288
• Carolina del Sur: +68 043
• Florida: +64 017
• Tennessee: +48 476

El patrón es inconfundible: los cinco estados con la mayor inmigración neta son todos estados republicanos conocidos por sus bajos impuestos y su bajo coste de vida. Por su parte, los tres principales estados demócratas con mayor emigración —California, Nueva York e Illinois— se caracterizan por sus altos costes de vivienda, sus elevados impuestos y su elevado coste de vida. Gran parte de esta carga se debe a la fuerte regulación típica de los gobiernos demócratas.

Si los datos de un año parecen insuficientes, consideremos las cifras de los últimos cinco años. De 2020 a 2024, los estados con mayor descenso de población fueron de nuevo los estados azules gobernados por los demócratas:
• Nueva York: –238 000
• California: –91 000
• Illinois: –89 000

En cuanto al crecimiento, Texas (+2,1 millones) es un bastión tradicionalmente republicano; Florida (+1,8 millones) se ha convertido en los últimos años en un estado fiablemente republicano; y Carolina del Norte (+596 000) se considera a menudo un estado indeciso, con un gobernador demócrata pero una legislatura controlada por los republicanos.

 

Ampliando aún más el horizonte temporal, una comparación entre 2005 y 2022 revela una asimetría aún más profunda. La emigración total desde los estados azules aumentó considerablemente —pasando de 3,7 millones en 2005 a 4,6 millones en 2022. Mientras tanto, la emigración desde los estados rojos se mantuvo prácticamente sin cambios, aumentando solo ligeramente de 3,3 millones a 3,6 millones.

Es evidente que, ya sea en un año, cinco años o dieciocho años, la tendencia es constante: el «modelo de estado rojo», con bajos impuestos y poca regulación, retiene y atrae a los residentes, mientras que el «modelo de estado azul», con altos impuestos y mucha regulación, aleja cada vez más a su base impositiva. La gente vota con los pies.

Volviendo a la victoria de Mamdani: su llamamiento a «gravar a los ricos» no es mera retórica. La encuesta de J.L. Partners es una prueba convincente. Representa la primera señal cuantificable de que el cambio de Nueva York hacia una nueva fase de «socialismo democrático» está impulsando a sus residentes, especialmente a los contribuyentes, a huir de la ciudad.

El movimiento de la población es el sistema de votación más honesto que posee una ciudad, un estado o una nación. Las papeletas pueden verse influidas por las emociones, pero la migración no. La gente no se traslada por ideología, sino por mejores condiciones de vida, impuestos más bajos, más oportunidades, calles más seguras y mejores escuelas. La calidad de la gobernanza se revela en última instancia a través de las elecciones físicas de las personas, del mismo modo que las preferencias se demuestran a través de las acciones.

La Nueva York actual no solo se enfrenta a un cambio de política bajo un nuevo alcalde —sino que se enfrenta a las consecuencias estructurales de su trayectoria política de larga data. La elección de Mamdani no es la causa del deterioro de Nueva York, sino un síntoma de una «gran divergencia» demográfica que ya se ha producido.

Sin embargo, es probable que su victoria y las políticas que representa actúen como aceleradores de la próxima ola de fuga de población y capital. Sin controles institucionales que interrumpan este círculo vicioso, los centros profundamente azules como Nueva York seguirán experimentando un declive estructural y predecible en su economía, sus finanzas y su población.

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