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El elevado coste de las sanciones para Europa y Rusia

La escalada de tensión en Ucrania nos ha recordado algo que muchos inversores parecían haber olvidado: el riesgo geopolítico. Las sanciones y la inevitable caída del comercio han demostrado generar un importante impacto negativo en las diferentes economías implicadas. Sabemos por la crisis de Ucrania de 2014 que el golpe económico es grave y persistente.

El golpe económico de las sanciones es sin duda mayor para Rusia. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó en 2015 que «las sanciones occidentales y las contra-sanciones rusas redujeron el producto interior bruto (PIB) real ruso inicialmente entre un 1 y un 1,5% y que la prolongación de las sanciones conduciría a una pérdida de producción acumulada aún mayor. En 2019, el FMI estimó que las sanciones redujeron la tasa de crecimiento de Rusia en 0,2 puntos porcentuales cada año entre 2014 y 2018», tal y como recoge el New Atlanticist.

El impacto sobre los ciudadanos rusos es amplio, incluso cuando estas sanciones se dirigen a individuos y bancos estatales. El impacto más evidente es la pérdida de poder adquisitivo de la moneda local, que se ha desplomado frente al dólar americano, reduciendo los salarios y los ahorros en términos reales.

Los Estados Unidos no sufren un impacto relevante de las sanciones a Rusia. Importó unos 30.000 millones de dólares de Rusia en los primeros once meses de 2021 y exportó 13.200 millones, según Bloomberg. Sin embargo, sí sufre implicaciones indirectas al dispararse los precios al consumidor por la subida de los precios de la energía y los alimentos. Rusia es un actor global relevante en la exportación de metales, bienes agrícolas y energía, y las sanciones afectan al precio marginal en los mercados globales.

La Unión Europea tiene mucho más que perder en un conflicto con Rusia que los EEUU. Según Eurostat, Rusia es el quinto socio comercial de la Unión Europea, con unas importaciones de 177.900 millones de dólares y unas exportaciones de 104.100 millones. Además, la dependencia del gas natural ruso es muy alta, sobre todo en países como Alemania y la República Checa. Once países de la UE importan más del 50% de su gas natural de Rusia. Para muchos sería imposible compensar el flujo de gas ruso con gas natural licuado traído en camiones, incluso si estuvieran dispuestos a aceptar precios prohibitivos.

El impacto en Ucrania es enorme. En «The Economic Effect of Hybrid Wars», un estudio de las profesoras Julia Bluszcz y Marica Valente, muestran que «los efectos causales se estiman calculando la diferencia anual del PIB per cápita entre Ucrania y su homólogo sintético tras el estallido de la guerra. Los resultados indican que el PIB per cápita perdido por Ucrania debido a la guerra de Donbass asciende al 15,1% de media en los años 2013-2017 y, respectivamente, al 5,23% (460,26 dólares), 9,18% (832,96 dólares), 19,63% (1.823,78 dólares), 19,80% (1.893,38 dólares), 21,67% (2.184,13 dólares) en 2013, 2014, 2015, 2016 y 2017.»

También hay un impacto indirecto en la economía mundial. Las crecientes tensiones en Ucrania están mostrando las crecientes diferencias entre los países occidentales y las naciones influenciadas por Rusia y China. Se trata de algo más que de Ucrania o de los flujos de gas natural. Occidente está perdiendo influencia en África y América Latina en favor de China y, en menor medida, de Rusia. América Latina está cambiando lentamente hacia China y Rusia, como demuestran los mensajes del presidente de Argentina y del recién nombrado primer ministro de Chile.

El impacto del riesgo geopolítico ha hecho que los precios de la energía y los alimentos se disparen en todo el mundo. El aumento de los precios de los bienes esenciales se produce después de un año terrible para los salarios reales mundiales, erosionados por la inflación alimentada por los bancos centrales.

La crisis de Ucrania llega además en medio de una evidente desaceleración de las mayores economías tras el efecto placebo de los planes de estímulo masivos. Estos riesgos se suman a un escenario en el que muchas economías se acercan aún más a la estanflación, y las ramificaciones probablemente durarán más que el propio conflicto.

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