El lunes, el antiguo economista a cargo de la Reserva Federal, Andrew Huszar, pidió disculpas públicamente a los estadounidenses por su papel trascendental en la ejecución del programa de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), un programa que califica como «el mayor rescate por la puerta trasera de Wall Street de todos los tiempos» y «la mayor intervención en los mercados financieros por parte de cualquier gobierno en la historia mundial». Aunque sea un reconocimiento muy importante por parte de alguien interno (Mr. Huszar es asimismo un antiguo banquero de Wall Street), quizá la declaración más reveladora de Mr. Huszar se refería a los resultados de «la incesante inyección de dinero [de la QE] en los mercados financieros durante los últimos cinco años». Se refería a la espectacular subida en los mercados financieros y expresaba estar de acuerdo con la creciente creencia entre los observadores expertos de que las condiciones del mercado se habían convertido en «similares a una burbuja».
En un trabajo recientemente publicado por el American Enterprise Institute, otro antiguo político, el miembro residente Desmond Lachman, antiguo subdirector del Departamento de Desarrollo y Revisión de Políticas del Fondo Monetario Internacional, advierte que la QE y otras «políticas monetarias no ortodoxas» están teniendo «consecuencias indeseadas». Entre otras consecuencias, Lachman ve señales de incipientes burbujas formándose en todo el mundo:
Un objetivo importante de las políticas de QE seguidas en Estados Unidos, Reino Unido y Japón ha sido animar la toma de riesgos y aumentar los precios de los activos como medio para estimular la demanda agregada. La pregunta que hay que hacerse ahora es si estas políticas han dado lugar a una toma excesiva de riesgos, sobreapalancamiento y burbujas en mercados de activos y crédito. En este contexto cabe preguntarse si históricamente los bajos intereses en bonos basura en los países industrializados infravaloran ahora el riesgo de poseer dichos bonos. (…) también cabe preguntarse si los intereses de los bonos soberanos en la periferia europea se han disociado de los fundamentales económicos subyacentes de esos países y si las valoraciones globales no son excesivamente optimistas.
El mercado de gemas y artículos de colección también se ha hecho últimamente muy espumoso. Ayer se establecieron nuevos récords para una piedra preciosa y para una obra de Andy Warhol vendida en subasta. El «sueño rosa», un diamante de 59,60 quilates de color rosa fuerte, que es el grado de color más alto para los diamantes, y cuya pureza de su cristal está situada entre el 2% más alto del mundo. El precio récord acordado fue de 83 millones de dólares. No es casualidad que el DJIA estableciera un récord intradía poco antes de la subasta. El nuevo precio récord para la obra de Andy Warhol fue de 105,4 millones de dólares. Los 199,5 millones combinados en ingresos de la subasta fue asimismo un récord para Sotheby’s. Durante la temporada de otoño de subastas de Sotheby’s en Ginebra, también se establecieron récords para los precios de un diamante naranja y un reloj Rolex Daytona.
Mientras la idea austriaca de que una política monetaria super acomodaticia de la Reserva Federal puede estar causando una reincidencia de burbujas de activos se está abriendo paso en los círculos políticos, aún no ha iluminado a Janet Yellen. Tampoco es probable esa epifanía. Ms. Yellen viste las anteojeras del macroeconomista ortodoxo que le obligan a centrarse estrechamente en medias estadísticas agregados arbitrarios y cada vez más irrelevantes, como el IPC, la tasa de desempleo y el PIB, y a ignorar lo que está pasando en torno a ella en los mercados reales.
Esto se revela claramente en las notas por ella preparadas para su audiencia de confirmación y publicadas ayer. Ms. Yellen apuntaba que la tasa de aumento en el IPC era menos que el objetivo de la Reserva Federal del 2,00% y que el mercado laboral y la economía estaban actuando muy por debajo de su potencial (basado en el concepto sin sentido del «PIB potencial»). Así que reiteraba su compromiso con la continuación de la acomodación monetaria y las «herramientas políticas no convencionales como la compra de activos». Es verdad que en su testimonio ante el comité del Senado del jueves sí reconoció que es «importante para la Fed tratar de detectar burbujas de activos cuando se están formando». Sin embargo, rechazaba despreocupadamente que los recientes máximos históricos en mercados de activos reflejaran «condiciones de burbuja». Con la muy probable confirmación de la Sra. Yellen, podemos esperar que la Reserva Federal alimente ciegamente burbujas de activos hasta el extremo. Con el sistema financiero aún tambaleante, esto llevará a otro desplome financiero y una apropiación del sistema financiero por parte del gobierno de EEUU, aspecto que hará que el último rescate de Wall Street parezca haber sido una intervención menor.