Mises Wire

La vieja manera estadounidense de hacer las cosas llegó a su fin con los ataques del 11 de septiembre. En ese momento, la rama de seguridad nacional del gobierno federal adoptó muchos de los mismos poderes que el régimen comunista chino, y sin ninguna enmienda a la Constitución.

Las grandes diferencias entre las economías de Irlanda y Portugal ilustran cómo el diseño de la eurozona no encaja con las realidades económicas modernas.

El dólar estadounidense sigue gozando de la confianza de los mercados, los gobiernos y los bancos centrales. Pero la fe en el dólar estadounidense se está debilitando, y muchos están tratando de ayudar al proceso.

La economía de la eurozona se está desacelerando. La solución no son más estímulos fiscales y monetarios.

Un grupo utiliza los recursos naturales para aumentar la riqueza humana por medios pacíficos. Y luego otros usan el poder del estado para robar parte de esa riqueza para sí mismos.

Los socialdemócratas están comprometidos a destruir las relaciones voluntarias y naturales que se desarrollan en el mercado entre los seres humanos que consienten. Lo hacen a través de implacables programas de redistribución de la riqueza.

El aumento del valor de las propiedades es bueno para aquellos que poseen propiedades, pero eleva las barreras a la propiedad de viviendas y a la creación de empresas para todos los demás.

El «libertarismo» forma parte de lo que ahora se conoce como liberalismo «clásico», la influyente ideología de libre mercado del siglo XIX, cuyos efectos y legado aún se sienten hoy en día.

Los banqueros centrales como Alan Greenspan parecen pensar que se puede confiar en que los banqueros centrales actúen con moderación. Ese es un plan arriesgado, especialmente si se tiene en cuenta que se podrían imponer restricciones verdaderas y confiables a la oferta de dinero mediante la adopción del dinero de los productos básicos.

Aunque es fácil ver cuánto estamos gastando allí, es más difícil ver qué podríamos estar haciendo con todos esos recursos si no estuviéramos creando más problemas en el extranjero. Tenemos que transformar nuestra forma de pensar sobre nuestra política exterior y seguir el ejemplo de Bastiat para tratar de «ver lo lo que no se ve».