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La preocupación por la influencia concentrada de los intereses especiales de las empresas es válida, pero no porque los intereses especiales de las empresas vayan a impedir la regulación económica. El problema es que los ejecutivos de las empresas siempre piden más control gubernamental.

Tras la llegada de la paz en 1783, la nueva república se enfrentó a un doble ajuste económico: a los tiempos de paz desde los patrones artificiales de producción y comercio durante la guerra, y a un panorama comercial muy diferente al que había existido antes de la guerra.

El presidente Joe Biden ha prometido poner un «rápido fin» a las regulaciones del Título IX de la administración Trump y volver a las de la era Obama en las universidades. Si esto sucede, no habrá ningún proceso debido para los acusados de mala conducta sexual.

En su historia del liberalismo (tanto clásico como de otro tipo) Helena Rosenblatt se basa en una caricatura de los liberales como radicalmente individualistas y preocupados sólo por el beneficio material. Se trata de un desafortunado error.

Los proteccionistas siempre se equivocan, pero es evidente que se equivocan cuando se trata de «proteger» los productos estadounidenses de la competencia anglosajona. Ni las preocupaciones geopolíticas ni el miedo a la fuga de capitales hacia la «mano de obra barata» se aplican en este caso.

Permitir la venta corta aumenta el número de personas con un incentivo para descubrir información valiosa sobre las perspectivas de las firmas al proporcionar un mecanismo adicional para beneficiarse de la información que resulta ser negativa. Esto hace que los mercados sean más receptivos y honestos.

De repente, los campeones de la teoría del participantes, como el previsiblemente despreciable Washington Post, se encuentran cantando una nueva melodía sobre los capitalistas buitre, decidiendo que los vendedores en corto de los fondos de cobertura son ahora los buenos.

Las leyes contra la incitación —al igual que las leyes de difamación— son ataques directos a los derechos humanos básicos y a la libertad de expresión. Ambas ponen en peligro legal a personas no violentas por el mero «crimen» de expresar opiniones.

Cuando los pequeños inversores pierden la camisa por colocar inversiones imprudentes, ¿acuden a su rescate las empresas de corretaje, los fondos de cobertura, los grandes bancos, etc.? De ninguna manera. Pero se habló mucho de «rescate» cuando los fondos de cobertura perdieron dinero en el short squeeze de GameStop.

Estados Unidos se ha acostumbrado a décadas de «demasiado grande para caer», lo que significa asegurarse de que la élite de Wall Street nunca tenga que soportar ningún dolor real. Por ello, los expertos se apresuraron a afirmar que el asunto de GameStop era una grave amenaza para Estados Unidos.