Mises Wire

La seguridad privada suele prestar sus servicios al mejor postor. Y sabes que casi siempre acaba siendo el propio régimen. Los cultivadores de maíz no pueden hacer el mismo tipo de cheques que los cultivadores de impuestos.

«Los políticos se han dado cuenta de que pueden silenciar el discurso de quienes tienen puntos de vista políticos diferentes mediante el acoso público».

Cualquiera que se plantee ir al muy conservador College of the Ozarks sabe en qué se está metiendo. Sin embargo, el gobierno de Biden ha lanzado una guerra contra esta pequeña universidad en nombre de la «igualdad» para los estudiantes transexuales que no tienen ninguna razón para poner un pie allí.

Estamos empezando a ver algunos intentos de empresas privadas de proporcionar seguridad privada sencilla y asequible más allá de los clientes ricos o corporativos.

Desde la madera hasta el cobre y el maíz, los precios de los productos de primera necesidad, tanto para la producción como para el consumo, están subiendo a máximos de varios años. La Fed dice que tiene todo bajo control, pero la Fed tiene un pésimo historial tanto en las predicciones como en la ejecución de sus planes.

La dificultad que encontró Trump al intentar reducir, aunque sea ligeramente, los planes militares americanos muestran lo lejos que están los estadounidenses de abandonar la idea de que los Estados Unidos es la nación indispensable con derecho a librar guerras siempre y en todas partes.

Parece absurdo tener que señalar que el canibalismo económico, incluso frente a un virus, no puede producir más que devastación, pero por desgracia, vivimos en tiempos absurdos.

Es demasiado tarde para que los estados miembros americanos afirmen su independencia real del gobierno central sin enfrentarse a una avalancha de oposición legal, política e incluso militar. Los europeos harían bien en no ponerse en una situación similar.

Dos cosas deberían preocuparnos. En primer lugar, la debilidad de la recuperación en medio del mayor estímulo fiscal y monetario visto en décadas, y en segundo lugar, el efecto corto y decreciente de estos programas.

El mantra «Las personas sobre las ganancias» vuelve a oírse en Washington. Pero esta vez lo escuchamos de los propios grupos de presión empresariales que ahora repiten como loros los eslóganes de la izquierda sobre la «responsabilidad social».