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Malls y centros de compras vacíos: cómo el gobierno alimenta malinversiones

Mises Wire Benjamin Seevers

Si vives en los Estados Unidos, lo más probable es que estés familiarizado con los escaparates vacíos, sobre todo en los centros de compras. Los otrora grandes malls sufren ahora vacíos y falta de clientes. A los lectores de mises.org no debería sorprenderles que el gobierno sea en gran parte responsable. El Estado, a través de diversas intervenciones, ha provocado que haya más escaparates vacíos y malls en apuros económicos de los que habría en caso contrario. Permítanme explicarlo con una anécdota personal.

Uno de los malls que tengo cerca es el Galleria at Pittsburgh Mills, en Fraser Township, Pensilvania. Solía visitarlo con amigos. Recientemente, volví a visitarlo cuando estaba por la zona, y lo que me encontré fue una interminable procesión de tiendas vacías y un patio de comidas vacío. La visión era deprimente, y me pregunté cuál era la causa de esta lánguida ociosidad. Hay dos cosas que podrían explicar el lamentable estado de la Galleria: los incentivos fiscales y la ampliación del crédito.

La creación del Galleria fue acogida a bombo y platillo debido a su fastuosa promesa de éxito. Se decía que posibilidades tan grandiosas como un parque acuático e incluso una pista cercana de la National Association for Stock Car Auto Racing (NASCAR) estaban a la vuelta de la esquina. Las estimaciones sobre los futuros ingresos del mall entusiasmaron a los funcionarios de la administración local, lo que propició un acuerdo fiscal de veinte años por el que «se aplazaba una parte de los impuestos sobre la propiedad para pagar el nuevo enlace de la Ruta 28, de 21 millones de dólares, que conduce al mall, así como las infraestructuras necesarias, como conducciones de agua y alcantarillado».

Así, una parte de los ingresos fiscales producidos por el mall se quedaría en la empresa, produciendo infraestructuras vitales para la prosperidad del mall. En principio, esto suena bien; las exenciones fiscales exclusivas pueden ser agujeros por los que respire el libre mercado, pero hay que tener en cuenta que son concesiones de privilegios especiales. Que el acuerdo con Galleria fuera justo o injusto es otra cuestión. Otros innumerables negocios y malls no se dan el mismo lujo de decidir cómo gasta el gobierno el dinero de sus impuestos; por tanto, debe de haber alguna distorsión del mercado.

Por desgracia, las promesas del mall nunca se materializaron, a pesar de la exuberancia de los funcionarios que invirtieron en él. Ahora, el municipio está siendo castigado; los ingresos fiscales que se le «debían» nunca llegaron.

Los incentivos fiscales fomentaron el mall, pero el exceso de confianza alimentó su creación. ¿Cuál fue la causa de este exceso de confianza? La segunda causa del estado actual del mall, la expansión del crédito, es probablemente la culpable.

El mall se construyó e inauguró durante el boom inmobiliario que culminó en el crack de 2008, y recibió un préstamo de 133 millones de dólares en 2006, cerca de la apoteosis de la burbuja. Se planificó con la expectativa de que el mercado seguiría en auge; es probable que los promotores creyeran que podrían obtener un préstamo si lo necesitaban, y así lo hicieron.

El préstamo en sí tiene un carácter cuestionable. El mall era un proyecto ambiciosamente grande; de hecho, es el tercer mall más grande del estado de Pensilvania y, para colmo, sólo tiene una planta. Hay que caminar mucho para recorrerlo. Es un buen lugar para estirar las piernas, pero no para ir de compras. Un proyecto así sería risible si se emprendiera hoy, pero durante la burbuja inmobiliaria parecía perfectamente racional.

Para colmo de males, el centro de compras se encuentra a sólo veinte minutos de Pittsburgh, donde abundan los centros de compras, y a treinta minutos de Ross Park Mall, que ha tenido mucho más éxito. No entiendo por qué se construyó un complejo tan grande y prepotente cerca de malls mejores.

No podemos conocer del todo las motivaciones del mall, pero en un mercado libre, es más que probable que no se hubiera prestado dinero para esta empresa; sin embargo, durante la exuberancia irracional de la burbuja inmobiliaria que se desplomó en 2008, parecía un buen negocio.

La expansión crediticia y los mencionados incentivos fiscales consideraron necesario y eficiente el innecesario e ineficaz mall, y comenzó una historia de cierres y escaparates vacíos. Todo esto culminó en 2021, cuando el mall, incapaz de devolver el préstamo, se vendió en una subasta por unos escandalosos cien dólares. Wells Fargo Bank, que concedió el préstamo en 2006, compró el mall con la esperanza de darle la vuelta; sin embargo, como indican mis recientes visitas, este esfuerzo fue más que probablemente un fracaso.

Hoy, el valor del mall asciende a 11 millones de dólares, mientras que su valor original en 2006 era de 190 millones de dólares, una caída de casi el 200%. El antiguo propietario del mall citó la recesión de 2008 como la causa de los problemas de la propiedad, pero como sabemos, 2008 no fue el problema, sino la cura.

La recesión purgó los errores del sistema, corrigiendo las sobrevaloraciones del mercado. El propio mall fue un error masivo; 2008 simplemente expuso el error tal y como era.

Los malls se enfrentan claramente a una guerra en múltiples frentes; las compras en línea son uno de los mayores competidores de los malls americanos. Sin embargo, las distorsiones que los gobiernos provocaron mediante incentivos fiscales y la expansión del crédito condujeron a una mala inversión en malls, creando así más malls en apuros de los que habría en caso contrario. El Galleria no es el único mall del país financiado durante la burbuja inmobiliaria (la saga Lazarus / Urban Redevelopment Authority y el Mall of the Bluffs son casos similares).

En última instancia, los malls iban a morir; esa es la naturaleza de un sistema competitivo, pero los gobiernos con sus innumerables intervenciones hicieron que el pasado chocara con el futuro, y ahora nos quedamos con más escaparates vacíos de los que existirían sin la intervención gubernamental.

Una imagen triste, pero demasiado familiar. La única forma de que no se cometa este error en el futuro es que el gobierno cese sus intervenciones.

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