El dilema de Arabia Saudí: el fin del petrodólar
Mientras la administración Biden sigue inflando el dólar, otras naciones cuestionan la existencia del petrodólar.
Mientras la administración Biden sigue inflando el dólar, otras naciones cuestionan la existencia del petrodólar.
En el corazón de la teoría keynesiana del ciclo económico se encuentra la llamada trampa de la liquidez. Sin embargo, en contra de Keynes, las economías no se tambalean por un aumento repentino de la demanda de dinero.
El impulso del gobierno de EEUU al dinero digital no pretende facilitar las transacciones. Más bien busca el poder de controlar el dinero y a las personas que lo utilizan.
Las propuestas monedas digitales de banco central no son una nueva y cómoda forma de dinero de alta tecnología. Por el contrario, son otra toma de poder por parte de las autoridades gubernamentales, continuando la vergonzosa historia de corrupción gubernamental del dinero.
Dos naciones famosas por su hiperinflación pretenden ahora crear una moneda común. A menos que esa moneda sea el oro, se trata de una mala idea.
Mientras la Casa Blanca del presidente Joe Biden sigue dando alegres discursos sobre la economía, se avecinan importantes nubarrones económicos. El futuro no pinta bien.
Como escribió Murray Rothbard, la inflación no es un aumento de precios. Es, en cambio, un aumento de la oferta de dinero en circulación. La distinción es importante.
Cuando los precios al consumo se dispararon tras las masivas inyecciones monetarias emprendidas para contrarrestar los encierros Covid, que acabaron con el empleo, las clases políticas lo llamaron «abuso de precios». Efectivamente, cuando el gobierno infla, necesitamos todo el abuso de precios que podamos conseguir.
La única razón por la que los bancos centrales compran oro es para proteger sus balances de sus propios programas de destrucción monetaria; no tienen más remedio que hacerlo.
Con los tipos de interés actuales, las pérdidas operativas de la Fed repercutirán en el presupuesto federal durante años, lo que exigirá nuevos ingresos fiscales para compensar la pérdida continuada de miles de millones de dólares en las antiguas remesas de la Fed al Tesoro de EEUU.