Guerra y política exterior

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Connor O'Keeffe

El Washington oficial está escandalizado —¡escandalizado!— por el supuesto tráfico de influencias del senador Robert Menéndez. Pero es la búsqueda del imperio y los intentos de Washington de inmiscuirse en todas partes lo que hace que ese tráfico sea tan rentable.

Zachary Yost

No satisfechos con las guerras inútiles y destructivas que ha librado en este siglo, los dirigentes de las Fuerzas Armadas de EEUU quieren ahora que se restablezca el reclutamiento. En lugar de ello, quizá nuestro gobierno debería dar una oportunidad a la paz.

Ryan McMaken

Es fácil entender por qué muchos jóvenes no encuentran especialmente atractivo el servicio militar. El ejército de EEUU perdió en Irak y Afganistán, y puede que la propaganda habitual del régimen ya no funcione. Pero sólo conoceremos el alcance total del «problema» cuando empiece a subir el desempleo.

Ryan McMaken

En un mundo más razonable, gente como Cheney, Rice, Bolton y otros serían olvidados, avergonzados y deshonrados por supervisar múltiples guerras desastrosas en el extranjero y la creación de un estado policial en casa. Por desgracia, no vivimos en un mundo más razonable.

Ryan McMaken Zachary Yost

Ryan y Zachary rankean a los candidatos del GOP en el debate. Van de «menos terrible» (Ramaswamy) a «absolutamente horrible» (Haley y Pence).

J.R. MacLeod

Washington está paranoico con las actuales acciones chinas. Sin embargo, es Washington quien ha sido el agresor en los asuntos mundiales.

Connor O'Keeffe

La guerra de Ucrania trae muerte y destrucción sin final a la vista. En lugar de fomentar más enfrentamientos, los líderes políticos occidentales deben enfrentarse a la realidad y encontrar una forma de poner fin a este conflicto.

Patrick Barron

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el dólar de EEUU ha sido la moneda de reserva mundial. Este estatus puede cambiar porque las autoridades monetarias de EEUU insisten en inflar el dólar hasta el olvido.

J.W. Rich

Los efectos reales de la bomba atómica sobre Hiroshima se ocultaron a los americanos hasta que el New Yorker publicó un artículo en 1946. Por fin los americanos se enfrentaron a la verdad, aunque no quisieran creerla.