Biografías

A partir de falsas teorías sobre el empleo, el dinero y el interés, Keynes ha destilado una teoría fantásticamente errónea del capitalismo y de un paraíso socialista erigido a partir del papel moneda.

Tuvo la melancólica suerte de aparecer en escena cuando el mundo se lanzó a por las armas a una escala sin precedentes y fue él quien, más que ningún otro hombre, desarrolló el mercado internacional de armas. 

Antes se consideraba que el empleado gubernamental era un hombre que no podía abrirse camino en el mundo de los negocios y, por tanto, se le toleraba con condescendencia. 

Los conceptos centrales de la economía austriaca contemporánea —la acción humana, los medios y los fines, el valor subjetivo, el análisis marginal, el individualismo metodológico— provienen de la obra pionera de Menger.

En aquella época de predominio keynesiano prácticamente indiscutible, la obra de Hutt fue un faro para quienes defendían la verdad de que la economía trata de las elecciones y acciones de los seres humanos reales.

El premio Nobel de economía 2021 ha sido concedido a David Card, de Berkeley, Josh Angrist, del MIT, y Guido Imbens, de Stanford, por su trabajo sobre los «experimentos naturales», un enfoque actualmente de moda para estimar el impacto causal de una variable económica sobre otra.

Hamilton estaba «tan hechizado y pervertido por el ejemplo británico», escribió Jefferson, «como para estar bajo la completa convicción de que la corrupción era esencial para el gobierno de una nación».

¿Podría haber una prueba más lúgubre de la esterilidad de la civilización europea que el hecho de que no pueda propagarse por otros medios que el fuego y la espada?

En lugar de sucumbir al zeitgeist, Rothbard lo movió.

Bajo Truman, la revolución de FDR se consolidó y avanzó más allá de lo que incluso Franklin Roosevelt se había atrevido a esperar.