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El peligro de la teoría racial crítica

La mayoría de nosotros hemos oído hablar de la «teoría racial crítica» (TCR) y sabemos que es algo malo, pero pocos saben exactamente en qué consiste. Es imperativo que comprendamos este grave peligro, y lo que me gustaría hacer en la columna de esta semana es que los lectores la conozcan a fondo y exponer algunas objeciones a la misma.

El principio básico de la TRC es que «todo es cuestión de raza». No existe la raza biológica. «Raza» es puramente una construcción social, diseñada para oprimir a los negros. Casi todas las leyes oprimen a los negros, incluso las leyes de derechos civiles que pretenden «ayudarles». ¿Le parece ridículo? Pues aún hay más. También se oprime a las mujeres, especialmente a las negras. Si alguien es una mujer negra, está doblemente oprimida. Esto se llama «interseccionalidad».

Como era de esperar, la TRC no está respaldada por pruebas. Pedir pruebas también sería opresivo. En su lugar, los defensores de la TRC cuentan historias en las que su versión de las cosas resulta ser cierta. La ficción se convierte en realidad.

La reducción de TRC de todo a la «raza» es paralela a la reducción marxista de la historia a la opresión de clase. En un excelente artículo, David Brady, Jr. explica este paralelismo. Analiza en particular la obra de Ibrahim X. Kendi, uno de los principales defensores contemporáneos de la TRC: «Kendi no es un pensador original, sino más bien un aspirante a filósofo que repinta ideas viejas para avivar el conflicto social. La tesis filosófica general de Kendi podría resumirse simplemente como «Todo el mundo es racista, y eso se extiende a toda la sociedad. La historia puede entenderse como una cultura de supremacía blanca que mejora a la hora de ocultar su racismo subyacente».

Kendi y otros teóricos críticos de la raza sostienen que, a lo largo de la historia, los supuestos avances en el bienestar de las minorías raciales no son más que el éxito de una cultura de supremacía blanca a la hora de ocultar mejor su racismo. Se puede resumir mejor con una cita de la película de suspense The Usual Suspects: «El mayor truco del Diablo fue convencer al mundo de que no existía».

El demonio, para Kendi, sería la «supremacía blanca» en la cultura. Cada supuesto avance —desde la ilegalización de la esclavitud hasta el fin de las leyes de Jim Crow— no es más que este demonio ocultándose cada vez mejor.

No se trata de una idea original por parte de Kendi en ningún sentido. Se pueden rastrear estas ideas hasta el antepasado filosófico de la teoría racial crítica: Karl Marx. Cuando se analiza la teoría racial crítica, queda muy claro que es una representación de la teoría marxista del conflicto y el poder, pero aplicando las dimensiones de la raza en lugar de las de la clase. En lugar de ser la clase burguesa la que oprime al proletariado, es la clase blanca la que oprime a las clases no blancas de la sociedad.

Un aspecto fundamental de la teoría marxista es el de la subestructura, o base, y las superestructuras de la sociedad. Marx postuló que las relaciones fundamentales de la sociedad son las económicas, entre la clase obrera y la clase capitalista explotadora. La base crea la superestructura, que incluye el arte, la política, la religión y otras relaciones sociales que supuestamente existen para reforzar la base. De ahí viene la famosa frase de Marx «La religión es el opio de las masas». La religión, como aspecto de la superestructura, existe para apartar la mirada de las relaciones sociales que importan en la mente de los marxistas.

La teoría racial crítica sobre la «supremacía blanca inherente a la cultura» es muy parecida. La base de los teóricos son las relaciones raciales. Estos teóricos creen que la clase blanca opresora ha construido la sociedad para mantener necesariamente una dinámica de poder sobre las clases no blancas. Los logros políticos, por mucho que beneficien a las minorías raciales, forman parte de la superestructura y, por tanto, deben ser un caparazón protector de la verdadera dinámica social.

La Proclamación de Emancipación, por ejemplo, sería vista como un medio de preservar la base de la sociedad. Todos y cada uno de los resultados políticos que no sean una revolución contra la base no son más que adaptaciones de la superestructura para proteger la base. La ideología de Kendi se convierte en última instancia en una ideología revolucionaria. No puede haber un verdadero avance contra la «cultura supremacista blanca» a menos que haya una verdadera revolución, según los teóricos críticos de la raza.

Lee el artículo completo en Lewrockwell.com.

 

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