¿Es la Reserva Federal un banco privado? No importa.
¿Importa que un banco central sea de propiedad privada? No, no hay ninguna diferencia. Públicos o privados, los bancos centrales dan al Estado lo que quiere.
¿Importa que un banco central sea de propiedad privada? No, no hay ninguna diferencia. Públicos o privados, los bancos centrales dan al Estado lo que quiere.
Por mucho que se diga que Kamala Harris es socialista, lo cierto es que no defiende un socialismo como el que hemos visto en la antigua URSS o en la China de Mao. En cambio, su versión tiene características de la Italia de los 1920 y de la versión alemana más notoria de 1930.
John Maynard Keynes es el economista más conocido del siglo XX, lo cual no es bueno. Al menos fue más famoso por su éxito en la promoción de sus puntos de vista que por su falta de éxito como inversor. Sus fracasos fueron una extensión de su falta de comprensión económica.
Cuando los grandes se equivocan, suelen equivocarse mucho. Tal fue el caso de Albert Einstein, que dominaba la física cuántica pero cuya visión de la economía era, bueno, poco científica.
A lo largo de los años de Trump, muchos de los peores halcones de la guerra han abandonado el GOP. Sin embargo, otros están tratando de renombrar el mismo viejo intervencionismo neoconservador como parte de una nueva agenda de «América Primero». No caigas en la trampa.
Una y otra vez, la Reserva Federal «coordina» sus políticas con el Tesoro para asegurar que el régimen obtenga lo que quiere de la Fed.
Aunque la Constitución de los EEUU convirtió al país en una gran zona de libre comercio, prohibiendo a los estados erigir barreras comerciales entre sí, también facultó al gobierno central para imponer aranceles a las mercancías importadas de fuera del país.
Un signo de una sociedad en descomposición es que sus leyes se convierten cada vez más en herramientas políticas. La última ronda implica a los demócratas que intentan utilizar el derecho penal de una forma muy cuestionable para tratar de meter a Donald Trump en la cárcel.
La campaña de Harris-Walz ha adoptado la «libertad» como lema, pero es una versión de la libertad más propia de una obra de Orwell que de la libertad en el sentido clásico.
La primera revolución libertaria triunfó, y nosotros podemos hacer lo mismo —pero también debemos tener la voluntad de triunfar, de aceptar nada menos que la victoria total.