La Fed aprieta el botón del pánico
La Fed está desesperada por que pienses que «esta vez es diferente». Desgraciadamente, Powell parece no poder dar una explicación de por qué es así.
La Fed está desesperada por que pienses que «esta vez es diferente». Desgraciadamente, Powell parece no poder dar una explicación de por qué es así.
Muchos defensores del libre mercado han intentado desechar el nombre de «capitalismo» como descriptor del sistema de mercado. Deberían tener cuidado antes de hacerlo.
Cuanto más cambian las cosas, más permanecen iguales. En nuestra actual era de inflación, recordamos cómo Diocleciano y otras autoridades romanas ordenaron el control de los precios y otras medidas para contenerlos. Ninguno de estos edictos consiguió bajar los precios.
La Fed está desesperada por que pienses que «esta vez es diferente». Desgraciadamente, Powell parece no poder dar una explicación de por qué es así.
La especialidad de la Fed es la propaganda a través de los datos, con un largo historial de fracasos. Sus herramientas de comunicación deben trabajar horas extras, especialmente ante una decisión como ésta, para evitar «asustar a los mercados», aunque esto es fácil de ver a través de él.
Los sistemas bancarios de todo el mundo tienen enormes efectos en nuestras vidas y, sin embargo, pocas personas entienden cómo funcionan los bancos. Peor aún, aún menos entienden los poderes malignos de los bancos centrales y cómo este sistema socava las economías.
Después de que Trump escapara por poco de otro intento de asesinato, el establishment no parece interesada en los motivos del posible tirador. Tal vez sea porque se hace eco de las mismas narrativas simplistas sobre la guerra de Ucrania y Trump que exigen que todos creamos.
Si el gobierno realmente creyera que con sus políticas estarías mejor y serías más próspero, fomentaría la libertad de expresión porque todo el mundo valoraría sus mejoras de bienestar. Necesitan limitar la libertad de expresión porque saben que te harán más pobre.
Con este último giro político, siguen aumentando las pruebas de que Milei es más un típico conservador o «derechista» que un libertario del libre mercado en cualquier sentido significativo.
Tanto los economistas como los profanos se refieren descuidadamente a las tasas de interés como el «precio» del dinero.