Libertad y dinero sólido: dos caras de una moneda
Es imposible comprender la idea del dinero sólido sin darse cuenta de que fue concebida para proteger las libertades civiles contra el despotismo estatal.
Es imposible comprender la idea del dinero sólido sin darse cuenta de que fue concebida para proteger las libertades civiles contra el despotismo estatal.
¿Por qué Barbados posesclavitud desarrolló una economía más robusta que Jamaica, a pesar de que sus habitantes tenían orígenes étnicos similares?
Mientras se habla de «libertad» para el pueblo de Ucrania, los líderes políticos occidentales han utilizado la invasión como excusa para reprimir la libertad de expresión.
Con la escasez han llegado los habituales bromistas de medio pelo sobre las «malvadas corporaciones» y sobre cómo las empresas de fórmula para bebés no están supuestamente lo suficientemente reguladas. La verdadera culpa la tienen los estatistas de la beneficencia, los proteccionistas al estilo Trump y la FDA.
La sabiduría popular económica dice que los bancos centrales pueden contrarrestar los efectos nocivos de la inflación subiendo los tipos de interés. Por desgracia, estas medidas conllevan sus propias formas de mala asignación de recursos y capital.
Unos derechos de propiedad privada exigibles y aceptados pueden contribuir a aportar algunas soluciones al enconado debate sobre transgenerismo y derechos de los transgenéricos.
Desde principios de los 1960, las naciones africanas han conseguido la independencia política de las potencias coloniales, pero el colonialismo monetario del dinero fiat continúa.
Con la inflación todavía cerca de los máximos de los últimos 40 años, este es el decimotercer mes consecutivo en el que los ingresos han caído por debajo de la inflación de los precios. Es decir, los ciudadanos de a pie llevan más de un año empobreciéndose.
Las políticas keynesianas de «estímulo» debían revitalizar la economía. En cambio, han traído la estanflación.
Las sanciones se promueven como una respuesta a la agresión internacional. Sin embargo, las propias sanciones son una forma de agresión que, al igual que la guerra, suele tener finales infelices.