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Una política de estabilidad de precios lleva a la inestabilidad

Mises Wire Frank Shostak

Para la mayoría de los expertos, el factor clave que es la base para unos fundamentales económicos sanos es un nivel estable de precios, reflejado en el índice de precios del consumo.

En este modo de pensar, un nivel estable de precios garantiza la visibilidad de los cambios relativos en los precios de bienes y servicios.

Consecuentemente, se sostiene, esto lleva a un uso eficiente de los recursos escasos de la economía y por tanto genera mejores fundamentales económicos.

Un nivel estable de precios permite a los negocios ver claramente las señales del mercado, que trasladan los cambios relativos en los precios de bienes y servicios.

Por ejemplo, supongamos que tiene lugar un fortalecimiento relativo en la demanda de patatas frente a la de tomates. Este fortalecimiento relativo, se dice, va a mostrarse en el aumento relativo en los precios de las patatas con respecto a los tomates.

En un mercado libre, los negocios prestan atención a los deseos de los consumidores, que se manifiestan en cambios en los precios relativos de bienes y servicios. Si no se atienden los deseos de los consumidores, se llegará a una mezcla errónea de producción de bienes y servicios, que a su vez llevará a pérdidas.

Por tanto, en nuestro caso, al prestar atención a los cambios relativos de precios, es probable que aumente la producción de patatas frente a la de tomates.

En este modo de pensar, si los precios no son estables, la visibilidad de los cambios de los precios relativos se difumina y, consecuentemente, los negocios no pueden calcular los cambios relativos en la demanda de bienes y servicios ni tomar las decisiones correctas de producción.

Asimismo, continúa este pensamiento, aunque los cambios en el nivel de precios se deban a cambios en la oferta monetaria, los cambios en la oferta monetaria no tienen nada que ver con los cambios en los precios relativos. Los cambios en los precios relativos se deben a factores reales, es decir, cambios en la oferta y demanda que no tienen nada que ver con los cambios en la oferta monetaria. O eso se dice.

Así que no sorprende que la misión del banco central sea adoptar políticas que produzcan estabilidad de precios.

Por medio de diversos métodos cuantitativos, los economistas de la Fed han establecido que actualmente los reguladores deben buscar mantener la inflación de precios de EEUU en el 2%. Cualquier desviación importante de esta cifra constituye una desviación del camino del crecimiento de la estabilidad de precios.

Por qué la estabilidad de precios lleva a más inestabilidad

En la base de las políticas de estabilización de precios está la idea de que el dinero es neutral. Los cambios en el dinero solo tendrían un efecto sobre el nivel de precios, sin tener efecto alguno sobre la economía real ni por tanto sobre los cambios relativos en los precios de bienes y servicios.

En esta manera de pensar, los cambios en los precios relativos de bienes y servicios se producen sin la ayuda del dinero.

Por ejemplo, si se intercambia una manzana por dos patatas, entonces el precio de una manzana son dos patatas o el precio de una patata es media manzana. El tipo de cambio entre manzanas y patatas se establece por factores reales que dirigen la demanda y la oferta de manzanas y patatas.

En esta manera de pensar, si se intercambia una manzana por un dólar, de esto se deduce que el precio de una patata es de 0,5$. Advirtamos que la introducción de dinero no altera el hecho de que el precio relativo de las patatas frente a las manzanas es de 2:1 (dos por una). El vendedor de una manzana obtendrá un dólar por ella, lo que a su vez le permitiría comprar dos patatas. Así que parece que el dinero es solo un mero numerario.

En esta manera de pensar, un aumento en la cantidad de dinero lleva a una caída proporcional de su poder adquisitivo, es decir, a un aumento del nivel de precios, mientras que una caída en la cantidad de dinero genera un aumento proporcional en el poder adquisitivo de este, es decir, una caída en el nivel de precios.

Por ejemplo, si se ha doblado la cantidad de dinero, como consecuencia, el poder adquisitivo del dinero habrá bajado a la mitad. Esto significa que ahora puede intercambiarse una manzana por 2$ y una patata por 1$.

A pesar de que se doblan los precios, un vendedor de una manzana seguirá siendo capaz de comprar dos patatas con los 2$ obtenidos. Como puede verse, el que se doble el nivel de precios debido a un aumento en la oferta monetaria no tiene ningún efecto sobre los precios relativos de manzanas frente a patatas en esta manera de pensar. Creemos que este pensamiento es incorrecto.

Por qué el dinero no es neutral

El problema de esta forma de pensar es que sostiene que en una economía de mercado los precios relativos de los bienes y servicios se establecen independientemente del dinero. Pero no es así. Son los cambios de oferta y demanda de dinero y oferta y demanda de bienes los que ponen en marcha los cambios en los precios de bienes y servicios.

Además, cuando se inyecta el nuevo dinero hay siempre primeros receptores de este que se benefician de dicha inyección. Los primeros receptores, con más dinero a su disposición, pueden ahora adquirir una mayor cantidad de bienes mientras los precios de estos bienes no hayan variado.

Al irse moviendo el dinero, los precios de los bienes empiezan a aumentar. Por consiguiente, el último receptor recibe beneficios de las inyecciones monetarias en menor grado o puede incluso descubrir que los precios han aumentado tanto que ahora tiene que conformarse con menos bienes.

Los aumentos en la oferta monetaria llevan a una redistribución de la riqueza real desde los últimos receptores o no receptores de dinero a los primeros receptores. Evidentemente, este traslado de riqueza real altera las demandas individuales de bienes y servicios y a su vez altera los precios relativos de bienes y servicios.

Los cambios en la oferta monetaria ponen en marcha nuevas dinámicas, que dan lugar a cambios en las demandas de bienes y servicios y a cambios en sus precios relativos. Por tanto, los cambios en la oferta monetaria no pueden ser neutrales en lo que se refiere a los precios relativos de los bienes.

El efecto de los cambios en la demanda y oferta de dinero y la demanda y oferta de bienes se entremezcla con los precios de los bienes y no hay manera de que nadie puede aislar estos efectos.

Por ejemplo, se ha observado que a lo largo de un plazo de tiempo de un año el precio de los tomates aumentó un 10%, mientras que el precio de las patatas aumentó un 2%. Sin embargo, esta información no puede decirnos qué parte del aumento se debió a cambios en la oferta y demanda del bien y cuánto a cambios en la oferta y demanda de dinero. Según Rothbard:

Incluso aunque todos los precios de la matriz hubieran aumentado, no sabríamos cuánto ha caído el PAD (poder adquisitivo del dinero) y no sabríamos en qué medida el cambio se ha debido a un aumento en la demanda de dinero y cuánto a los cambios en las existencias.1

Como no pueden distinguirse estas influencias, es evidente que no es posible aislar y estabilizar el llamado poder adquisitivo del dinero, es decir, el nivel de precios. De esto se deduce que, como estas influencias están entrelazadas, cualquier intento de estabilizar el nivel de precios implicaría tocar los precios relativos y por tanto perturbar la asignación eficiente de recursos.

Sin embargo, los estabilizadores no nos dicen esto. Pues creen que lo más importante de estabilizar los cambios en el nivel de precios es que permite fluctuaciones libres y transparentes en los precios relativos, lo que a su vez lleva a la asignación eficiente de los recursos escasos.

Como no es posible aislar el efecto monetario sobre los precios individuales de los bienes, es evidente que es incorrecta cualquier idea de que se pueda medir y estabilizar de alguna manera el nivel de precios.

Además, la idea del poder adquisitivo general del dinero y por tanto el nivel de precios ni siquiera puede establecerse conceptualmente. He aquí por qué.

Cuando se intercambia 1$ por una barra de pan, podemos decir que el poder adquisitivo de 1$ es una barra de pan. Si 1$ se intercambia por dos tomates, esto también significa que el poder adquisitivo de 1$ es dos tomates. La información con respecto al poder adquisitivo concreto del dinero no permite la concreción del poder adquisitivo total del dinero.

No es posible calcular el poder adquisitivo total del dinero, ya que no podemos sumar 2 tomates a 1 barra de pan. Solo podemos establecer el poder adquisitivo del dinero con respecto a un bien concreto en una transacción en un momento dado y en un lugar concreto. Sobre esto, Rothbard escribía:

Como el valor general de intercambio o PAD del dinero no puede definirse cuantitativamente ni aislarse en ninguna situación histórica y sus cambios no pueden definirse ni medirse, es evidente que no puede mantenerse estable. Si no sabemos qué es algo, está claro que no podemos mantenerlo constante.2

La idea popular de que el banco central puede implantar una política de estabilidad de precios estabilizando los cambios en un índice de precios como el índice de precios al consumo es por tanto errónea. La creación de índices de precios es un intento de una tarea imposible de crear un nivel inexistente de precios.

La política de estabilidad de precios es por tanto una política de estabilizar un índice arbitrario de precios, que supuestamente representa el nivel de precios. No hace falta decir que este tipo de política solo desestabiliza los negocios y debilita el proceso de generación de riqueza.

En su libro America's Great Depression, Murray Rothbard argumentaba que una razón por la que los economistas de la década de 1920 no advirtieron la existencia de un problema inflacionista fue la adopción extendida de un nivel estable de precios como objetivo y criterio para la política monetaria.

Rothbard escribía:

Mucho menos polémico es el hecho de que cada vez más economistas fueron considerando un nivel estable de precios como el principal objetivo de la política monetaria. El hecho de que los precios generales fueran más o menos estables durante la década de 1920 indicaba a la mayoría de los economistas que no había amenaza inflacionista, así que los acontecimientos de la Gran Depresión les pillaron completamente por sorpresa.3

Dado que los economistas actuales están siguiendo exactamente la misma línea de pensamiento, es bastante probable que la política de estabilidad de precios de la Fed pueda pillar de nuevo a los economistas por sorpresa, inconscientes ante el daño infligido por esta política.

  • 1Murray N. Rothbard, Man, Economy, and State, Nash Publishing, p 739. [El hombre, la economía y el estado].
  • 2Ibíd., p. 743.
  • 3Murray N. Rothbard, America's Great Depression, Sheed and Ward, Inc., p. 153.
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