Historia de EEUU

Hay al menos cuatro buenas razones para quitar el nombre de Wilson de los edificios de Princeton: la intolerancia racial, su participación en la Primera Guerra Mundial, la fundación de la Reserva Federal y la promulgación del impuesto sobre la renta.

Las fuerzas del anticapitalismo se han aferrado durante mucho tiempo a lo que mejor les convenga para impulsar su agenda. Cualquiera que sea la última injusticia, desde un medio ambiente contaminado hasta la pobreza y el racismo, la solución es siempre el fin del capitalismo.

Las viejas monedas me vacunaron contra la confianza en los políticos mucho antes de que me creciera mi primera barba desaliñada. Empecé a coleccionar monedas cuando tenía ocho años en 1965, el año en que el presidente Lyndon Johnson empezó a quitar toda la plata de las monedas estadounidenses.

Woodrow Wilson era un supremacista blanco especialmente dedicado, incluso para el estándar de su época. La izquierda finalmente apunta a Wilson por esto, pero el legado de Wilson es mucho peor de lo que incluso la izquierda admitirá.

Thomas Sowell tiene el don de explicar cómo los mercados son simplemente el resultado de la libre elección de los seres humanos. No hay una respuesta de mercado única a un problema. Hay innumerables respuestas.

El aspecto más triste de esta ignorancia económica es que estos evangélicos han ignorado completamente las reducciones reales de las tasas de pobreza en los últimos cuarenta años, reducciones que se deben a las economías liberalizadoras que una vez estuvieron en camisas de fuerza socialistas.

Una segunda ronda de confinamientos asaltará a unos Estados Unidos que ya sufren de desempleo generalizado y una economía frágil. Peor aún, es probable que la segunda ronda dure más que la primera, lo que supondrá una carga económica y social aún mayor.

«El poder de cobrar y desembolsar dinero a placer es el poder más peligroso que se le puede confiar al hombre. Se percibirá muy fácilmente la amplia puerta que esto abriría para el fraude, la corrupción y el favoritismo, por un lado, y para robar a la gente por el otro».

La historia de los rescates en los Estados Unidos es un récord de promesas rotas y de creciente riesgo moral.

La Izquierda continúa atacando el liberalismo clásico (aunque ahora lo llaman «neoliberalismo») precisamente porque es la ideología liberal que sigue proporcionando la oposición más consistente al programa de la izquierda. Si el liberalismo hubiera fracasado, la Izquierda no se molestaría en mencionarlo.