Dinero y bancos

El tamaño del rendimiento de la inversión de un empresario está determinado no por el riesgo que asume, sino más bien por si cumple con los deseos de los consumidores.

Los banqueros centrales están entrando en pánico, y sus soluciones van desde «comprar todo lo que se mueve» hasta empujar los tipos de interés aún más hacia un territorio negativo. Sin embargo, esto no parece ayudar mucho.

Cada crisis causada por el sistema de papel moneda sin respaldo expande el poder de los estados sobre la vida económica y social, y desafortunadamente, una vez que el estado ha expandido su poder, es poco probable que la tendencia se invierta.

La teoría monetaria moderna (TMM) facilita convenientemente políticas e ideas peligrosas que parecían poco realistas, como el ingreso básico universal y el «dinero de helicóptero», y que han sido particularmente propagadas por los economistas patrocinados por el gobierno durante los últimos años.

Los tipos de interés más bajos no harán que una economía crezca. Lo que importa es el ahorro real.

Aunque la creación de consenso es sin duda un objetivo importante y noble, se podría pensar que no es realmente competencia del presidente de un banco central. Desde hace tiempo está claro que permitir que la política influya en la política monetaria conlleva riesgos importantes y numerosos.

El profesor Arkadiusz Sieroń ha escrito un nuevo e importante libro sobre el efecto Cantillon, en el que indica que el efecto del dinero nuevo en la economía depende de dónde se inyecte.

No es el dinero lo que financia la actividad económica, sino la reserva de bienes de consumo. La existencia de dinero sólo facilita el flujo de ahorros. Cualquier intento de reemplazar los ahorros con dinero termina en un desastre económico.

Para eliminar la amenaza de estancamiento secular, lo que se requiere es reducir los desembolsos del Estado y cerrar todas las brechas para la creación de dinero de la nada.

Los asuntos monetarios siempre han estado sujetos a la intervención gubernamental de un tipo u otro, pero no hay razón para que el dinero no pueda ser producido y regulado en un mercado libre.