El presidente Joe Biden anunció la semana pasada que los Estados Unidos financiaría —y posiblemente libraría— tres guerras en tres partes distintas del mundo al mismo tiempo. Es una política exterior ambiciosa para un presidente que ni siquiera parece capaz de expresar un pensamiento coherente sin la ayuda de un teleprompter.
Casi todas las palabras del discurso de Biden eran falsas, incluida la absurda sugerencia de que «el liderazgo americano es lo que mantiene unido al mundo. Las alianzas americanas son las que nos mantienen a nosotros, América, a salvo».
El intervencionismo de los EEUU en Ucrania durante más de diez años y en Oriente Medio durante décadas ha llevado a esas dos regiones al borde de una explosión sin precedentes. Y por si fuera poco, los neoconservadores de Biden también están decididos a llevarnos a la guerra con China por Taiwán. ¡El mundo se está desmoronando literalmente delante de nosotros mientras Biden afirma que somos lo único que lo mantiene unido!
Tras un brutal ataque de Hamás contra Israel a principios de este mes, Israel declaró la guerra no sólo a los terroristas que atacaron su territorio, sino a toda la población de la propia Gaza. La política israelí de castigo colectivo —arrasar Gaza— ha enardecido a los musulmanes desde Oriente Medio hasta Asia, pasando por las capitales occidentales. La ira arde con más furia de lo que hemos visto en décadas, quizá desde la fundación de Israel en 1948.
Sin embargo, en lugar de intentar ayudar a facilitar un alto el fuego y una solución pacífica, Biden ha echado gasolina al fuego, enviando dos grupos de portaaviones de los EEUU y al menos 15.000 soldados, al tiempo que amenazaba con la guerra a Líbano, Irán y Siria si intervenían en la guerra de Israel contra los palestinos. ¿Qué podría hacer Rusia si los EEUU ataca a las fuerzas rusas en Siria o a los aliados de Rusia en Teherán?
Biden también repitió la frase de que «Israel tiene derecho a defenderse». Aunque eso pueda ser cierto, no es Israel quien se defiende. Es el gobierno de EEUU interviniendo para defender a Israel. Y mientras todo el mundo musulmán se enfurece contra Israel por la destrucción de Gaza, ¿qué pensamos que pensarán de nosotros como financiadores y facilitadores de esa destrucción?
Al arrastrar a los Estados Unidos a esta guerra, el presidente Biden ha plantado las semillas de innumerables ataques contra los EEUU al estilo del 11 de septiembre. Sin embargo, tiene la audacia de afirmar que todo esto nos mantiene a salvo.
Encuestas recientes muestran que la mayoría de los americanos no están de acuerdo con Biden. Una encuesta de CBS/YouGov realizada la semana pasada muestra que la mayoría de los americanos se opone al envío de armas a Israel. Su Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, aseguró que «podemos permitirnos» financiar dos guerras porque la economía de EEUU va «excepcionalmente bien». Quizá el pueblo americano sepa algo que Yellen y las élites no saben.
Mientras Biden exige otros 105.000 millones de dólares para financiar las guerras de Ucrania, Gaza y Taiwán, su discurso pareció tener un toque de retórica de campaña. «Me han dicho que he sido el primer [presidente] americano en entrar en una zona de guerra no controlada por el ejército de los Estados Unidos desde el presidente Lincoln», dijo en su discurso. La afirmación es descaradamente falsa, pero él debe creer que le da un aire de chulería.
Dicen que es ventajoso ser visto como un «presidente en tiempos de guerra» cuando llegan las elecciones, pero Joe Biden puede haber calculado mal el nivel de apoyo que obtendrá por ser un «presidente en tiempos de guerra mundial».
