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Simples réplicas a las críticas simplistas de la economía austriaca

En su podcast Wealth Formula, Buck Joffrey recientemente cubrió junto con su invitado Richard Duncan, la Escuela Austriaca de Economía. A pesar de durar sólo 42 minutos, el episodio está repleto de errores y falacias. Superficialmente, no hay razón para que nadie vea el episodio, y mucho menos para que alguien escriba una respuesta corrigiendo los muchos conceptos erróneos que contiene. Sin embargo, el episodio merece ser debatido por los austro-liberales, no porque las opiniones de Joffrey importen, sino precisamente porque no importan. 

Como señaló recientemente Konstantin Kissin señaló en su podcast Triggernometry y Joe Rogan describió en su entrevista más reciente con Bret Weinstein, el Zeitgeist está experimentando un cambio abrupto hacia la derecha y, en consecuencia, lo que se piensa y se dice en la derecha también está cambiando rápidamente. A medida que el austro-libertarismo aumente su popularidad como consecuencia de este cambio, también crecerá la necesidad de que otras escuelas de pensamiento se distancien de él, lo que dará lugar a caricaturas de las posiciones austriacas que puedan ser fácilmente difundidas y recordadas por quienes no entienden nada de la Escuela Austriaca. Joffrey es precisamente uno de esos individuos, y las historias que cuenta sobre la Economía Austriaca son indicativas del tipo de fruta vacía que deberíamos esperar que se nos presente en un futuro próximo. Por lo tanto, nos corresponde familiarizarnos con los patrones simplistas de pensamiento y discurso que exhibe Joffrey en su crítica y desarrollar respuestas que sean efectivas para tales individuos. 

Joffrey comienza el podcast afirmando que ha «cerrado el círculo» sobre la Economía Austriaca, ya que él mismo «hablaba como un defensor de la Economía Austriaca» cuando comenzó su podcast, para luego «madurar»:

Mira, lo entiendo, los economistas austriacos tienen una historia atractiva. Es limpio, se ahorra dinero, se equilibran los presupuestos y el libre mercado lo resuelve todo. Es reconfortante, es nostálgico, es como si tus abuelos te contaran cómo eran los viejos tiempos. Pero aunque es sencillo y limpio, no refleja la realidad en la que vivimos hoy. Hemos tenido múltiples ejemplos de ello.

Como ejemplos de dicho desajuste, cita la crisis financiera de 2008 y la pandemia del Covid, y afirma que la intervención gubernamental «salvó el día» en el caso de la flexibilización cuantitativa y «mantuvo viva a la gente» en el caso de los cheques de estímulo del Covid, evitando una gran depresión y una hambruna masiva:

Pero, de nuevo, los economistas austriacos habrían dicho «eso es pecado: violación de los sagrados principios del libre mercado». Pero, ¿cuál era realmente la alternativa? ¿Un colapso económico mundial? ¿Morirse de hambre? Realmente no había nada.... La cuestión es que vivimos en un mundo en el que las teorías económicas puras rara vez se ajustan a la realidad. ¿Por qué? Porque la economía mundial está demasiado interconectada, es demasiado compleja y demasiado frágil como para dejar que la mano invisible actúe sin intervención. Así que a veces necesitamos una mano pesada para guiar el camino, por desgracia. Esa es la realidad. Ya lo hemos visto dos veces... con 2008 y también con Covid. Eso deja a los economistas austriacos en una situación en la que viven en un mundo, un poco, de cuento de hadas.

En resumen, las afirmaciones de Joffrey se reducen a lo siguiente: 1) La economía austriaca propone teorías pulcras que son demasiado simplistas para describir adecuadamente el mundo real en su complejidad; 2) En consecuencia, promulga una fe ingenua en el libre mercado y la creencia pseudo-religiosa de que, mientras no haya intervención, todo saldrá bien; 3) Sin embargo, si se hubieran seguido las recomendaciones de los economistas austriacos, se habría producido un desastre generalizado, ya que sólo se puede evitar que la frágil economía de mercado se derrumbe mediante actos de intervención sabiamente elegidos.

Ante el primer punto, aclaramos que la economía austriaca no propone teorías simples, sino verdades fundamentales sobre la acción humana. La economía mundial puede ser compleja, pero en ningún momento la acción humana deja de tener importancia. 

En respuesta a la segunda, podemos responder que la posición ingenua es la creencia de que un grupo de burócratas interesados sabe más; el laissez-faire es una consecuencia necesaria del rechazo de la fábula de la omnisciencia gubernamental. Y para rebatir la acusación de que la interferencia gubernamental ha sido necesaria en el pasado, sólo tenemos que señalar que todas esas catástrofes son en sí mismas el resultado de la intervención gubernamental; el virus Covid se originó en un laboratorio gubernamental que estaba llevando a cabo una investigación de ganancia de función financiada por el gobierno y la crisis financiera de 2008 se produjo gracias a las políticas gubernamentales inflacionistas que inflaron la burbuja inmobiliaria y presionaron a los bancos para que concedieran préstamos a personas de alto riesgo por motivos políticos. 

Además, la intervención gubernamental tras estas catástrofes sólo ha empeorado las cosas al imponer cierres y toques de queda para obstaculizar y retrasar el proceso de recuperación financiera. En resumen, la intervención del gobierno salva el día de la misma manera que la última dosis de heroína de un adicto le salva de la recuperación.

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