Mises Daily

El New Deal es un caso paradigmático de cómo convertir una recesión en una depresión. Que los líderes de EEUU lo consideren un modelo a seguir no habla muy bien de su cultura económica, y no augura nada bueno para nuestro futuro.

La pregunta que se le plantea al gobernante del Estado es: ¿Cómo puedo liberarme de dos limitaciones efectivas de mi poder: la resistencia fiscal en forma de caída de los ingresos fiscales y la necesidad de pedir préstamos y pagar intereses a los bancos?

El régimen nazi no representó un mal único en la historia, sino una combinación ya convencional de dos peligrosas tendencias ideológicas: el nacionalismo y el socialismo.

Tanto en el caso de los deportistas como en el de los profesores, la rareza de la destreza y el número de personas que se benefician de ella determinan su remuneración.

Los bienes de capital están disponibles gracias a la seguridad de los derechos de propiedad privada y a una clase de personas dispuestas a ahorrar e invertir. Sin esto, no puede haber grandes progresos en el nivel de vida. Pero todo esto lleva su tiempo.

Libertad y la ley de Bruno Leoni puede ser el punto de partida para una comprensión más «clásica» de la ley natural libertaria, en realidad enraizada en la tradición aristotélica-tomista.

En ausencia de un gobierno formal, parece que la frontera occidental no era tan salvaje como la leyenda nos haría creer.

A diferencia de la inflación continua de los precios que suele provocar la expansión de la oferta monetaria por parte de los bancos centrales, la inflación de los precios generada por la disminución de la oferta de bienes es un asunto puntual.

Con los intereses empresariales afectados exigiendo una armonización regulatoria y los legisladores y reguladores del mundo dispuestos a suministrarla, ¿quién se opondrá a ella? La respuesta, con demasiada frecuencia, es nadie.

Tras una sobria reflexión, parece que toda la idea es tan fantasiosa como el unicornio. Nadie en su sano juicio, salvo quizás un masoquista incurable, consentiría voluntariamente ser tratado como los gobiernos tratan realmente a sus súbditos.