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Feudalismo y amiguismo en la Italia de Maquiavelo

[Nota del editor: Este es un extracto de «On Political Power and Personal Liberty in The Prince and The Discourses», del número de primavera de 2014 de Social Research: An International Quarterly]

Aunque la libertad es una preocupación recurrente en los escritos de Maquiavelo, no hay consenso con respecto a la definición del concepto ni a su relevancia para su pensamiento político general. Una dirección de la interpretación maquiaveliana que ha ganado importancia en décadas recientes se ha centrado en el concepto de «libertas» en relación con un modo republicano de gobierno, aunque el uso de la libertad de Maquiavelo no pueda igualarse sencillamente con el republicanismo. Al seguir las diversas apariciones del término en las obras políticas de Maquiavelo, Marcia Colish ha apuntado que, en el contexto de los asuntos internos, «Maquiavelo a menudo relaciona libertà con ciertos derechos personales y prestaciones de la comunidad que caracterizan a los estados libres independientemente de sus constituciones». De hecho, ella misma especifica que Maquiavelo «identifica claramente la libertad con la protección de derechos privados».1

La forma más extrema de agresión a la propiedad privada es la que se realiza contra la propia persona, negando el derecho más básico a la posesión de sí mismo. Por ejemplo, en Los discursos, por ejemplo, desarraigar a los hombres de sus tierras se considera un acto tan horrendo que se iguala metafóricamente con tratar a humanos como animales. Comentando de que Filipo de Macedonia «trasladó hombres de provincia a provincia como los pastores mueven a sus ovejas», Maquiavelo destaca que esta crueldad humana va contra el derecho universal: «Esos métodos son exageradamente crueles y son repugnantes para cualquier comunidad, no sólo cristiana, sino de cualquier composición de hombres». De hecho, en una defensa sin ambages de la ética sobre la exigencia, Maquiavelo declaraba que ni siquiera el poder del rey puede justificar atacar des esta manera la libertad humana; «Por tanto, corresponde a cada hombre rehuirlos y preferir vivir como ciudadano privado que como rey con tal perdición de hombres en su debe».2

Además, Maquiavelo imagina cómo una condición de derechos puede implantarse ex nihilo mediante abierta fuerza política y militar:

Donde prevalece una igualdad considerable, nadie que proponga crear un reino o principado será nunca capaz de hacerlo, salvo que de esa igualdad seleccione a muchas de las cabezas más ambiciosas e incansables y las haga nobles de hecho y no de nombre, al darles castillos y posesiones y hacer de ellos una clase privilegiada con respecto tanto a la propiedad como a los súbditos; de forma que a su alrededor estarán aquellos cuyo apoyo pueda mantenerlos en el poder y cuyas ambiciones, gracias a él, puedan llevarse a cabo. Respecto del resto, se verán obligados a soportar un yugo que nada, salvo la fuerza, será nunca capaz de hacerles soportarlo.3

En este escenario, el poder político crea y alimenta un sistema de privilegio y parasitismo. Citando el seminal Feudal Society, de Marc Bloch, [Murray] Rothbard define al feudalismo como «ala apropiación de terrenos por conquista y la continua afirmación y aplicación de la propiedad de los terrenos y la extracción de rentas de campesinos que continúan cultivando la tierra».4 De acuerdo con las ideas de Locke sobre el origen de los derechos correctos de propiedad, Rothbard indica: «Debería estar claro que aquí, igual que en el caso de la esclavitud, tenemos un caso de agresión continuada contra los verdaderos propietarios—los verdaderos poseedores—de la tierra, los agricultores o campesinos, por parte del propietario ilegítimo, el hombre cuyo derecho original y continuado sobre la tierra y sus frutos ha derivado de la coacción y la violencia».5 El feudalismo es así una de las formas clásicas en que «el Estado proporciona un canal legal, ordenado y sistemático para la depredación de la propiedad de los productores; hace cierto, seguro y relativamente “pacífico” el sustento de la casta parasitaria en la sociedad».6

Sin embargo, yo diría que Maquiavelo va más allá de los temas específicos relacionados con los impuestos y la propiedad privada para disuadir también al príncipe de intervenir en la sociedad civil (il vivere civile) más en general. Durante este periodo, no fue extraño encontrar en la sociedad colusión entre fuerzas políticas y económicas. Los príncipes del renacimiento «prometían monopolios mineros y comerciales»7 mientras que las familias privilegiadas estaban «preocupadas por controlar la situación política para obtener beneficios de los monti (fondos públicos), para poder conseguir reducciones en impuesto o préstamos forzosos o incluso para crear monopolios mediante misiones oficiales con el respaldo de papas y reyes»8 La familia Médicis fue particularmente notable por usar el poder político para su provecho económico (y viceversa). (…)

Frente a las diversas formas de corporativismo estatal que funcionaban en su tiempo y continúan haciéndolo en el nuestro, Maquiavelo separa actividades económicas de actividades políticas. Como escribía en una carta a su amigo Francesco Vettori: «La fortuna ha hecho que, como yo no sé hablar ni del comercio de la seda ni de la lana, ni de beneficios ni pérdidas, tenga que hablar del estado”. 9 A apuntar a sus propias limitaciones, Maquiavelo también está viendo la economía y la política como dos esferas independientes, requiriendo cada una un tipo distinto de conocimiento. De hecho, en sus escritos políticos acierta al afirmar que la sociedad civil puede florecer mejor en ausencia de intrusión del gobierno. En Los discursos declara que la utilidad común (commune utilità) de un estado libre (vivere libero) es «la posibilidad de disfrutar de lo que se tiene, libremente y sin incurrir en sospechas (…) la garantía de que tu esposa e hijos serán respetados [y] la ausencia de temor por unos mismo».10

  • 1Marcia L. Colish, «The Idea of Liberty in Machiavelli», Journal of the History of Ideas 32, nº 3 (1971): 323-350, esp. 325.
  • 2Niccolò Machiavelli, The Discourses (Londres, Nueva York: Penguin, 2003), p. 177.
  • 3Ibíd., p. 247.
  • 4Murray N. Rothbard, The Ethics of Liberty (Atlantic Highlands, NJ: Humanities Press, 1982), p. 67n. {La ética de la libertad]
  • 5Ibíd., p 65.
  • 6Murray N. Rothbard, For a New Liberty: The Libertarian Manifesto (Auburn, AL: Mises Institute, [1973] 2011), p. 62. [El manifiesto libertario]
  • 7Lauro Martines, «The Renaissance and the Birth of Consumer Society», Renaissance Quarterly 51, no. 1 (1998): 193-203, esp. 195.
  • 8Vittore Branca, ed. Prólogo a Merchant Writers of the Italian Renaissance: From Boccaccio to Machiavelli, pp.vii–xlix.
  • 9John Najemy, Between Friends: Discourses of Power and Desire in the Machiavelli-Vettori Letters of 1513–1515 (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1993), p 225.
  • 10Machiavelli, Discourses 154.
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