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Mises se interpone entre nosotros y 1984

En septiembre de 1949, Yale University Press publicó el tratado de economía de Ludwig von Mises, La acción humana. Posteriormente en el mismo año 1949 apareció otro libro, 1984 de George Orwell.

Casi todos han oído al menos hablar de Orwell y 1984. Por desgracia no pasa lo mismo con Mises y La acción humana.

Ambos libros están asociados a sus autores como secuela a sus operativos. Orwell es 1984, Mises es La acción humana.

Entre los muchos que lo han leído, 1984 se considera una premonición de lo que podría ocurrir si no se controlan las proclividades del estado.

Entre quienes lo han estudiado, La acción humana se entiende como lo que podría ocurrir si se controlan las proclividades del estado.

Es la diferencia entre un esclavo y un hombre libre, la guerra y la paz, la pobreza y la prosperidad, la miseria y el potencial para la felicidad.

Una persona no puede respirar en el mundo ficticio de Orwell. Aparte de una diminuta élite gobernante, los miembros de la sociedad viven una vida empobrecida sin esperanza de mejorar. Son cifras, de quienes espera obediencia y son espiados constantemente para asegurarse de que lo hacen. La historia y el lenguaje de la sociedad se ven blanqueados de acuerdo con la misión del estado de un control total. La guerra y el odio se dirigen a servir los intereses del estado. Los informadores del estado están por todas partes. Al final, el héroe de Orwell, Winston Smith, traicionado por los confederados, traiciona su amor por una mujer por una existencia ovina bajo la mirada del Gran Hermano. Winston Smith, el hombre con pensamientos propios que se ha atrevido a enamorarse ya no existe.

Mucha gente dirá que nos dirigimos hacia 1984 o algo parecido. No nos gustó esa dirección, pero se sienten impotentes para cambiarla. Se sienten impotentes porque la han escuchado a los portavoces del gobierno. Los políticos y sus amigos les dicen que en realidad todo va bien. No tiene nada de malo tener una deuda de 20.000.000.000.000$. O un botín de impuestos federales de 3.248.723.000.000$ (2015). La vida es cara. Tenemos enemigos por todas partes, hay necesidades médicas en todas partes. Así es como funciona nuestra civilización moderna: tú trabajas como el gobierno toma. Pero tú también formas parte del trato.

Falta algo. Falta en los pensamientos de la gente. Y resulta que nos está mirando a la cara.

En La acción humana, Mises ofrecía una explicación completa de por qué la civilización solo florece cuando florece la libertad en todas las áreas de la vida. Escribía una defensa sin ambages del capitalismo de laissez faire, conocido también como la economía de libre mercado.

Los mercados no intervenidos se interponen entre nosotros y 1984.

En una carta a un lector de 1944, Orwell escribía: “Creo muy profundamente, como expliqué en mi libro El león y el unicornio, en el pueblo inglés y su capacidad de centralizar su economía sin destruir la libertad al hacerlo”.

Como los intervencionistas en general, Orwell comprendía la economía una forma defectuosa. En un momento anterior de su carrera, Mises demolió los argumentos de quienes recomendaban el control estatal de la economía. Los estados socialistas establecen un medio de distribuir los bienes de consumo, ya que todos los bienes de producción son de propiedad estatal. Cierta cantidad se asigna a cada persona, normalmente en forma de cupones para una cantidad concreta de bienes concretos. La gente puede intercambiar directamente estos cupones con otros, como una forma de trueque, si quiere. El intercambio indirecto se desarrollará y llevará a un medio universal de intercambio: el dinero.

Pero al contrario que el dinero en una economía del mercado, el dinero socialista solo puede intercambiarse por bienes de consumo. Como los bienes de producción no pueden intercambiarse por dinero, no hay manera de ponerles precio. No hay manera de saber si un proyecto propuesto cubriría los gastos, si sería un desperdicio de recursos o no. Como concluye Mises:

Tenemos un espectáculo de un orden económico socialista flotando en el océano de las posibles combinaciones económicas concebibles sin la brújula del cálculo económico. (…) No podemos actuar económicamente si no estamos en disposición de entender cómo economizar.

Bajo el socialismo, la libertad es la libertad que se le da un esclavo de obedecer o no. Como escribe Mises en La acción humana: “significa la centralización y unificación sin límites de la dirección de todos los asuntos en manos de una autoridad”.

En un homenaje a Mises y La acción humana realizado en el Instituto Mises en 1999, Lew Rockwell señalaba que en el momento de la publicación, 50 años antes, muchos creían que FDR había salvado al mundo de los nazis y la Gran Depresión al entrar en la Segunda Guerra Mundial. Si se le daba suficiente poder, el estado podía hacer cualquier cosa.

Dirigir el país era un régimen caracterizado por la segmentación en la vida intelectual, social y política. La acción humana apareció en esta disposición no como una sugerencia educada al mundo para que volviera apreciar los méritos de la empresa libre. No, fue una declaración completa e inflexible de pureza teórica que iba completamente en contra de la opinión prevaleciente.

Si la humanidad tiene un futuro será porque la gente habrá cambiado su pensamiento y aprendido por qué la libertad y los mercados libres son indivisibles, que cualquier forma de coacción es nuestra enemiga, especialmente cuando procede de una institución de monopolio. Las obras de Ludwig von Mises, especialmente La acción humana, serán indispensables para una sociedad civilizada.

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