Salud

Los sistemas de pagador único restringen efectivamente el acceso y la calidad. Simplemente lo hacen imponiendo largos tiempos de espera, eliminando a los pacientes más costosos y restringiendo el acceso a las habitaciones del hospital.

Los precios claramente marcados en las cirugías de pago en efectivo del sector privado son una gran cosa. De hecho, la competencia de los centros quirúrgicos con fines de lucro hace que bajen los precios en los hospitales más «tradicionales» (es decir, altamente burocratizados).

Los defensores de la medicina socializada afirman que no se puede confiar en los mercados para la asistencia médica debido al «fracaso del mercado», pero los supuestos «fracasos» de los mercados de la salud no mejoran con la socialización del cuidado de la salud.

Los políticos se sienten muy orgullosos cuando pueden decir que un programa propuesto es «pagado», pero esto sólo significa que han identificado a sus víctimas con antelación. Nombrar quién será saqueado no justifica el saqueo.

Medicare y Medicaid terminaron destruyendo el mejor sistema de salud de la historia, y la crisis de salud se ha convertido en una parte permanente de la vida estadounidense.

En cierto sentido, no es de extrañar que se haya prestado tan poca atención a los escándalos dentro de los sistemas sanitarios universales, dadas las historias de bajo rendimiento, escándalo y crisis perpetuas asociadas con muchos de estos sistemas.

Aquí vemos dos estrategias rivales para comercializar los servicios de salud. El statu quo se basa en los pagos de seguros y el secreto de los precios. La estrategia de Walmart se basa en la competencia de precios.

Muchos de los peores costos que vendrán con «Medicare para todos» no se calcularán en dólares. Vendrán en forma de escasez de médicos, largos tiempos de espera y menor acceso a la atención médica.

En comparación con otros tipos de sistemas sanitarios universales, lo que llamamos asistencia sanitaria de «pagador único» es posiblemente el peor de todos.

El artículo de la revista Time que creó el mito de la «droga de iniciación» en la década de los setenta no proporcionó citas para sus afirmaciones, excepto referencias ambiguas a «expertos» sin nombre. La evidencia sigue siendo esquiva 40 años después.