Los subsidios agrícolas alientan a los agricultores a ser ineficientes y derrochadores. Además, los subsidios benefician sobre todo a las grandes explotaciones y a los terratenientes, y no a las «pequeñas explotaciones familiares», como se nos ha dicho que protegen los subsidios.
La política del Estado alienta a las personas sin hogar a congregarse en áreas públicas dos veces: primero, las ciudades destruyen el acceso a viviendas de muy bajo costo. En segundo lugar, los gobiernos municipales a menudo se niegan a hacer cumplir sus propias reglas de uso del espacio público. Las ciudades de carpas son el resultado.
Tomando prestada una línea de Al Gore, esto me parece un «esquema arriesgado».
