Impuestos y gasto

Con el impago devolvemos billones al sector privado y reducimos permanentemente la capacidad del gobierno de acaparar los recursos que necesitamos para mantener la prosperidad.

Tenemos que remontarnos a 1945 y a la Segunda Guerra Mundial para encontrar una época en la que el gasto gubernamental se asemeje al frenesí de pánico actual en Washington.

A medida que los gobiernos buscan cantidades cada vez mayores de deuda para financiar más gastos, están abrazando enormes niveles de deuda de la misma manera que un consumidor arruinado podría abrazar los préstamos de día de pago. Al final, no nos queda más que una endeble promesa de pago.

En 2020, el gasto federal creció año tras año al mayor ritmo desde la Guerra de Corea. Pero el crecimiento del gasto estatal y local se estancó. ¿Por qué? La respuesta está en la Reserva Federal y en que los federales pueden gastar y pedir prestado mucho más que cualquier estado.

La deducción fiscal SALT permite deducir los impuestos estatales y locales —como los impuestos sobre la propiedad— de los impuestos federales. Limitarla es preparar el terreno para que el gobierno federal grave los ingresos dos veces.

¿Así que el gobierno está preocupado por las tácticas de cobro de deudas? Prueba a no pagar tus impuestos este año y verás lo duras que pueden llegar a ser las tácticas.

La acumulación de deuda ya era insostenible antes de 2020, pero el Gran Confinamiento ha desencadenado un aumento explosivo. Puede que pronto se llegue a un punto de no retorno para las principales economías del mundo.

Los empleos públicos pueden ayudar a reducir la tasa oficial de desempleo, pero en realidad perjudican a la economía. Al fin y al cabo, la mayoría de los trabajadores públicos se dedican a redistribuir la riqueza y regular la propiedad privada.

El aumento del impuesto de sociedades en EEUU expulsaría más capital de este país. Pero la subida de impuestos será menos arriesgada si EEUU consigue que otros países suban también sus tipos impositivos.

Al igual que los SJW redefinieron la justicia como «justicia social» —con grandes implicaciones para la forma en que vemos la verdadera justicia— los políticos están redefiniendo la infraestructura para justificar aún más la intervención del gobierno en la vida cotidiana.