Sí, el salario mínimo daña la economía
La imposición de salarios mínimos perjudica a la economía, aunque hay matices en cuanto al daño que causan. Es mejor no imponer salarios mínimos.
La imposición de salarios mínimos perjudica a la economía, aunque hay matices en cuanto al daño que causan. Es mejor no imponer salarios mínimos.
Los líderes del Foro Económico Mundial tienen planeado un futuro maravilloso para todos nosotros. Sólo que no piensan compartir nuestra miseria.
Con los tipos de interés actuales, las pérdidas operativas de la Fed repercutirán en el presupuesto federal durante años, lo que exigirá nuevos ingresos fiscales para compensar la pérdida continuada de miles de millones de dólares en las antiguas remesas de la Fed al Tesoro de EEUU.
La Reserva Federal aún no ha conseguido que el aumento de los precios se acerque a su propio objetivo arbitrario del 2 por ciento, pero una leve ralentización de las tasas de crecimiento ha llevado a Biden a afirmar que la inflación de los precios está «cayendo».
Los precios son una intersección de expectativas, acciones, esperanzas y temores humanos. Me gusta preguntar al público: «¿Cuánto puede cambiar el precio de un activo?». Mi respuesta propuesta: «Más de lo que crees».
Los déficits presupuestarios federales aumentan, pero la administración Biden no da señales de contener su gasto. Esto no va a acabar bien.
Durante décadas, los bancos centrales han fomentado montañas de deuda cada vez mayores. Pero ahora los deudores se enfrentan a grandes problemas al subir los tipos de interés. Las familias y las pequeñas empresas pagarán el precio.
La Fed está improvisando, pero la mayoría de los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) creen que sólo se prevén dos subidas de tipos más, y después volverán a inundar el mercado con dinero fácil.
Economistas como Paul Krugman han afirmado que la práctica de la austeridad en el gobierno dañaría la economía de EEUU. Como señala Mark Thornton, ocurre lo contrario: la austeridad funciona.
Sólo el Padre Tiempo nos ayuda a dejarnos de tonterías políticas y a entender conceptualmente los tipos de interés.