Educación económica se ha convertido en desinformación económica
El intento de la corriente principal de la profesión económica de crear alfabetización económica se ha convertido en un movimiento para promover el analfabetismo económico.
El intento de la corriente principal de la profesión económica de crear alfabetización económica se ha convertido en un movimiento para promover el analfabetismo económico.
El fracaso de la nueva economía, de Henry Hazlitt, sigue siendo la mejor crítica la Teoría general de J.M. Keynes.
Lejos de ser un «estabilizador automático» que mitiga las recesiones mediante un gasto «anticíclico», el Estado benefactor en realidad hace que las recesiones sean más largas y profundas. Es hora de reconocerlo y eliminarlo por completo.
Aunque los economistas hablan del PIB como una medida legítima de la economía, una mirada más atenta nos dice que está sesgado hacia el gasto de consumo y no da una medida real del valor del capital.
Como la teoría keynesiana ha triunfado en el mundo de la economía, la gente está sometida al peor tipo de intervención gubernamental en la economía. Derribar a Keynes es el primer paso hacia la cordura económica.
Cuando una economía sufre una recesión, algunos factores de producción, como la mano de obra, se quedan sin empleo. Los keynesianos creen que la expansión del crédito y el dinero fiat devolverán el pleno empleo. Una economía no funciona así.
Los modelos econométricos se construyen con la idea de que pueden sustituir a la auténtica acción humana. No es sorprendente que fracasen estrepitosamente.
Los defensores del papel moneda sin respaldo afirman que la suya es la opción «civilizada», frente al oro, o lo que Keynes llamaba «esa reliquia bárbara». Estos inflacionistas, sin embargo, son los que están destrozando la civilización tal y como la hemos conocido.
La economía de EEUU se ha deteriorado hasta convertirse en poco más que una serie de burbujas de activos impulsadas por las políticas inflacionistas del banco central.
Keynes denunció el oro monetario como «una reliquia bárbara». Al final, será esa «bárbara reliquia» la que derroque el régimen del papel moneda.