En muchos sentidos, el resto de América se está poniendo al día con verdades conocidas desde hace mucho tiempo por aquellos que siguen el trabajo del Instituto Mises. El movimiento político MAGA normalizó el concepto de un leviatán parasitario y burocrático inmune a las historias románticas que nos cuentan sobre dónde reside el verdadero poder gobernante en nuestras instituciones. El COVID reveló el impulso siniestro y tiránico que acecha bajo la fachada del gobierno, y la influencia corruptora del Estado en asuntos de ciencia. El auge de Bitcoin, la renormalización del oro y el mayor reconocimiento de la Reserva Federal como institución inherentemente política han ampliado masivamente el reconocimiento público de los peligros del control estatal de la moneda.
Quizá no haya ningún ámbito de la vida cotidiana que haya sido objeto de un escrutinio más minucioso en los últimos años que los fallos de la educación moderna. Desde la captura de los planes de estudio K-12, a los fracasos y la naturaleza a menudo depredadora de la educación superior, los últimos años han traído cambios importantes en la forma en que los americanos promedio ven la educación.
Durante casi 40 años, el Instituto Mises ha ofrecido cada verano una solución a estos problemas profundamente arraigados: La Universidad Mises.
La Universidad Mises no es, por supuesto, un programa universitario tradicional, aunque tenga lugar a la sombra de un campus universitario muy tradicional. Se trata de un programa de una semana de duración dedicado a enseñar a los estudiantes —desde el bachillerato hasta el postgrado— los conocimientos básicos necesarios para una sociedad civilizada. En lugar de la propaganda deseada por el Estado, se expone a los estudiantes a conocimientos que subvierten lo que han oído en la mayoría de sus aulas: economía correcta, historia revisionista y filosofía de la libertad.
Estas lecciones son ahora más importantes que nunca.
Los estudiantes que asisten a la Universidad Mises están rodeados de más información que nunca. En sus teléfonos, una oleada incesante de reels, TikToks y podcasts, con contenidos que a menudo reflejan un entorno político hiperpolarizado. Los Zoomers son bombardeados rutinariamente con las ideas de que la economía básica está impulsada por la voluntad política, no por la sobria realidad de la compensación; que el futuro está condenado, si no se da más poder al Estado o si sus candidatos políticos favoritos ocupan el poder; que la dominación política es el objetivo esencial para mantener un orden moral.
Esto no es lo que los estudiantes de este año aprenderán en la Universidad Mises. En su lugar, se les presentará la sabiduría atemporal de gigantes intelectuales como Carl Menger, Ludwig von Mises y Murray Rothbard sobre temas como la división del trabajo, el espíritu empresarial y la función social de los derechos de propiedad.
Junto con estas lecciones intemporales, también se les presentarán mejores soluciones para algunos de los temas que acaparan sus feeds en las redes sociales. Los debates sobre los aranceles, las realidades del Estado burocrático, las consecuencias de la inflación, las amargas cicatrices que quedan de la tiranía del COVID y las críticas mordaces al sistema de educación superior por el que la mayoría de ellos navegan actualmente. Igual de importante es el ambiente intelectual que se fomenta en el campus de la Universidad Mises, que les permite hablar libre y abiertamente con compañeros de viaje intelectual de todo el mundo.
Un aspecto de la Universidad Mises que sí comparte con una universidad tradicional es el sentido de compañerismo y tradición. Muchos antiguos alumnos de la Universidad Mises establecen vínculos con sus compañeros que duran mucho más allá de su semana en Auburn. A partir de estas experiencias, algunos han fundado empresas con otros, o han creado sus propios centros intelectuales compartiendo las lecciones que aprenden con los demás. El profesorado de este año está compuesto casi en su totalidad por académicos que pueden contarse entre esas filas.
De este modo, la Universidad Mises no es sólo una celebración de las ideas y teorías que conforman la orgullosa tradición austriaca, sino una plataforma esencial para poner en práctica estas mismas ideas; una alternativa al Estado; un recurso esencial para un futuro más libre.
Conviene recordar siempre, por supuesto, que este programa sólo es posible gracias a la generosidad de quienes están dispuestos a invertir en la causa a la que sirve. Aunque nada puede recrear la experiencia de asistir en persona, la Universidad virtual Mises es la alternativa más cercana posible y gratuita para los miembros del Instituto Mises. Por supuesto, los vídeos de sus conferencias estarán disponibles gratuitamente y en todo el mundo tras el evento.
Puede que las masas hayan tardado décadas en ver la educación controlada por el gobierno tal y como es, pero el Instituto Mises está dispuesto a ofrecer soluciones a quienes lleguen a reconocer la verdadera naturaleza del Estado, ahora y en el futuro.
