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ASG: otro bullicio fraudulento que las élites progresistas han endosado a la economía

El atractivo de los objetivos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) ha hipnotizado a América corporativa y las ha llevado a ofrecer fondos ASG que puntúan las inversiones por dar prioridad a los objetivos sociales. Las compañías que tienen en cuenta los objetivos ambientales, sociales y de gobernanza en sus decisiones colectivamente poseen 8,4 billones de dólares en activos de inversión en EEUU a principios de 2022. La firma líder en inversiones BlackRock duplicó con creces sus participaciones a más de 500.000 millones de dólares, y otros actores están siguiendo su ejemplo.

La inversión ASG se está convirtiendo en un elemento permanente del panorama empresarial mundial, pero no sin reacciones en contra. Algunos empresarios y políticos en los Estados Unidos sostienen que dar prioridad a la inversión ASG a expensas del bienestar de los accionistas disminuirá la rentabilidad para los inversores. La fuerte preocupación por la viabilidad de la inversión ASG llevó a Florida a retirar activos por valor de 2.000 millones de dólares de BlackRock en una purga nacional de activos ASG a escala nacional.

Pero la batalla sólo se está calentando porque el presidente Joe Biden anuló al Senado que impedía a los gestores de fondos tener en cuenta los objetivos ambientales, sociales y de gobernanza en sus decisiones de inversión. En el sector privado, los magnates han estado lanzado empresas para contrarrestar la inversión ESG comprando acciones de empresas como Apple y Disney para socavar el activismo de la dirección.

Sin duda, la inversión ASG está creando una tormenta en los Estados Unidos, pero aparte del entusiasmo que rodea a las inversiones ASG, ¿cuáles son sus implicaciones? Maximizar el bienestar de los accionistas es el objetivo primordial de un fondo de inversión, y los fondos ASG no deberían perseguirse si no logran cumplir este objetivo. Algunos sostienen que, puesto que los accionistas son los propietarios de la empresa, deben tener libertad para defender políticas que alcancen los objetivos ASG. Por lo tanto, la inversión ASG puede ser compatible con la maximización del bienestar de los accionistas.

Sin embargo, las compañías deben asegurarse de que los accionistas aprecian los costes y beneficios de la inversión ASG. Los accionistas pueden percibir la virtud de utilizar sus inversiones para lograr un cambio social, pero enterarse de que los fondos ASG no son competitivos seguramente alterará su perspectiva. Aunque la investigación sobre la viabilidad de los fondos ASG está en pañales, los estudios muestran que no han sido rentables para los inversores.

Los fondos ASG han obtenido peores resultados que sus homólogos del S&P homólogos y las típicas comisiones de los fondos ASG pueden triplicar la cifra declarada. Además, la investigación empírica no aporta argumentos convincentes a favor de la inversión ASG. Según un financiero de Samuel M. Hartzmark y Abigail B. Sussman, no hay pruebas de que los fondos de alta sostenibilidad superen a los de baja sostenibilidad. De importancia es que las revisiones y meta-análisis de los fondos ASG son igualmente decepcionantes en su evaluación. Una revisión de 1.141 artículos primarios revisados por pares artículos y veintisiete metareviews publicados entre 2015 y 2020 ha demostrado que los argumentos a favor de los fondos ASG no son concluyentes porque su rendimiento es indistinguible de los fondos no ASG.

Tampoco es evidente que los fondos ASG registren un rendimiento social superior. Un estudio del Massachusetts Institute of Technology afirma que los objetivos ASG no siempre coinciden con las preferencias de los accionistas. Incluso cuando existe un mandato explícito de perseguir objetivos sociales, los fondos ASG siguen votando en contra de los accionistas. Las conclusiones del MIT muestran que Vanguard y BlackRock votaron en contra de las propuestas que exigían la divulgación de la diversidad y las cualificaciones de los consejos de administración de Apple, Salesforce, Twitter, Discovery y Facebook.

Resulta bastante chocante que el Vanguard Social Index Fund votara en contra de casi todas las resoluciones ambientales y sociales examinadas durante 2006-19. Los fondos ASG no sólo no se comprometen a perseguir los objetivos sociales de los accionistas, sino que además obtienen malos resultados en los indicadores ambientales y de gobernanza. Un amplio estudio realizado por investigadores universitarios indica que los fondos ASG poseen valores con mayores emisiones de carbono por unidad de ingresos, muestran un rendimiento inferior en relación con las emisiones de carbono basadas en la producción bruta de emisiones y la intensidad de las emisiones, y tienen niveles más bajos de independencia de los consejos de administración.

Según las mediciones objetivas, los fondos ASG están fracasando en la promoción de objetivos sociales y en la obtención de rendimientos para los accionistas. Sin embargo, dado que los accionistas son los propietarios de las empresas, siempre pueden presionar para que se creen fondos ASG, pero las compañías nunca deberían diseñar estos instrumentos sin el consentimiento de los accionistas o sin facilitar información precisa sobre su viabilidad. Además, los políticos y los reguladores deberían desistir de imponer objetivos ASG a las compañías. La inversión ASG es activismo y las compañías pueden determinar si van a perseguir el activismo social a instancias de los accionistas sin que los políticos interfieran.

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